Atendiendo a un paciente de coronavirus en el hospital Clínico San Carlos de Madrid
Por José María Cabello
Y entre nubes
amenazadoras, un rayo de sol. Acabo de recibir la alegre noticia de que mi hija
Noemí Julia, medicina interna, especialidad en infecciosas en el Clínico San
Carlos de Madrid, ha superado el tercer y definitivo test negativo del coronavirus.
Prueba superada. El lunes vuelve al hospital después de su obligado
aislamiento. Es de las primeras médicos que cayó y a los quince días vuelve a
la trinchera. Su marido Paco Ortuño, intensivista, me afirma que de su equipo
tiene diez bajas entre médicos y enfermeros.
En estos días Tele 5
hizo público un video, duro y consolador al mismo tiempo. Paco realizaba en
directo la extracción, con su equipo, de un respirador paso previo a su alta
médica. Dos valientes de los miles de ciudadanos de todas las profesiones que
viven el riesgo generosamente para luchar en primera fila por los millones
atrincherados en nuestro obligado encierro. Hemos alcanzado el punto álgido del
ataque. Es nuestro momento. Ha llegado el momento de la retaguardia. ¡Todos en
la casa! Reforcemos nuestra defensa.
Me emociono por las
tardes en la respuesta colectiva de aplausos y música. Pero admiro sobre todo
la calidad humana de mis paisanos. Unidos a la corriente solidaria que emerge
del colectivo han aparcado su servicio a las grandes firmas para dedicar su
destacada artesanía para confeccionar mascarillas y otros medios necesarios
para quienes batallan en primera fila.
¡Ubrique, siempre solidario! Recuerdo en mi
niñez cartucheras, carteras y correajes confeccionados en la petaquería de mi
padre. Entonces eran obligadas en una economía de guerra. Ahora son precisos
para combatir en una lucha invisible. Pero ya vamos camino de la victoria. Y
entre las brozas que están de frente se adivinan atisbos de primavera.
Abres las ventanas,
estoy en la capital del Sol y aspiras a la vez abierta mojada de lluvias
recientes y el azahar de siempre. El monte de Gibralfaro es un melange de gris
ocre y de verde pinar Se adivinan el rojo de algunas jacarandas que forman
islote y hasta el lila de la floresta. El sol ensaya a entrar con toda fuerza
para llevarse por delante a estos perniciosos virus que nos llegaron como un
tsunami. Las altas médicas crecen, la entrega de nuestros sanitarios es
absoluta y nuestro encierro es total.
¡Conseguiremos
pronto la victoria! Los ubriqueños tenemos un serio compromiso con nuestra
Patrona, expresado en el Voto. La Virgen de los Remedios sabe de epidemias.
Conoce todas las calles del casco antiguo azotadas a la mitad del XIX por el
cólera morbo. Nos ayudó. Como en su fiesta, proclamamos "a capella" el
canto común: “Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos".
¡Seguro que nos oye!
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