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martes, 1 de diciembre de 2020

¿Cómo era la feria de Ubrique en 1892?

 

 

La plaza de Ubrique en feria. 

Fotografía de Francisco García Parra

Gentileza de Elena Lobatón

 


Por Esperanza Cabello


En la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica hemos podido leer el número 11202 del periódico "El Guadalete", de septiembre de 1892, y en él un "alambicado" artículo dedicado a la feria de Ubrique, del entonces Secretario del Ayuntamiento, don Antonio Pérez-Hinijosa y Ruiz, colaborador ocasional del periódico y hombre de pluma fácil y prosa muy característica del siglo XIX.

Es una descripción de la feria siendo alcalde don Juan Chacón y Tocón, con la plaza llena de farolillos a la veneciana (con velas en su interior), con la calle de San Sebastián engalanada, con guitarras y bailes por sevillanas, con una feria de ganados junto a los seculares álamos negros del Algarrobal, con amores y desamores...

Nos parece toda una joya para la pequeña historia de nuestro pueblo.

No tenemos, desgraciadamente, ninguna fotografía de la feria de 1892, estas que ilustran la entrada son de Francisco García Parra, nos las envió nuestra amiga Elena Lobatón, de finales de los años veinte, pero podemos hacernos una idea de cómo se adornaba la plaza para nuestra feria.


Periódico El Guadalete (en este enlace) septiembre 1892

Biblioteca virtual de prensa histórica


La feria de Ubrique


Suscrita por el ilustrado y fácil escritor señor Pérez Hinojosa, hemos recibido la siguiente descripción de la feria de Ubrique, que insertamos con verdadera complacencia.


 LA FERIA DE UBRIQUE


Pasaron como ligera nube veraniega los días que esta preciosa villa ha dedicado al negocio y al recreo, y cumplióse con exceso el programa oficial de festejos, pues empezaron el 13 hasta bien entrada la mañana del 19.

Cuanto se diga de ellos resultaría pálido ante la realidad, y todos confiesan que ningún año ha habido tan numerosa concurrencia, a pesar de no anunciarse corridas de toros, espectáculo que, como nacional, tanto concurso atrae, particularmente de las poblaciones limítrofes. Compensando la falta de ellas, el Ayuntamiento anunció atractivos variados, y esta sido la causa de que los paradores, casas de huéspedes y hasta de particulares, fueran pocas para albergar el crecidísimo número de forasteros que nos han favorecido con su asistencia.

En medio de tanto gentío, ningún escándalo, cuestión ni falta se han registrado, y los agentes de la autoridad no tuvieron que intervenir en esos incidentes que ocurren con frecuencia donde el vino ocupa lugar privilegiado, y la alegría se torna en locura. Aquí todo ha sido orden, lo cual habla muy en favor del buen sentido de los concurrentes y de la fuerza moral que tanto honra a las autoridades constituidas, por lo que merecen unos y otras plácemes miles, que todos sin reserva, les otorgan. La plaza de la Constitución, transformada en bello y elegante kiosco, presentaba una fantástica perspectiva.

Gasas con lluvias de flores y miles de farolillos a la veneciana[i], formaban una alta bóveda, dando entrada a lugar tan encantador doce arcos ojivales revestidos de verde follaje, con adornos varios, consistentes en banderines, escudos y canastillas conteniendo preciosas guirnaldas.

 En este privilegiado paseo, dieronse citan las brillantes estrellas de nuestra escogida sociedad, y lástima es que un poeta cantor de tantas bellezas no me reemplace en esta tarea, que toco con miedo, como siempre ocurre al que se examina de una asignatura que desconoce; pero resignado aguardo el suspenso, único precio merecido a mi osadía, y conténtome con expresar que aquel no era Cádiz el chico, sino la Perla del Océano (entre empinadas sierras), de cuyo seno se destacaban, como ondinas, beldades a cientos y bellezas sin número. Era aquel el cielo en la tierra, perdón por el símil,  y ángeles muchos daban vida y animación a la amplia explanada donde bullían sin cesar cuerpos graciosos y elegantísimos, que sostenían preciosos rostros radiantes de satisfacción y regocijo.
La banda de música, dirigida por el inteligente profesor don Enrique Gil Fernández, dejaba oír sus armónicos acordes, con cortos intervalos para descanso; y vistosos fuegos artificiales lanzados al espacio desde la elevada ermita de San Antonio, hacían las delicias de los aficionados a la pirotecnia recreativa.

