Cartilla de racionamiento de abuela Natalia
Para poder comprar el pan
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Para poder comprar el pan
Por Esperanza Cabello
Fueron años difíciles, años que realmente no podemos ni siquiera comprender, años de miserias, de mentiras, de traiciones, de silencio, de tragedia...
Pero la vida en este pequeño pueblo de la Sierra de Cadiz, continuaba con esperanza, cada familia intentando un mañana mejor para sus hijos, intentando ocultar ciertos hechos del pasado, intentando pasar desapercibidos, no fuera a ser que alguien sospechara algo.
Los que nacimos mucho más tarde jamás podremos hacernos una idea de cuánto sufrieron nuestros padres, nuestros bisabuelos y nuestros abuelos, de cuántas penalidades y fatigas pasaron para mantener las familias en pie, a pesar de la cárcel, a pesar de las muertes, a pesar de las meledicencias de los pueblos, a pesar de las envidias y de las rencillas.
Algunos se arrogaron el derecho de disponer de la vida y la muerte de los demás, otros, desesperados de tanta muerte, se resignaron a continuar viviendo como les decían.
Algunas familias tuvieron más suerte que otras, pero en todas ellas hubo sufrimiento.
Y las personas buenas, como nuestras abuelas, intentaron siempre paliar en la medida de lo posible el sufrimiento de los demás: compartiendo el pan, dando cobijo, incluso escondiendo a los perseguidos para protegerlos.
Hoy hemos encontrado las cartillas de racionamiento de la casa de nuestra abuela Natalia, cortados uno a uno los cupones del pan.
Y esta es la cartilla de nuestra abuela, ya casi de los años cincuenta, en los que por fin había pan.
Nos suena a película americana, a tiempos muy lejanos, pero nuestros padres y nuestros abuelos vivieron esa pesadilla.
¡Ojalá nunca se repita!
La cartilla estaba adscrita a la panadería de Joaquín Peña Blanco, afortunadamente aún vive Joaquín.
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