Imagen de don Manuel Herrero en el Boletín La Cultura
Por Esperanza Cabello
Muchos de nosotros pasamos a diario por la calle Doctor Herrero Arenas (en este enlace) sin saber que este ubriqueño fue un médico muy apreciado en nuestro pueblo.
Nuestro amigo Luis Vilches nos ha proporcionado un ejemplar del Boletín "La Cultura", de 1922, en el que hemos encontrado una magnífica biografía, redactada por ULISES, que transcribimos a continuación:
Los que laboran por el progreso
Exento de toda lisonja y solo por hacer honor a la justicia, no
puede por menos este Boletín de las Sociedades Culturales de Ubrique y Prado
del Rey, en su número extraordinario, que hacer un bosquejo biográfico de don Manuel
Herrero Arenas, Médico titular de Ubrique y uno de los hombres más nombrados
del mismo por sus elevadas dotes morales y también por sus extensos
conocimientos en Medicina v Cirugía.
Solo con el fin de rendirle tributo a sus bellas cualidades y reconocidos
méritos, le dedicaremos estas humildes pero sinceras líneas.
Nació el 22 de Agosto de 1880. Estudió el grado de Bachiller,
cursando oficialmente en los Institutos de Cádiz y Jerez, donde obtuvo el título
con la calificación de sobresaliente.
En la Facultad de Medicina de Cádiz, estudió la carrera y durante
3 años fue alumno interno del Hospital de San Juan de Dios, obteniendo en el
mes de Junio de 1915 el título de Licenciado en Medicina y Cirugía, con
calificación de sobresaliente. Terminada su carrera, le fue concedida por el
Ayuntamiento de Ubrique la plaza de Médico titular que viene desempeñando sin
interrupción hasta el día de la fecha en que por su antigüedad ejerce el cargo
de Inspector local de Sanidad, justo premio a su laboriosidad y pericia.
En el tiempo que lleva de actuación en Ubrique ha prestado
asistencia médica en las siguientes epidemias: Sarampión, escarlatina, fiebres
infecciosas, de neuralgia paralítica, y últimamente en la gran epidemia de
gripe, durante la cual cayó enfermo poniendo su vida en peligro; desarrollando
durante todo el transcurso de las mismas una actividad y altruismo que lo
realza ante su propia conciencia y la de todos los que le conocen.
Pero si importantes son sus cervinos prestados en ese ramo de la
ciencia, aún lo son mayores, por ser su especialidad en ese aflictivo y
peligroso trance de venir a la vida el nuevo ser, donde por las pésimas
condiciones de higiene, de alimentación y ejercicio en que se desenvuelve la madre,
es frecuente que ponga ésta su vida en peligro al igual que el nuevo infante.
Y reconociendo nuestro biografiado, además de sus condiciones especiales y
vocación, que dedicar sus estudios a ese ramo no solo es útil sino humanitario,
de ahí que haya llegado a ser un notable Tocólogo, siendo numerosísimas las
aplicaciones de fórceps y de Versiones internas que con éxito ha realizado en
su larga práctica. En corroboración de lo expuesto, se puede citar el raro caso
de la asistencia a un parto de 3 niñas no viable, salvando a la madre de un
abundante flujo que puso su vida en peligro, asistencia que realizó teniendo
que salir al campo en una noche intempestiva a 10 kilómetros de la población;
digno rasgo de un enamorado de su profesión y que tiene en mucho el dolor de
los pacientes.
Si en la parte profesional cumple su cometido con gran solicitud y
acierto, por su constante estudio, no lo es menos en la parte moral, pues
convencido de que además de los males físicos hay otros que causan más
víctimas, en este orden social, como son: los vicios y la ignorancia, de ahí
que patrocine un Centro Cultural, del cual es Presidente con el beneplácito del
pueblo de Ubrique que ve en él a un digno discípulo de D. Francisco Fatou
Lucas, y continuador de su humana obra.
No sin emoción recuerdo palabras dichas en una conferencia dada
por don Manuel Herrero, al constituirse el Centro Cultural Biblioteca de Ubrique,
que con sentidas frases dijo: «La obra cultural que se inicia en ésta, me
satisface y entusiasma, y voy a ella llena de amor y fe; pero si así no fuera,
basta que mi querido Maestro don Francisco Fatou, me haya dicho: “a esta obra
hay que ayudarla”, para que yo incondicionalmente preste mi concurso y la apoye
con todas mis energías.
Tales discípulos honran a
sus maestros. Tales maestros honran a sus discípulos.
Está muy justificado que el médico por su humana profesión, que se
puede llamar Sacerdocio, es el que está más en contacto con los males sociales y
por ello el que más se duele de sus consecuencias; pues si bien al hacer la disección
del cuerpo humano nota desarreglos orgánicos, también los aprecia al visitar el
humilde tugurio del pobre, pues halla enfermedades que toda su ciencia es
impotente para atajarlas, pues la receta apropiada es, alimento, higiene,
descanso, instrucción, ausencia de vicios y alegría; cada uno de sus
componentes y todos juntos no se venden en la Farmacia. Visita la opulenta mansión
del rico, y se encuentra otras enfermedades distintas pero tan incurables como
las anteriores: melancolía, obesidad, nervios en tensión que vibran al
contacto del pensamiento, falta de ejercicio muscular, atrofia de algunos órganos
por exceso de jugos nutritivos, empobrecimiento de glóbulos rojos en la sangre
por varias causas, y también algunas de las del tugurio.
Por eso es lógico que los hombres que se dedican a tan loable
misión, sean los más interesados en el mejoramiento e instrucción de los desgraciados.
De ahí que el Sr. Herrero, cumpla con su deber y su conciencia que es la más
alta recompensa a que se puede aspirar.
ULISES.
Tan humano que la mayoria de las veces no cobraba.
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