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martes, 27 de octubre de 2020

De dónde vengo. Por José Manuel Cabezas Cabello

 


 

 

 

 

Nuestro primo José Manuel Cabezas Cabello ha participado en la edición de un libro colectivo titulado Where We are from y publicado por Vivelibros,  escrito por la U3A Memoirists Universidad de la tercera edad.  Axarquía (en este enlace).

En este libro hay cuatro historias sobre Ubrique, escritas en inglés, y hoy traemos la primera, traducida libremente por nuestro primo, y que en origen está ilustrada por una imagen del Salto del Cabrero  similar a esta fotografía de nuestro hermano Leandro publicada en Aznalmara (en este enlace).



                  La sierra del Pinar y el Salto del Cabrero desde el Hondón. Leandro Cabello


 

De dónde vengo

Vengo de la belleza salvaje de las agrestes sierras andaluzas, de la época de la represión, las frustraciones y los incontables miedos. Provengo de gente del norte que vino al sur y gente del sur que fue al norte. Provengo de un mundo natural y salvaje: tierra de alcornocales siempre verdes, jabalíes, corzos, venados, “del uno, el otro, la yegua y el potro”, jilgueros, verderones y canarios enjaulados; hurones amaestrados y chivos, vacas, ovejas y piaras de cerdos; tierra de buitres y águilas donde los contrabandistas ocultaban sus tesoros junto al lecho seco de los arroyos y los pantanos vacíos.

Vengo de los helados inviernos continentales y los interminables veranos sofocantes, ardientes. Vengo de la tierra de las tenerías cuyo penetrante olor lo impregnaba todo.

Soy de una familia muy numerosa; un clan, una tribu de primos, primas, hermanos, hermanas, padrinos, madrinas, tíos, tías, compadres, consuegros y una lista de parientes muy extensa en primer, segundo y tercer grado.

Provengo de la pasión de las procesiones: medallas, crucifijos, escapularios que se veneraban con devoción en empinadas y estrechas calles de piedra.

Soy de los tiempos de la pobreza y el sufrimiento; de los niños descalzos y la leche en polvo en la escuela: de los pucheros con mucho tocino y poca carne; de potajes, cocidos, gachas y pan frito con miel en aceite refrito rancio.

De los colchones de paja o lana; de las chinches, pulgas, garrapatas, piojos y de múltiples ácaros sin nombre...

Procedo de una tierra de hombres con recursos y apañadas mujeres: artesanas, costureras, pintoras; músicos, médicos y locos.

También soy un producto de las ideas dominantes en la autarquía: de la intransigencia, la servidumbre, la esclavitud y de la poderosa influencia de la iglesia en todos los ámbitos de la vida.

Soy un subproducto de las modas y la cultura vigente en los años cincuenta y sesenta del siglo XX; del machismo de la familia patriarcal y nuclear victoriana, de la primera televisión escolar, de la radio del porompompero, y de la hora del ángelus, de los discos de vinilo LP de 33 r.p.m. y singles de 45r.p.m.

Vengo de la época del olor a Zotal y DDT, Omo, Persil y Norit junto con el champú Sindo en monodosis.

De las calles llenas de perros semiabandonados y gatos perseguidos por adolescentes…

De las campanadas de la iglesia marcando el ritmo vital: los bautizos con el roña pataluis, los entierros, las misas, las comuniones; de la sirena que invitaba al trabajo, del vendedor de cupones, el afilador de cuchillos, la vendedora de piñas y tagarninas y el mercader de ristras de ajos...

Finalmente, procedo de la misma tierra misteriosa que habitaron los hermanos Grimm, Daniel Defoe, Dostoievski, García Lorca, García Márquez, Neruda, Cervantes, Shakespeare, Dickens, Baroja y Galdós en donde la realidad se percibe mejorada en el terreno de la ficción mágica.

J.M.C.C.

 

 

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