Sus primeros pasos fueron en la marroquinería, primero trabajando en la petaquería de su padre, en la calle del Perdón, y más tarde llevando su propio negocio, en el número 60 de la calle San Sebastián, y, aunque no fue buen negociante y tuvo que cambiar el negocio de las petacas por la tiza, nunca olvidó sus orígenes y siempre estuvo investigando y recopilando información y material con la esperanza de montar algún día el Museo de la Piel y escribir un libro sobre la Historia de la Piel de Ubrique.
Hemos encontrado en su archivo un pequeño recorte de periódico, no sabemos de qué periódico (parece del Diario de Cádiz) ni de qué año (suponemos que de principios de los setenta), en el que se publica un artículo escrito por él mismo alabando el trabajo de los marroquineros y desgranando cuánta laboriosidad hay detrás de cada pieza hecha en Ubrique. Lo transcribimos a continuación:
UBRIQUE
¿TIENE USTED UNA CARTERA DE PIEL DE UBRIQUE?
¿No tiene usted ahí, a la mano, una cartera de Ubrique?
Yo quisiera decirle, lector amigo, con mis palabras, cuánto encierra esa pieza bellamente trabajada, dónde, cómo y quién la hizo.
Ubrique es un bonito pueblo andaluz, gaditano, lazo de unión de las tres provincias hermanas, Málaga, Sevilla y Cádiz. Si lo busca en el mapa es fácil encontrarlo. Está allí donde la provincia de Cádiz se cansó de ser campiña y llana para convertirse en agreste, casi salvaje y pina sierra gaditana. Pero si busca a Ubrique en el suelo bravío de sus montañas, qué difícil será su encuentro. El anfiteatro grandioso de sus montañas lo rodea, lo abraza, casi lo ahoga.
Ubrique es un valle florido, vergel casi divino, tranquilo, reposado, blanco purísimo, inquieto, trabajador, reflejos de sol en sus crestas escarpadas....
Y es ahí donde se hizo esa pieza que tiene usted en sus manos. Quizás otras manos femeninas, quizás las manos de un hombre la fabricaron. Pero no cabe duda de que el fino estilo y el más puro acabado de la misma salió de un ubriqueño. Si no de origen, al menos de adopción. Porque Ubrique es tan hospitalario y noble que siempre hace como dice la coplilla “no entiende ni de raza ni de colores” y todo aquel que pasa por sus puertas es tan hijo de Ubrique como el que más.
Fueron muchos años de preparación para que de esas manos saliera esa pieza bellamente labrada. Observe con qué cuidado se marca el paralelismo, sus centros de simetría, igualdad de sus ángulos. Con qué cuidado la acabaron. Es incomprensible que un trozo de piel, que vino de Valencia o Barcelona, o quizás del extranjero, en Ubrique se troceó, se modeló, rebajó, abrillantó y confeccionó un artículo de tal categoría que dudo que se encuentre igual de otros mercados.
Ubrique es un pueblo en pleno desarrollo. La industria de la piel abarca casi la totalidad de su mano de obra. No obstante, las industrias afines a la piel también están muy desarrolladas. Pueblo de creciente ritmo hace que la inmigración, no sólo de la provincia, sino de toda España, se sienta en ésta. Familias de gallegos, vascos, catalanes... se encuentran aquí. Es todo un pequeño mundo fabril.
Sus fábricas, talleres artesanos, tienen una característica especial, rebosan entusiasmo por conseguir el mejor acabado. Su estímulo para el trabajo es el amor a la pieza bien hecha y de su idiosincrasia un autor consagrado señaló: “Sensato y sobrio, tranquilo y religioso, como fueron sus antepasados; independiente, industrioso, robusto y valiente como pueblo de la Sierra”.
MANUEL CABELLO JANEIRO
Precioso como siempre, da gusto leer a Manuel Cabello.
ResponderEliminarGracias, Manuel Jesús. Un beso.
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