Casa Cabello
Confecciones, camisería, tejidos
Géneros de punto, lanas
Por Esperanza Cabello
Nuestra tía Remedios Cabello nos ha dado hoy una gran alegría enviándonos una fotografía muy especial: el papel de envolver de la tienda de nuestro abuelo Paco y nuestras tías Joaquina y Ana María.
Ese papel nos ha hecho revivir tantos recuerdos... toda una vida yendo y viniendo de la casa a la tienda de abuelo Paco. Su máquina de escribir, su butaca de mimbre, sus discos de Carlos Gardel, sus gafas siempre pequeñas, sus cuentas, su monederito (siempre nos daba unas monedas para comprar en el quiosco de la Panala), y sus bromas y cariños de abuelo.
Nos escribió largas cartas mientras estudiábamos en Ronda, diciéndonos cuánto nos echaba de menos, y siempre, siempre, lo recordaremos como un abuelo cariñoso y paciente, muy pendiente de nosotros, y gustoso de jugar y escuchar a sus nietos.
El mejor plantel de primas
Isabelita Álvarez, Joaquina Cabello, Joaquina Sánchez de Medina, Ana María y Angelita
Fotografía enviada por Lupe Quirós, hija de Joaquina
Y en el mostrador, las tías Joaquina y Ana María. La alegría y la amabilidad personificadas, siempre atentas, siempre pendientes, siempre haciéndonos regalitos, siempre con risas, con guiños.
Les encantaba su trabajo, recorrían los almacenes buscando los productos más adecuados y eran muy buenas vendedoras, capaces de vender hasta hielo en Alaska.
Siempre nos decían piropos y nos dejaban curiosear, con una paciencia infinita, por la tienda y la trastienda.
Nuestras tías eran el alma de la tienda: siempre amistosas y acogedoras, abrían de sol a sol y trabajaban sin pereza. Si una clienta quería algo especial, se lo buscaban, y si era la hora del café, invitaban a las clientas a café de lo de Barrera.
Y su prima Isabelita las acompañaba constantemente, a pesar de su propio trabajo y sus obligaciones. Tenían una relación tan especial que aún hoy en día, a pesar de la distancia y de las ausencias, se mantiene a diario.
Cuando llegaba la nueva temporada íbamos a la tienda con nuestra madre a renovar todo el vestuario (¡Éramos cinco!) y siempre tenían un detallito especial con nosotros.
Aún conservamos un peine violeta con forma de sirena, que era la modernidad hecha objeto, que nos regalaron a principios de los setenta.
En el mostrador de la tienda, 1962
Para nosotros se trata de una fotografía muy especial. Nuestra tía Remedios nos la ha enviado al mismo tiempo que la del papel de envolver de la tienda, y ahí estamos, en el mostrador de la tienda con la faldita plisada y los zapatitos que aún conservamos, hechos a mano en Ubrique, cuando los zapateros aún confeccionaban zapatos.
Nos encanta pensar en aquellos días, en aquellos lugares, en aquel mostrador tan moderno, de formica y plástico de colores, y en toda la fiesta que tías y abuelos nos hacían cada vez que entrábamos por aquella puerta.
Por siempre agradeceremos poder conservar esos lindos recuerdos, llenos de alegría, de felicidad, de bienestar y de personas queridas.
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Cada vez que me afeito y me veo la pequeña cicatriz debajo del labio, me acuerdo de que me contaron que me la hice en el escalón de la entrada de la misteriosa tienda de abuelo Paco.
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