Petaca de Ubrique
Gentileza de nuestro amigo Juan Gutiérrez
Por Esperanza Cabello
Tenemos la suerte y el privilegio de contar con muchos amigos muy especiales, y Juan Gutiérrez, nuestro antiguo compañero de docencia, es uno de ellos. En varias ocasiones nos ha dado una magnífica sorpresa regalándonos petacas de Ubrique que adquiere en diversos mercadillos. Y esta semana, con ocasión de la jubilación de nuestro hermano Francisco, nos hemos reunido los compañeros de Las Cumbres y Juan nos ha traído tres "cachas" (cada una de las partes de una petaca) que, en principio, parecían independientes, aunque pudimos comprobar que dos de ellas encajaban, formando una petaca completa, quizás de los cuarenta.
Las dos cachas de una antigua petaca de Ubrique
Es una bonita pieza, gastada por el uso pero con las costuras en perfecto estado y la piel bastante flexible aún, la mimaremos y la añadiremos a nuestra pequeña colección.
La otra pieza es la parte interior de una petaca, muy original, por cierto, pues la piel está taladrada con pequeños agujeritos simétricos, nunca habíamos visto una petaca igual.
Nuestro padre explica en sus escritos que uno de los primitivos usos de las petacas que eran utilizadas por los arrieros era a modo de vaso, para beber. Imaginamos que este modelo, ya mucho más moderno, no serviría mucho para ese fin, pero seguro que el aroma a tabaco se extendía con facilidad gracias a estos minúsculos agujeros.
Nuestro padre pasó los últimos años de su vida buscando petacas para un futuro Museo de la Piel de Ubrique, y compró muchas en los mercadillos cercanos a nuestro pueblo. Cada domingo que iba a Jerez, a Cádiz,a Fuengirola, a Málaga y encontraba una pieza para su colección volvía contentísimo a casa, y nos explicaba los pormenores de su hallazgo.
Nosotros no somos demasiado expertos en mercadillos, pero continuamos con esta colección que comenzó nuestro abuelo Paco y siguió nuestro padre, y buscamos petacas en páginas de internet. La verdad es que conseguimos encontrar algunas piezas, y nos interesamos sobre todo por las menos usuales, las que están selladas o repujadas.
Estas son algunas de las petacas de este verano, deben de ser de los sesenta, y tienen unos repujados preciosos, no sabemos quién fue el artista repujador que las hizo, ni quién fue el patronista, pero se trata, sin lugar a dudas, de verdaderas obras de arte.
En Ubrique se fabricaron, desde mediados del siglo XIX hasta los setenta, cientos de miles de petacas, la mayoría de esas piezas habrá desaparecido para siempre, pero seguro que una pequeña parte sigue existiendo en los cajones de las cómodas familiares, en los desvanes, en los altillos, y sería fantástico poder conservar en nuestro Museo de la Piel una buena parte de las petacas que aún existen.
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