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domingo, 6 de septiembre de 2020

Aquellas ferias de antaño

La plaza de Ubrique en feria, años veinte
Fotografía original de Francisco García Parra


Por José María Cabello


El mundo onírico, que nos acompaña toda la vida, está lleno de grandes momentos. En los relatos bíblicos, el sueño es elemento base para adivinar el futuro o antecedente previo a una intervención divina. Así, por ejemplo el Patriarca Jacob descubre en sueño una misteriosa escalera que lleva al cielo, o el faraón de Egipto sueña en una inmensa cosecha de cereales, que le obliga a nombrar Gobernador a un judío, a José uno de los siete hijos de Jacob(Gen. 19, 10 y 41, 22).
En el inicio de la "Historia Salutis," José recibe en sueños el anuncio del Ángel que no temiera tomar por esposa a María (Mat. 1,20). Y ya nacido, que tomara a su esposa y su hijo para huir a Egipto de la ira de Herodes (Mat. 2,10).Tenía, para los hebreos, el sueño un sentido religioso.
Hoy sabemos que soñar es un fenómeno natural que se origina cuando, en descanso, la conciencia emerge el subconsciente con toda su fuerza. Es como un gigante caleidoscopio que distorsiona las figuras, pero nos hace presente el pasado, convierte vivas personas o cosas que ya perecieron o descubre íntimas sensaciones a que esperabas, sin conseguirlo.
Así, que en plena Novena he tenido un sueño que me ha hecho revivir recuerdos del pasado. He vuelto a disfrutar de la Feria de Ubrique. Pero no de la actual, que este año no ha llegado ni a iluminar los farolillos. Sino la que viví de pequeño, escasa de luces y nada ruidosa. Y es natural. La Virgen de los Remedios y la Feria se celebran en fechas distintas. Pero un hilo invisible las une. Sobre todo, si se retrasa la Procesión del Voto. Y es que finalizada la fiesta religiosa, se iniciaban los festejos.
Los escasos puestos buscaban su sitio en la calle San Sebastián. La Plaza del Jardín se convertía en pista única de baile. Nos divertía a los niños ver la instalación de los dos únicos "cacharritos" en el llano: las barquillas y el voitoma. Eran los años duros del hambre y de la miseria. Los protagonistas éramos los chavales de la generación de la posguerra. Y así y todo, con las pobres circunstancias que suplían a los vistosos farolillos, nos divertíamos a tope los días de la Feria. Nos sentíamos felices.
Ya os lo explicaré en próxima jornada. Ahora vuelvo a la realidad de siempre. Hoy es día 5 de septiembre. Día séptimo de la Novena. Todavía, consagrados a la oración. Me encanta oír al grupo musical infantil parroquial. Y mucho más, cuando unen sus voces a los de Canticorum Júbilo. Nosotros, a los pies de la Virgen. Estamos afligidos por el azote de la pandemia. Todos y todas unidos cantamos "a capella" una canción que aprendí en mi niñez: “Madre mía que estás en el Cielo, envía consuelo a mi corazón..."


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