Una petaca original, un mechero de mecha y papel de liar cigarrillos
Elementos imprescindibles en el "hatillo" masculino del siglo pasado
Por Esperanza Cabello
Encontrar en una caja, como si de una cápsula del tiempo se tratara, algunos objetos personales de un ubriqueño nacido a finales del siglo XIX, es un tesoro que no tiene ningún desperdicio.
Una petaca de ubrique, llena de fina picadura de tabaco (seguramente de contrabando), gastada por el uso y por el tiempo. Un mechero de yesca, como el que utilizaban nuestros abuelos y nuestros bisabuelos, y como el que aún podemos encontrar en el estanco de los Callejones, y un paquetito de papel de liar "Girafa" (con "g", como en francés) semi gastado.
Es increíble cómo estos tres humildes objetos nos hablan de otra época y de otros tiempos, de unos momentos muy difíciles y muy duros para algunos ubriqueños.
La petaca de Ubrique (sin sello) llena de picadura de tabaco
y el papel de liar, ya "muy moderno" que se podía pegar
Uno de estos objetos, a pesar de su modestia, habla por todos nosotros de nuestro trabajo, de nuestra tradición, de nuestro patrimonio y de lo mucho que Ubrique y los petaqueros ubriqueños hicieron y siguen haciendo con su trabajo.
Es la petaca, la que nos dió fama y renombre mundiales, la que hizo del nuestro un pueblo conocido por el trabajo constante, meticuloso y bien hecho, la que consiguió que algunos pensaran que "el ubrique" era un animal de piel muy apreciada.
La pieza que, cortada por hombres en las petaquerías y cosida por mujeres con milimétricas puntadas en los bojes anduvo de mano en mano durante tantísimos años, convirtiéndose en objeto imprescindible para nuestros abuelos y nuestros bisabuelos y convirtiendo el nombre de nuestro pueblo en una referencia de calidad, artesanía y prestigio.
Podría ser la petaca de nuestro bisabuelo Manuel Janeiro, o de nuestro bisabuelo Francisco Izquierdo, e incluso de nuestros abuelos Paco o Leandro. El caso es que ningún ubriqueño en los años veinte o treinta podía prescindir de ella.
Podría ser la petaca de nuestro bisabuelo Manuel Janeiro, o de nuestro bisabuelo Francisco Izquierdo, e incluso de nuestros abuelos Paco o Leandro. El caso es que ningún ubriqueño en los años veinte o treinta podía prescindir de ella.
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Ahora que el precio del tabaco se ha puesto por las nubes, se ha vuelto al tabaco de liar, pero se suele lleva el tabaco en las bolsas de plastico donde vienen embasado.
ResponderEliminarYo tengo la fortuna de tener amigos en Ubrique y uno de ellos me regalo una petaca de cuero legitimo.
¡Poco contento que estoy con ella! y es que lo autentico...
Pues lo mismo es cuestión de relanzar las petacas como artículo de primera necesidad para los fumadores. Una idea empresarial que no hay que desdeñar, jeje
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