Se acabó la feria de Ubrique 2012
Por Leandro Cabello
Nuestra feria empezó con fuerza este año, acabábamos de celebrar las fiestas de la Patrona y ya las calles empezaron a engalanarse con farolillos, banderolas y... petacabras.
Durante casi una semana hemos podido disfrutar de unas fiestas ancestrales y, como tenemos niños, como niños hemos disfrutado: de los cacharritos, de los cabezudos, de las bandas de música, de la algarabía...
Los cabezudos se han preparado cada mañana concienzudamente para recorrer, con una estela de niños y padres, muy animados con la música y las risas, todas las calles de Ubrique, anunciando cada mañana un nuevo día de feria.
Los cabezudos se han preparado en la ermita de San Pedro, y, a juzgar por las imágenes, se diría que son los ujieres del Duque de Arcos. Pero no, no son ujieres, son nuestros reyes de la feria, jeje.
Y como reyes han comenzado el recorrido cada mañana, sin que les faltara ni un solo detalle.
La primera parada: La Plaza, en ella se congregan los niños y niñas, siempre de la mano de los padres, para perseguir, admirar e incluso asustarse un poco con esos tipos tan grandes.
También los mayores se acercan, atraídos por la música de la banda que acompaña a la comitiva.
Los chavales (la chiburralea, que diríamos en ubriqueño) corretean entusiasmado al toro cabezudo, bueno, más bien el toro corretea a los chavales, y, como es un toro joven, también hemos pixelado su cara, no vaya a ser que no quiera salir en la foto el torito.
Hay que ser un niño y haber hecho de toro alguna feria para saber lo complicado que es el papel de toro y el calor que se pasa... pero merece la pena ¡Seguro!
Enfilamos la calle Botica con una sorpresa muy agradable: Reme, Manolo y Julia en el balcón de la que fuera la casa familiar de los Janeiro... Qué alegría nos da oír esos nombres tan familiares y tan queridos.
¿Cuántos años habrá visto alguien de la familia los cabezudos desde ese balcón? Pues desde que existan los cabezudos, porque la familia ya vivía allí hace más de cien años. Nuestra tatarabuela Ana Córdoba y nuestro tatarabuelo Manuel Janeiro López ya tenían en ese edificio una pequeña pensión a mediados del siglo XIX.
Y llegamos a los Callejones, niños y mayores siguen acompañando a los cabezudos, y nosotros también vamos detrás, por eso las fotografías son de espaldas.
Al llegar a la plaza de la Estrella, dos gigantes del pueblo se encaran frente a frente: el Petaquero y el Rey. No hay problema, son amigos de cada año, se saludan y siguen los dos disfrutando de la feria.
Por que el Petaquero y la Petaquera no se pierden una feria desde que fueron modelados. Primero en la plaza y ahora en la glorieta, los dos están atentos feria tras feria admirando los festejos.
Este año, por cierto, los petaqueros, y nosotros, no hemos parado de oir la tómbola, que, como siempre, pone de moda algo, pero ya no es una muñeca ni "otro perrito piloto", sino las tablets. No las tablets de turrón, sino las tablets de megas. ¡Cómo nos modernizamos!
Y en la feria hemos disfrutado también de los cacharritos, que hemos tenido que atravesar la avenida una y mil veces, eso de tener dos niños ya un poco mayorcitos hace que tengamos que ir de lado a lado buscando cacharritos.
¡Buen salto, Laura! ¡Estupendo, Leandro!
Pero hoy hay que echar el cerrojazo a la feria, y despedirnos de las casetas, que han tenido un ambiente bullicioso y alegre a diario.
Hoy echamos un vistazo a la sierra de Ubrique buscando nuevos paseítos para el otoño.
Y estamos muy contentos de poder pensar en nuevas rutas por nuestra sierra, aprovechando la luz de final del verano y el buen tiempo que vendrá, más fresquito y, ojalá, un poco más húmedo.
Quizás mañana empiece, pero será mejor elegir un acceso más suave. Esos son nuestros pensamientos mientras que la feria, poquitro a poco, se va cerrando. Volverá el año que viene, como siempre.
Aunque Leandro no puede evitar la decepción mientras los encargados van empaquetando a los simpáticos cabezudos y metiéndolos en un camión. ¡Ay! Qué triste despedida!
Y Laura se despide del cartel de feria de este año (magnífico trabajo de José Antonio Martel), pero mira, esperanzada, el cartel de la noche carnavalesca...
¿Queda mucho para Carnaval, papá? Tendremos que empezar a pensar en otra petacabra, además de la del trabajo, que resonará mañana en todas las petaquerías de Ubrique.
¡Se acabó la feria, se acabó el verano! Lo mejor es que el año que viene habrá más.
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Estupenda crónica para los que no hemos pisado el recinto ferial ni seguido nustras fiestas locales... Me ha parecido vivirla desde tus comentarios. Gracias y felicidades!
ResponderEliminarNosotros tampoco hemos ido este año, pero es verdad que con las fotos de Leandro parece que se revive la feria, y puedes reinventarla como tú quieras. Un beso, Seño.
ResponderEliminarYo solo he ido para el reportajejejeje
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