Las dos Esperanzas en la catedral de Sevilla
Por José María Cabello
Pronto llega la Madrugá y las dos Esperanzas: Macarena y Trianera, seguirán encerradas, como nosotros pero con velas y flores en su exterior. Su devoción excede a la salida procesional.
Una Virtud natural, cristianizada, llega a la cumbre de estar catalogada como una de las Virtudes cardinales que adjetivan otras, de ella dependientes. Y constituye el título más popular y más venerado de la Madre de Dios: Nuestra Señora de la Esperanza.
Una alegría para mi sobrina, reciente cumpleañera y a su hija, con el mismo nombre, así como a todas -el nombre es exclusivamente femenino- las que compartan su nombre y devoción. La vieja "spes"romana hunde sus raíces en la mitología helena de la caja de Pandora:
Júpiter le entregó una caja llena de todos los males del mundo con prohibición de que la abriera. Pero le pudo su curiosidad y la abrió para cerrarla de inmediato.
Lo suficiente para que se escaparan todos los males. Solo quedó en el fondo de la caja una poderosa virtud, la esperanza.
Lo suficiente para que se escaparan todos los males. Solo quedó en el fondo de la caja una poderosa virtud, la esperanza.
En ello estamos. En quedarnos en casa como nuestra titular en su basílica. El virus nos agobia.
Nuestra base, la fidelidad y el camino duro y tortuoso está medio andado. Convertir la esperanza en Esperanza.
¡Seguro que venceremos!
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