Las Casas Capitulares lucían en su amplio balcón hermosas colgaduras y banderas con los colores nacionales, y preciosos aparatos formados por globillos multicolores; y en la misma plaza, adosada a la santa iglesia parroquial, se levantaba una severa caseta, en cuya parte superior, con letras plateadas sobre fondo rojo se leía el sacrosanto nombre de Beneficencia; y dentro de ella, colocados con exquisito gusto y corrección, se exponían miles de objetos donados por particulares con destino a la Rifa Positiva, cuyos productos servían para enjugar las lágrimas vertidas por el que de la caridad necesita.

 

 



 

Allí se admiraban entre otros los regalos hechos por nuestro diputado acortes don Juan Antonio Cavestany, Y el provincial don Bartolomé Bohórquez y Rubiales, tan valiosos como elegantes, y cientos de prendas y labores de gran gusto, manufacturadas por señoritas de esta localidad y forasteras a cuyo cargo corría también la expedición de las papeletas contenidas en los cilindros. Daba vida al lugar tan ameno la virtuosa dama doña Dolores Merino, esposa del bizarro coronel don Antonio de Toro, que como buen hijo de esta bendita tierra, nos honra actualmente con su visita.

A ella, con el concurso de muchas cuyos nombres sería prolijo enumerar, se debe el buen resultado de la rifa concluida en la noche del segundo día, Después de vendidas 4000 papeletas representadas por otros tantos objetos y las 1000 pesetas que se han recaudado ya habrán servido de alivio para las necesidades más perentorias de infelices viudas, desgraciados huérfanos y pobres enfermos, que con bendiciones muchas forman la rica diadema que el tiempo es la mayor riqueza que ostentar pueden la señora de Toro y sus bellísimas auxiliares.

La calle de san Sebastián, en toda su extensión de 200 m, figuraba un precioso salón profusamente iluminado, solo asimilable a un túnel formado por farolillos a la veneciana, y en cada uno de sus lados, 40 pedestales sosteniendo elegantes aparatos de 10 luces, encerradas en globitos chinescos de gran gusto, y dos arcos monumentales a las entradas con adornos varios banderas y gallardetes.

 En el arrecife que conduce al Mercado, se colocaron con muy buen acuerdo las buñolería y frente a la ermita de San Sebastián, un teatro de verano daba funciones por horas, líricas y dramáticas, viéndose siempre ocupada su extensa área por un público tan numeroso como pródigo en aplaudir a los modestos artistas en él establecidos, que por cierto han realizado un bonito negocio, y entre los seculares y gigantescos álamos negros de la explanada del Algarrobal, nacía la esbelta y amplia Caseta del Casino, coquetona y elegante, que ni un solo momento dejó de estar ocupada por el numerosos gentío que saboreaba los exquisitos artículos que en ella se expendían, disfrutando al propio tiempo de los alegres acordes de una banda allí establecida.

El Real de la feria, animado como los principales de nuestra bella Andalucía, y los negocios han sido muchos y ventajosos, como en ningún año conocido.

La extensa pradera, literalmente cubierta de ganaderías diversas, y salpicados en el verde césped vistosos ventorrillos, sombrajos y cantinas, donde reinaba la natural alegría que siempre inspira una copa del sabroso aguardiente legítimo de la sierra, o el vino sencillo del país, cuya baratura corre parejas con su calidad.

 

 

              En la zona de "El Tren" y en la Haza de Carabot 

                         se celebraba la feria de ganados

                    Fotografía de Francisco García Parra 

                  recuperada por Manuel Cabello Janeiro


 

El chalán de tostada tez y enormes pastillas, pondera al comprador las excelentes cualidades del paciente asno, que es su único patrimonio, frasea con graciosa entonación andaluza y agota el extenso repertorio de su fecundo ingenio hasta convencerlo de que el burro demacrado e inamovible que le ofrece, es digno de figurar en el mejor de los hipódromos, y el tratante rebaja a cálculo el peso de la res vacuna para adquirirla a precio módico y sacrificarla luego juntamente con el consumidor que, hecha tajos, la quiere más tarde en las carnecerías.

