Juan y Juan, el 8 de septiembre de 2015
Fotografía de Leandro Cabello
Por Esperanza Cabello
Como todos nuestros amigos saben, el pasado ocho de septiembre nuestra familia vivió una experiencia entrañable y feliz. Tuvimos la oportunidad de descubrir, en la fachada de la casa natal de nuestro padre, una placa de cerámica, obra de la ceramista local Alicia Reina, en recuerdo a Manuel Cabello Janeiro.
Fue un día marcado por la alegría y la nostalgia al mismo tiempo. La alegría de saber que su recuerdo perdurará también en su casa y la nostalgia de todos los seres queridos que no podían estar ya con nosotros.
Y como se trataba de un acontecimiento familiar, allí estaba la familia. Sus hermanos, sus hijos, sus nietos, sus sobrinos y sobrinas con sus hijos e hijas...
También algunos de nuestros amigos, a los que agradecemos muchísimo que quisieran acompañarnos ese día tan señalado para nosotros.
Entre las personas queridas y apreciadas también había compañeros, maestros, vecinos, miembros de la asociación de la plaza de la Verdura, nuestra flamante alcaldesa y su teniente de alcalde, componentes de la Coral Ocurris Populi...
Pero hoy queremos enviar nuestro mayor agradecimiento a dos de los amigos "eternos" de nuestro padre: Juan Ardila y Juan Román.
Cuando preparábamos el pequeño homenaje teníamos claro que sería un acto sencillo, pero queríamos avisar a sus amigos. Emociona pensar que la mayoría de sus amigos no podían acompañarnos ese día, a veces no nos damos cuenta de lo rápidamente que avanza la vida y de cómo nos van dejando nuestros mayores.
Pero entre sus amigos hay tres que siempre han estado a su lado y hoy siguen con nosotros: Luis Vilches (en cuya representación vino nuestro querido Rafael, como un hermano más), Juan Román y Juan Ardila.
Juan Román, esposo de nuestra tía María Teresa, ha formado parte de nuestra vida desde siempre. Un hombre educado, sencillo, trabajador y muy activo.
Lo recordamos charlando con nuestro padre, uniéndose a los paseos por el monte, a las excursiones, a las reuniones familiares. Tantas veces con la familia de Ronda, o con Pepe y Juana.
Juan lleva sus años magníficamente, y nos encantó verlo en al plaza, tan morenito y con tan buena forma, puntual y dispuesto, una vez más, a acompañar a la familia.
Juan Ardila es mucho más joven que nuestro padre, pero comenzaron a trabar amistad a principios de los setenta, a causa de las excavaciones en el Salto de la Mora. Juan tenía una empresa de albañilería, que continúan sus hijos, y como contratista llevó a cabo muchos trabajos con nuestro padre.
Los dos fueron amigos en mejores y peores momentos, y las dos familias crecieron a la par, atando lazos de cariño y de amistad.
Los recordamos a los dos en muchísimas oacsiones, Juan estaba siempre dispuesto a hacer un favor, a buscar lo que fuera, a emprender cualquiera de las empresas que nuestro padre iba proponiendo.
Y allí estaba el ocho de septiembre, como un pincel, como siempre, un amigo fiel, listo para acompañarnos una vez más en este momento familiar tan importante.
Hoy, aunque ya han pasado algunas semanas, queremos expresar a los dos amigos la gratitud y el cariño de toda la familia.
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Con el alma henchida de gozo viendo en el mismo banco de La Plaza a mis Juanes preferidos. Toda la vida recibiendo su cariño y su empatía...
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