Artículo de Robustiano del Canto
Publicado en Ubrique Información en abril de 1995
Reproducimos fielmente a continuación un artículo de Robustiano del Canto con imágenes de Juande publicado en Ubrique Información en abril de 1995. Se trata de un homenaje a la Corporación Municipal que restauró el San Antonio y reconstruyó la torre tal y como la conocemos actualmente. Nos ha parecido muy interesante y, aunque son historias que los ubriqueños conocíamos antes (la anécdota de la tarta y el pastelero por ejemplo, o que el edificio ABC está dedicado a esta torre: Admirable, Bellísima y Contemplada, no queremos que se pierdan en el olvido.
Admirable, Bellísima
y Contemplada torre
HOMENAJE A LA
CORPORACIÓN QUE CONSTRUYÓ EL SAN ANTONIO
Dibujo del aspecto que presentaba
la torre en su inauguración, con lámparas de carburo
La torre del San Antonio quedó
inaugurada el 31 de diciembre de 1886. El acontecimiento fue festejado por
todos los ubriqueños que se concentraron en La Plaza para tomar ante el
monumento las doce uvas, conmemorando así el comienzo del nuevo año con vítores
a la torre artesana y a su alcalde confitero
ROBUSTIANO DEL CANTO
La
Corporación que gobernó de 1884 a 1888 fue elegida por el pueblo en unas
elecciones municipales en las que vencieron los liberales. Todos los elegidos
eran paisanos muy conocidos en Ubrique, trabajadores y empresarios de los
gremios más estimados, gente de confianza y responsables que mandaron bien, según
mi modesta opinión.
El
pueblo estaba contento y en armonía, claro que como a todos los que manda se
les criticaría, sobre todo mediante coplillas de Carnaval, y concretamente en
el de 1887. Ubrique entonces tenía unos 4.000 habitantes, de los cuales siete u
ocho constituían la plantilla del ayuntamiento, todos ellos paisanos y de clase
sencilla.
En
esta época, tras el fracaso de la I Republica, España entró en una nueva fase
de Restauración monárquica, comprendida entre los años 1875 y 1898. Durante la Constitución
instaurada en este periodo, siendo rey de España Alfonso XII, cada cuatro años
se celebraban en todos los pueblos y capitales de la nación elecciones para
designar los concejales en los ayuntamientos.
Los
dos políticos más importantes en ese régimen, Cánovas y Sagasta, implantaron el
sistema de bipartidismo, alternando un gobierno liberal y otro conservador. En
Ubrique también se consolidó esta política del turnismo, siendo las elecciones concertadas de antemano,
organizándose un banquete en el casino de los ricos y otro menos al pueblo
llano.
De las urnas,
según las actas capitulares, salieron elegidos los liberales. Así, nueve
personas conformaron la corporación local: el alcalde, don Ángel Misut Muñoz,
industrial de confitería y persona muy popular, y como concejales Manuel
Morales, de profesión albañil; Ricardo Vecina, industrial de petacas; Juan
Muñoz, herrero; José Angulo, tenerario; Cristóbal Gil, herrero; Cristóbal
Guerrero, industrial de curtidos; Ignacio Rodríguez, industrial de tejidos;
Juan Dorado, carpintero; y como suplente Manuel Agüera, campesino. Todos ellos
ocupaban los más fuertes oficios de entonces.
Lo
primero que hizo la Corporación municipal de Ubrique fue subir los impuestos
que se cobraban en las casillas de arbitrios municipales a la entrada del
pueblo.
La
inauguración de la torre del San Antonio quedó retrasada hasta finales de año,
ya que faltaba el reloj y tardó en llegar. En la navidad del año 1886 se
hicieron los preparativos, adornando la torre con banderas y para que se viera
bien el reloj se iluminó con lámparas de carburo.
A
las doce de la noche del 31 de diciembre de 1886, con acompañamiento de la
Banda Municipal de Música, dio el reloj las primeras campanadas. En La Plaza,
los concurrentes se comieron las uvas, vitoreando el año nuevo. Se sucedieron
los vítores al señor alcalde y a su corporación, a Ubrique, a la torre del
alcalde confitero, a la torre del San Antonio y hasta hubo quien dijo “¡Viva la
torre petaquera, viva al torre artesanal!”.
Aquel
mismo día se estrenó también el hermoso candelabro de La Plaza así como los
canapés de hierro y tablas que aún se conservan.
Solo
se echó de menos al querido Ricardito Vecina, que no pudo ver su obra terminada
ya que murió el 18 de julio de ese mismo año. A él le debemos el especial
diseño de la torre, que aunque sea simbólicamente introduce en sus filigranas
todos los instrumentos propios del petaquero de entonces.
Al
día siguiente, en el salón de sesiones del Ayuntamiento, se sirvió un
refrigerio para el personal del mismo, clero y autoridades, donde una gran
tarta con la forma y color de la torre acompañó la celebración. Seguramente los
gastos extraordinarios del banquete corrieron a cargo del municipio, y al igual
que el concejal carpintero y los herreros, también el pastelero pasó factura.
Por ello, las coplas del Carnaval de entonces hicieron referencia a este
asunto, Así, la murga llamada “Gentes populares y con buenísimo humor”, con
tipo de confiteros, contaban una coplilla titulada Al mal tiempo buena cara:
Con la
realización de la torre
Y sus gastos
adicionales
Los arbitrios
aumentaron
Y se llenaron
las arcas municipales
Al mal tiempo
buena cara
Todos pagamos
las obras de la torre
Sin ninguna
zozobra
A unos
beneficiaron
Y a muchos
perjudicaron
Al mal tiempo
buena cara
Ya se
inauguró la torre
Tras las doce
campanadas
Por su
alcalde confitero y concejales
Y la bamba a
disfrutar
Al mal tiempo
buena cara
El testimonio
monumental que nos dejaron a través del San Antonio ha sido un gran legado histórico
que ha dado realce a Ubrique. Imagen adoptada en membretes de cartas y para
todo tipo de propaganda, como ocurrió con la antigua fábrica de petacas San
Antonio, La Serrana. Un galardón a nuestra artesanía mundialmente conocida.
La gente
siempre admiró esta torre. Cuánta propaganda se ha hecho de ella. La vimos en
el primer anuncio de televisión, dando el petaquero sonido a la patacabra. Y,
por último, cuando don Emilio Santamaría de joven llegó a Ubrique en 1912, siendo
viajante de Lorenzo Chacón Viruez, aquella mañana se embobó al verla y decía “No
he visto ninguna igual. ¡Qué belleza y qué contemplativa está!”.
El San Antonio aún queda ponerlo más bonito y más importante. Como nuestro convento de capuchinos fue mejorado. Yo sugiero que las casa que están al lado se derriben y se haga un anexo al San Antonio para que lo embellezca aún más.Y que la parte de abajo-donde vivía el médico y la peña flamenca se haga un jardín con escalones para subir al San Antonio durante el día y que por la noche se cierre igual que el parque Alberti. En Definitiva que se engrandezca esa zona para deleite de los ubriqueño y de los visitantes.
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