Max Aub, "El cojo"
Por Esperanza Cabello
Si algún día tienen ustedes mucho tiempo por delante, mucha paciencia y un gran interés por tener datos de nuestro pueblo les proponemos un juego:
Piensen un tema, por ejemplo "recetas" o "lecturas" o "arte" o "marineros" o cualquier otro elegido al azar o según sus gustos, elijan también una fecha, añadan el nombre de nuestro pueblo al tema y pónganlo en un buscador.
No se pueden hacer una idea de la cantidad de sorpresas que les esperan. Y tampoco pueden imaginar cómo aumenta a diario la cantidad de resultados posibles. Aún nos parece un poquito magia esto de "la red".
Nosotros aprovechamos un ratillo suelto para jugar a este nuevo juego y elegimos un tema que nos gusta: "libros". Es increíble la cantidad de cosas diferentes que encontramos en tan poco tiempo, y hemos elegido para ustedes tres de los resultados más especiales.
El primero, como ya habrán podido leer, es un extracto de un relato del escritor Max Aub, en el que habla de las petacas, y que nos ha recordado a los cosarios que llevaban y traían mercancías en la primera mitad del siglo pasado.
El segundo es un listado de la evolución del número de habitantes de Ubrique y Grazalema entre 1877 y 1975...
Siempre nos preguntamos cómo sería de grande nuestro pueblo, cuántos habitantes tendría. Pues ahí está, además nos llama la atención cómo a partir de 1920 el número de habitantes se ha ido multiplicando progresivamente.
El tercero (y último, por hoy) de los documentos que traemos es un poquito más llamativo, se trata de un extracto de una recopilación de Cartas y comunicaciones de la Comisión Federal de la Región Española, estudiando los movimientos obreros.
Se llama "El desertor de Ubrique", y es un acarta en la que se preocupan por la situación de José Domínguez, que no se presentó al regimiento en 1870, temiendo que se le formara un consejo de guerra. Justo en 1865 doscientas setenta mujeres ubriqueñas habían solicitado a las Cortes de la nación la abolición de las quintas, que obligaba a reclutar a uno de cada cinco jóvenes, quisieran o no. (En esta entrada de José María Gavira pueden leer la información).
Está claro que para el pobre José aún no había llegado la solución.
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mientras màs archivos se informaticen más resultados positivos aparecerán. Nuestros padres se pasaron horas y horas rebuscando en antiguos archivos y nos contaban con orgullo sus hallazgos, creo que sentimos la misma alegria que ellos cuando encontramos una imagen o una referencia de algo que andamos buscando, será la genética.
ResponderEliminar¡Ay! Esta genética va a poder con nosotros. Es como un gusanillo que no termina de dejarte tranquilo. Bueno, quizás sea mejor así, porque también da muchas satisfacciones ir encontrando cosillas, aunque no sean "hallazgos".
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