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lunes, 25 de junio de 2018

El Rubio de Ubrique. Cuento

El Rubio de Ubrique. Cuento de Narciso Díaz Escovar
Publicado en Blanco y Negro. Octubre 1928


Por Esperanza Cabello

Hemos encontrado, entre las revistas de nuestro padre, un ejemplar de Blanco y Negro de 1928 en el que hay una historia llamada "El Rubio de Ubrique".
Se trata de un cuento escrito a principios del siglo pasado por el malagueño Narciso Díaz Escovar (en este enlace) e ilustrado por el dibujante Máximo Ramos (1880-1949) que no tiene nada de real, si exceptuamos el entorno y que relamente han existido "rubios", "rubitos", "rubiales" y "rubis" en Ubrique.
Dedicado a nuestro Hijo Predilecto de Ubrique, don Bartolomé Pérez Sánchez de Medina, "El Rubio de Ubrique" y a nuestro Rubio particular😉



CUENTOS DE LA SERRANÍA. EL RUBIO DE UBRIQUE

POR NARCISO DÍAZ ESCOBAR



Los pueblos de la serranía rondeña temblaban al solo nombre de Matías, el Rubio de  Ubrique.

No era para menos. Este bandido había cometido crímenes, y la fantasía popular los había adornado de tal modo, que hasta el de menos importancia aparecía como un delito de esos que el Código castiga con la pena de muerte.

Matías, siendo joven, por cuestión de mujeres, riñó con un convecino suyo, se arremetieron navaja en mano, y su rival quedó muerto a consecuencia de una herida en el cuello. La causa de Matías la presentaron los parientes del muerto, que eran bastante amigos del escribano, con tan negros caracteres, que el matador fue condenado a diez y siete años de reclusión.

                Pero no fue solo esto, sino que una tarde un hermano del muerto se encontró en el Arroyo del Pilar Hondo, a la salida del pueblo, a la anciana madre de Matías. No contento con insultarla, la abofeteó y empujó, pisoteándola cuando estaba caída.

                Aquella heroicidad llegó a oídos del Rubio de Ubrique, que juró vengarse cuando saliese del presidio.

No había en el penal recluso más obediente, de mejor conducta y de menos vicios. El director lo puso de portero de la oficina y se interesó seriamente por él. Este comportamiento y el no tener anteriores notas penales en su hoja hizo que le incluyeran en varios indultos, lo que dio como resultado que a los siete años de ingreso en la penitenciaría le diesen la libertad.

Desde el penal se fue a Villanueva del Cerro, poblado donde habitaba el que abofeteó y pisoteó a su viejecita querida.

Lo halló en una era, trillando y muy ajeno de la escena que le esperaba.

-Vengo a matarte, canalla.

Su enemigo alzó la cara y palideció:

-Eres... tú... ¿Es que te has escapado?

El de Ubrique replicó:

-Maldito lo que te importa. Defiéndete o te mataré como a un perro rabioso.

Lucharon y Matías dejó cadáver a su adversario, partido el corazón por una bala bien dirigida.

Desde aquel día el Rubio de Ubrique fue el bandido terror de aquellos sitios. Salía a la carretera y desvalijaba a los viajeros, amenazando a los que se resistían y llegando a realizar toda clase de audacias. Una vez llegó a apoderarse, unido a los hombres que le seguían, del cajero del Banco de la capital, a pesar de la escolta que lo custodiaba. Varias veces se tiroteó con la Guardia Civil, y aunque ésta hizo heroicidades por capturarle, supo escapar atravesando aquellos bosques llenos de encinas y acebuches y las montañas salpicadas de cuevas que casi eran nidos de águilas.

                En el poblado de Encinares el miedo al bandido era inmenso, pues en una ocasión el Rubio de Ubrique dio un tiro en el pecho, salvándose de la muerte por milagro el recaudador de contribuciones y una paliza que le hizo guardar cama dos meses al aguacil del Municipio.

                Al dar las oraciones la campana de la iglesia todo el mundo se encerraba en su casa, y las comadres, dando rienda suelta a la fantasía, contaban mil historias terroríficas del ladrón. Hasta el sacristán del pueblo, el bonachón de Paulino el Tuerto, había compuesto una romanza que empezaba:



Oigan ustedes, señores,

Por tarde, noche y mañana,

Las terribles aventuras

Y las sangrientas hazañas

Del monstruo más espantoso

Que se ha visto en las montañas.



                Una tarde, en las cercanías del pueblo, una niña muy linda, de ojos azules, pelo rubio rizado y de cutis blanco como la nieve, lloraba con gran desconsuelo a la sombra de una carcomida encina.

                Acertó a pasar por allí un jinete sobre un hermoso caballo alazán. Era alto, robusto, de gallarda figura, llevando en el arzón una escopeta de plateados adornos.

                Al ver a la niña y escuchar su llanto paró su caballería, se echó atrás el blanco sombrero de anchas y redondas alas y, bajándose de su cabalgadura, se acercó a la que lloraba:

-Chiquilla..., ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras? – Le preguntó, acariciando con su mano fuerte y ennegrecida a la pequeña.

Esta, sin cesar de gimotear, respondió:

-Que se fue la niña que venía conmigo y tengo mucho miedo.

-¿Y por qué tienes miedo?

-Porque dice mi madre que no debo alejarme de casa, no venga el Rubio de Ubrique, ese que se come a los niños y mata a los hombres.

-¡Hola, hola! ¿Conque hay un hombre que hace todas esas cosas? ¿Y quién es tu madre?

-La señá Manuela, la del ventorrillo Nuevo.

-¿Tú vives con ella?

-Sí, señor

-Pues no tengas miedo, que ese bandido no hace daño a las niñas tan bonitas y buenas como tú.

                El jinete volvió a montar y, poniendo a la niña a sus espaldas, picó espuelas y se dirigió al ventorro Nuevo.

                Allí volvió a apearse, bajó en sus brazos a la niña y, besando las rosadas mejillas de la pequeña, exclamó:

-Dile a tu madre que ese bandido del que se cuentan tantos horrores te ha traído a tu casa montada en su caballo y te regala esta moneda de oro para que te compre una muñeca, que no será nunca tan linda como tú.

                Un minuto después el caballo alazán y el jinete de gallarda figura se perdían entre los árboles del bosque de Encinares.



NARCISO DÍAZ DE ESCOVAR


DIBUJO DE MÁXIMO  RAMOS


PUBLICADO EN BLANCO Y NEGRO, 21 DE OCTUBRE DE 1928.



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