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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Don Salvador de Sancha Fernández

Presentación de "Ubrique, encrucijada histórica"
Manuel Cabello con dos de sus mejores amigos:
Francisco Collado y Salvador de Sancha



Por Esperanza Cabello


Nuestro padre tuvo grandes amigos que conservó a lo largo de los años, entre ellos queremos destacar hoy a Salvador de Sancha Fernández, un gran amigo y un gran hombre.
La amistad entre Manuel Cabello y Salvador de Sancha comenzó a finales de los sesenta. Casualmente Salvador vino a Ubrique a hacer unas gestiones y lo pusieron en contacto con nuestro padre. Fue una afinidad immediata: dos personas muy interesadas por la arqueología, la cultura y el arte que rápidamente se entendieron. Hombre muy culto, trabajador incansable y muy minucioso, Salvador era arqueólogo, director de las excavaciones de Bolonia, director de las excavaciones del Salto de la Mora, director del Museo de Artes y Costumbres populares de Sevilla y de Jaén...
A lo largo de los años se hicieron muy amigos, y fue Salvador quien lo animó a que escribiera sus experiencias, por eso, cuando nuestro padre decidió publicar su primer libro, le encargó a su amigo el prólogo. Hoy transcribimos ese escrito que daba entrada a "Ubrique, encrucijada histórica".
Prólogo de "Ubrique, Encrucijada Histórica", por Salvador de Sancha Fernández


La historia, y en particular esta historia modesta, eminentemente rural y casi cotidiana que no figura en los textos, se discierne la mayoría de las veces mediante la sencilla lectura o interpretación de un paisaje. Ubrique y su bello entorno serrano está lleno de recuerdos, de tradiciones, de vocaciones incluso, heredadas de la antigüedad más remota; tiene impresa esa historia, gracias a los continuos testimonios materiales que reflejan una densa presencia humana que, partiendo del neoeneolitico y avanzando en el tiempo, dejó su huella en estas tierras.

A la hora presente en que se proclama con ardor reinventado la defensa del Patrimonio Histórico-Artístico y Etnológico andaluz, Manuel Cabello Janeiro se había adelantado en muchos años. Como un taumaturgo resurrector enamorado de su pueblo y de su sierra, el autor sintió muy pronto la necesidad de empeñar el tiempo libre que le dejaba su aula tan querida, en desvelar aquel mensaje antiguo, tan vinculado a su propio hecho cultural e histórico, a sus propias raíces e identidad.

A partir de entonces, con rigor y minuciosidad, Manuel Cabello recorrió mil veces la difícil rugosidad de ese paisaje hasta hacerlo suyo integrándolo en su ser, prendiéndose y prendándose de él, mejor, y analizando su lectra histórica a través de una intensa, fecunda y respetuosa prospección arqueológica de campo, prolífica y merecidamente premiada por los organismos oficiales competentes.

Reconocidos y apreciados de forma unánime, sus trabajos han sido el punto de partida, ya, de varias tesinas y excavaciones arqueológicas oficiales, de entre las que destaca por su gran interés científico la dirigida por nosotros en el yacimiento íbero-romano del “Salto de la Mora”, inédita aún a causa de penosas circunstancias. Las contribuciones del profesor Cabello para completar el mapa arqueológico de la comarca e inventariar sus yacimientos y monumentos, constituyen una inapreciable fuente de información por cuanto la moderna mecanización del campo ha supuesto la destrucción de algunos yacimientos de los que, gracias a la labor del autor, se conservan noticias.

La obra que tienes en tus manos, lector, recoge una parte de ese trabajo que el autor supo realizar tan bien. El recorrido atento por sus páginas es una pura delicia, incluso cuando pone en nuestra boca expresiones apreciativas interpretadas con cierta ingenuidad, y que contribuyen a destacar quizás la frescura y espontaneidad con que esa “pandilla” andariega trata sus relatos.

Obra sencilla y amable, no pretende ser -por voluntad del autor- erudita y científica; más bien parece que, como buen pedagogo, el profesor Cabello se dirija en esta ocasión al mundo de los jóvenes, herederos indiscutibles de unos valores culturales, históricos y artísticos, infundiendo en ellos, en los jóvenes, amenamente y casi de puntillas, el amor y el gran respeto hacia esos mismos bienes culturales, que fue siempre norma de acción y polo norte vocacional de Manuel Cabello.



Portada de "Ubrique, encrucijada histórica"

Pero también el autor, a través de esta obra en la que se nos da una visión global de su rica experiencia de campo, deja clara la intencionalidad de proporcionar noticias de unos testimonios materiales que, pudiendo ser aprovechados por arqueólogos e historiadores futuros, se convierten así en punto de partida para multitud de estudios. Es en potencia, por lo tanto, un capítulo de la historia que nos es sugerido y que nos permite percibir el valor de los méritos del autor, siempre confirmados, como rospector arqueológico de campo.

Hemos de felicitarle pues -y felicitarnos- por esa grata y aleccionadora obra que viene a enriquecer y a divulgar la importancia histórica de Ubrique y su bello entorno serrano. Y quiero agradecérselo desde lo más profundo de mi corazón, primero como andaluz, y también como arqueólogo.

En el umbral de estas páginas, aprendamos del profesor Cabello su mejor lección: la sabiduría vivida y realista que marca toda su andadura larga y generosa, rica en frutos donados a los demás.


Salvador de Sancha Fernández, Sevilla 1987

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