No a la tala de los árboles de los Callejones
Ubrique, otoño de 1989
Fotografía gentileza de Fernando Oliva
Por Esperanza Cabello
Hace un par de días nuestro hermano Manuel publicó una entrada "de luto" en Ubrique en Verde porque han talado la mayoría de los árboles de la plaza de Las Palmeras, por lo visto para colocar la feria.
Su protesta, a la que nos sumamos por supuesto (¿para qué plantar árboles si los talamos después?), nos recordó otra protesta que organizamos en 1989 y de la que, afortunadamente, nuestro compañero Fernando Oliva tomó esta fotografía, porque de lo contrario quizás pensáramos que aquello no podía haber sucedido.
Comenzaba el curso 1989, y en el ayuntamiento de nuestro pueblo algún "lumbrera" tuvo la genial idea de talar los árboles (centenarios ya) de los Callejones para poder hacer plazas de aparcamiento en esa avenida principal de la entrada de Ubrique.
La compañera de naturales (Paqui Ceacero) no entendía cómo todo el mundo se quedaba tan tranquilo ante la noticia de la tala de esos magníficos árboles. Habló en clase de la importancia de los árboles en general para todos nosotros e hicieron sus alumnos unos trabajos sobre los árboles del pueblo, de qué tipo eran, cuándo se habían sembrado, quiénes los habían plantado... A raíz de ese trabajo los niños empezaron a pensar que no merecía la pena que se cortaran, que los coches se podían aparcar en otro lugar.
Escribieron una carta para el señor alcalde y para el concejal de turno, explicándoles sus soluciones y proponiéndoles otros lugares para colocar los coches. Una vez escrita, pensaron que lo mejor era llevársela en mano.
Así que al día siguiente, con sus cartas escritas con buena letra, prepararon dos pancartas pidiendo que no se talaran los árboles... y un buen montón de alumnos con un puñado de maestros nos fuimos por los Callejones y la calle del Agua hasta la Plaza para entregar las cartas.
El alcalde no estaba, pero el concejal de turno tuvo una genial idea: como éramos "tan peligrosos" llamó al Gobierno Civil para avisarles de la manifestación ilegal que habían organizado unos "instigadores sediciosos que amenazaban" a las puertas del Ayuntamiento.
Desde nuestro centro de trabajo, en el que llevábamos la Jefatura de Estudios, nos avisaron rápidamente para que recogiéramos a los niños y los lleváramos al centro (cosa que hicimos rápidamente por el callejón del pescado y la calle San Eduardo) antes de que llegara la Guardia Civil.
Nuestra indignación no tenía nombre, aquel concejal (que después seguiría en la política) había avisado a las fuerzas de orden público contra unos niños y unos cuantos maestros (éramos seis o siete, los situados a la derecha de la fotografía) que en ningún momento habíamos alterado ningún tipo de orden, ni siquiera habíamos obstaculizado el tráfico en los Callejones.
Para más cinismo aún, el concejal vino al centro con un diccionario con el fin de explicarnos lo que significaba "talar". Le preguntamos indignados cómo se había atrevido a llamar al Gobierno Civil por la protesta de unos niños, y nos explicó que niños o de adultos, era ilegal porque para cualquier manifestación había que pedir permiso, cosa que realmente no habíamos hecho, ¡quién se iba a imaginar que llamaría al Gobierno Civil!
Por eso decimos que menos mal que está la fotografía, de lo contrario quizás hoy no creeríamos la historia, aunque les garantizamos que fue real, y, sea como fuera, conseguimos que no se talaran los árboles de los Callejones.
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Recuerdo aquel movimiento y guardo un grato recuerdo de Paqui ceacero. Sobre ese concejal, cuyo nombre desconozco, solo cabe preguntarme, tenemos los políticos que nos merecemos?
ResponderEliminarDecía un amigo mío que “las cosas para saberlas, hay que decirlas”. Echo en falta el nombre del lumbreras que efectuó la llamada ante el ataque del grupo de sediciosos ecologistas, armados hasta los dientes de razones.
ResponderEliminarQuizás alguien en los comentarios le ponga nombre al fulano.
De la brutal tala del paseo de las Palmeras, solo quiero decir que acompaño a los ubriqueños en el sentimiento, descansen en paz.
Yo creo que sé quien era el que llamó al Gobierno Civil. Seguro que era el mismo que siendo alcalde, años más tarde, volvió a llamar al Gobierno Civil para que la Guardia cargara contra los petaqueros y petaqueras que se manifestaban pacíficamente por mejoras en el convenio.
ResponderEliminarPero esta vez hubo muchos heridos y detenidos, y eso le costó más tarde la alcaldía. Aqui esta la noticia:
http://elpais.com/diario/2002/06/28/andalucia/1025216544_850215.html