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martes, 14 de noviembre de 2017

El discurso de María del Carmen López



Hoy publicamos el discurso que María del Carmen López Sánchez pronunció el pasado viernes, 10 de noviembre, en el Convento de Capuchinos de Ubrique, con motivo de la inauguración de la exposición conjunta de don Manuel Pérez Trastoy y don José Luis López Núñez.
Agradecemos a María del Carmen la amabilidad de compartir con nosotros su discurso y a Isabel Gómez García, alcaldesa de Ubrique, la gentileza de compartir algunas fotografías de este evento, con el salón de exposiciones lleno hasta la bandera.







Por María del Carmen López Sánchez





“Va por vosotros, pero en el trasfondo, se suma alguien más, mi Álvaro; él despierta parte del sentir que hoy manifiesto”.

Buenas noches a todos y todas. Bienvenidos a este entrañable lugar en la historia de Ubrique: el comedor –o parte de él- del convento. Importante en la historia del pueblo y no menos en mi historia personal, aquí, aprendí valores, encause mi rebeldía y consolide la amistad… Pero sobre todo, ¡bienvenido a este punto de encuentro con el arte!.
Estas paredes, que al igual que escucharon en su día las lecturas sobre reglas franciscanas y vidas santificadas, mientras sus enclaustrados comían. Donde aprendieron a leer distintas  generaciones en distintas etapas de nuestro pueblo. Donde también resonó el silencio del abandono durante años… Estas paredes, desde hace más de dos décadas, es lugar que acoge distintas modalidades de arte… Y aquí nos han convocado.
Pero a partir de hoy, estos muros podrán añadir a su curriculum una exposición más especial. Porque hoy, se “casa” aquí,  la papiroflexia con la pintura, los une un mismo fin, expresarse, volcar en lo que hacen: ¡ lo que sienten! y eso, con los artistas de esta noche, va más allá de la visión o poder caminar… Porque se une a D. José Luis López Núñez con D. Manuel Pérez Trastoy, en pareja de hecho ¡no!, en pareja de artistas que hoy dan su sí, para mostrarnos que el arte no necesita ni ver, ni poder mantenerse en pie.
Nos reunimos, ahora, aquí, en nombre de la equidad, no de la igualdad (la igualdad parece ser esa medida, ese rasero, que nivela todo y lo que se sale de ahí, ¡no es válido!)… pero cuando hablamos del ser humano de sus posibilidades ¿Cómo aplicar ese rasero? ¿Quién  puede ser el medidor? ¿Quién tiene los cánones reales? ¿La sociedad y sus sistemas? ¿Quiénes la dirigen?
Dentro, en lo más profundo de cada ser humano, habita con nosotros, con cada uno: deseos, sueños, sentimientos,  capacidades, intentos, superaciones… y eso es lo esencial, lo vital, es la dinamo que nos mueve, nos cambia y nos transforma… y eso ¡¡¡no es medible!!!
Después estará nuestro físico, el armazón sobre el que se sostienen: órganos, vísceras, miembros partes del cuerpo, si, pero no la esencia de la persona... Paradojas de la vida: mientras los primeros crecen con el tiempo, estos, los físicos van deteriorándose con él.
Pero seguimos  viendo el “envoltorio”, nuestros ojos no están capacitados para ver más allá y lo arreglamos llamando, a todo el que no es igual: discapacidaddis (de negación y capacidad  ( de cualidades, aptitudes…) ¿Quién coloco ese dis delante? ¿Quién construyo esa palabra que separa, divide, mide al ser humano?...  Esa “mal llamada discapacidad que nos anula la visión y no impide llegar a descubrir a esa persona que es: “diferente”, pero ¡con capacidades!.
Discapacitada, diría yo, una sociedad que fue pensada y “educada” en unos modelos de igualdad donde lo que se diferencia, la desestabiliza. En una sociedad donde las   limitaciones no son toleradas, tal vez, porque no se sepan afrontar.
A forma de ejemplo práctico: nos encontramos con personas, que son como ese lienzo en blanco- con el que se enfrenta José Luis-, o esas tiras de papel- que palpa D. Manuel- y con las que no sabemos qué hacer, cómo hacerle frente… nos exigen imaginación, creatividad, esfuerzos y recursos para los que no tenemos respuestas ciertas… tal vez porque nunca, nos hemos preguntado cómo hacerlo, o cómo relacionarnos…
Pero vayamos a la obra expuesta... Caminemos por una de esas calles de nuestro pueblo, miremos el San Antonio,  lentamente, al ritmo de los pies de José Luís. Observemos ese coche y sintamos las aristas del papel en nuestras manos, como D. Manuel, buscando la medida a través del tacto. Ese balcón cuajado de flores, ese joyero de ángulos perfectos. O ese Ubrique “descolocado” en sus elementos que nos interpela o esas lámparas que alumbran nuestras oscuridades…
Detengámonos y disfrutemos de cómo dos personas más de nuestro pueblo, uno nacido en la Pilita Abajo y el otro venido de Galicia, pero más de Ubrique ya que un “monedero de tacón”, nos convocan para mostrarnos su obra.
Mirémosla, recreémosno en cada una de esas expresiones artísticas, busquemos y busquémonos a nosotros mismos, lo que nos provoca esa visión, lo que despierta en mí, en vosotros: deseos, rabia, alegría, miedos, superación… Porque ahí nos encontraremos, encontraremos la equidad. Ya nos lo decía el Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Y lo esencial, no tiene en su vocabulario esa palabra, esa barrera de la discapacidad.
Disfrutemos, esta noche, no sólo de las obras, también de la amistad, porque de eso, si que son dos artistas José Luis y Manuel.

                                                                                                                   La Perla
                                                                                                                  Noviembre-17








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