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viernes, 30 de diciembre de 2016

Año de despedidas

 Consuelo Bohórquez, Esperanza Izquierdo y Carmen Sánchez  
Ubrique, febrero 2015  


Por Esperanza Cabello

A estas alturas del año, en otras ocasiones, estaríamos preparando una "bonita" felicitación deseando paz, prosperidad y salud para todos para el año próximo. Pero el año 2016 ha resultado ser un año torcido, parece que aquel letrero olvidado era premonitorio,  y que la muerte de nuestra perrita solo fue el comienzo, porque hemos tenido que lamentar tantas pérdidas que realmente es un año para olvidar.
Hoy es treinta de diciembre, y hace exactamente seis meses que murió nuestra madre. No ha pasado ni un solo día, ni un solo rato en estos meses en que no hayamos pensado en ella, no solo como en una madre que no está, sino como en una madre que continúa aquí, entre nosotros. A veces hasta hemos olvidado los malos momentos y hemos intentado llamarla para contarle algo o para saber si seguía bien.
Pero a la par que nuestra madre se han ido muchas otras personas cercanas, tantas que sería casi imposible intentar  mencionarlas a todas, la mayoría de ellas han sido madres de nuestros amigos, la de Jean Michel, la de Inmaculada, la de María José, la de Pepi, la de Tere, la de Carmen, la de Maria de los Ángeles, la de Paco, el padre de Mari Carmen... También hemos perdido a nuestros tíos: a tita Carmen, a Isabelita, a tito Pepe Luis y a la tía Joaquina, la madre de Lupe. También  a muchos amigos, vecinos y personas queridas y conocidas: a Antoñín, a Elena, a Antonia Bernal, la madrina; a Antonio, a Juan, a Sagrario, a Carmen, a Rafael, a Milagros. Muchos se han ido demasiado pronto, y algunos, como Pedro Lobato, han dejado una huella que perdurará siempre, dejando su obra como legado para todos y haciendo que su nombre quede para siempre recordando su arte. 

Así que hoy, un día antes de que termine oficialmente este año funesto, nosotros vamos a cerrarlo ya, que ya es hora, con todo nuestro cariño para los y las que nos han dejado, pero permanecerán siempre en nuestros recuerdos; para las que este año no comerán las uvas con nosotros, pero nos enseñaron a comerlas cada fin de año; para las que ya no pasearán más por la avenida ni tomarán más cervecitas, pero que nos llevaron tantas veces de paseo; para las que permanecerán  siempre cerca de nosotros, en nosotros mismos.





Y, por encima de todo, con todo nuestro cariño para nuestra madre, que formó con  nosotros, junto a nuestro padre, una estupenda familia, en la que cada uno tiene su lugar y en la que todos juntos seguimos, afortunadamente, formando una piña perdurable y resistente.

Y ahora, cerrado ya por nuestra parte este 2016 torcido, solo nos queda desear a todos un mejor 2017 en el que la alegría, la familia, la salud y la tranquilidad formen parte de todos nuestros días.


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