Allí se oyen los acordes de una bien pulsada vihuela, y voces juveniles llenas de amor y vida que expresan alegría o sentimientos, empleando letras comparables solo con las sentencias del Tribunal Supremo que, como es sabido, sientan jurisprudencia; y el apuesto galán, jinete en brillosa caballería, conduce a ancas a la gentil amazona de flexible detalle, transportada en aquel momento a las delicias del paraíso.

 

 


 La feria de ganados. Fotografía de Francisco García Parra



Cruza en vertiginosa carrera, montando corcel andaluz de pura sangre, el joven labrador, buscando negocios, y tropieza con el modesto labriego que también sobre un humilde rucio observa con ojo escudriñador el cerdo de más libras y menos valor que ocupar debe sitio privilegiado en su pobre despensa; y la elegante señorita no se desdeña en saludar y compartir con la sencilla aldeana que luce sus mejores galas, empleándolas como imán que atrae al que mañana le ha de dar su nombre, y en medio del cuadro formado por tintas tan diversas, el respetuoso guardia civil vela por el sostenimiento del orden que nadie osa perturbar.

 


 

Esto ha durado cinco días, y nadie manifestó cansancio ni hastío. En la noche del 16, como fin de las fiestas oficiales anunciadas, se organizó una magnífica retreta con la banda municipal y otros profesores, hasta el número de 50, y era fantástico ver a las dos de la madrugada aquel grupo alumbrado por faroles que conducían dependientes del municipio y oír los preciosos y alegres acordes que sirvieron para despertar a las personas que descansaban del movimiento diurno.

Los bailes dados por convite en el Ayuntamiento tuvieron lugar en las noches del 14,15 y 16, y empezando a las 11 concluían después de las dos. El magnífico edificio estaba exornado con gran gusto y elegancia suma; la escalera transformóse en pintoresco jardín con hermosos espejos guirnaldas de flores y preciosos aparatos con numerosas bujías cubriendo el centro una alfombra roja sujeta por tirandas doradas.

La sala de sesiones con su magnífico dosel de terciopelo y oro estaba deslumbradora, pues entre su gran araña central de labrado cristal y candelabros laterales había 200 luces reproducidas en miles por las muchas y diáfanas lunas de Venecia que formaban su principal adorno.

Elegantes divanes y sillería rodeaban lugar tan encantador y en el despacho del señor alcalde dióse cabida a un sexteto dirigido por el señor Gil Fernández, que tocaba sin cesar preciosas piezas bailables que hacían el encanto del elemento joven, admirador de la diosa Terpsícore. Las oficinas de secretaría fueron habilitadas para buffet, donde se obsequiaba a las bellas concurrentes con ricas pastas, dulces variados, refrescos y finas bebidas; y el despacho del jefe de ella (servidor de ustedes) sirvió para gabinete de tocador de tantas beldades siendo lástima que no continué con el propio destino y mi humilde personalidad actuando como domestique de confiance.

 



Ahora hacía falta la bien cortada pluma del fecundo Pradoci  para señalar con nombres propios a cuantas dieron vida al baile, reseñando al propio tiempo sus ricos vestidos y valiosas joyas; pero mi musa discurre por campos distintos y huye de mi mente, sin duda para no incurrir en las responsabilidades de tanta torpeza como me aventuro a cometer.

Todas hermosísimas, sin excepción, caras de ángeles, cuerpos andaluces y gracejo sin igual. Mucho lujo, elegancia y sencillez, Alegría sin límites y satisfacción que rebosaba.

Éstas han sido las notas principales en los bailes.

Concurrieron entre otras las respetables señoras: viuda de Bohórquez, madre de nuestro querido diputado don Bartolomé; la siempre hermosa de Reguera, doña Josefa Bohórquez, que lo es de Gómez; señoras de Astein, hija del inolvidable jefe de hacienda don Francisco Parra, las de Herreros, Torres, Arenas (don Alonso) y otras que sería prolijo enumerar.

Señoritas de Bohórquez Rubiales, Cobeñas, Bohórquez Gómez, Vegazo Carrasco, Reguera Zarco, Guerrero y Guerrero, Jiménez Caro, Muñoz López, Guerrero Carrasco, Angulo Zarco, Nieto Vecina e infinitas que omito, suplicándoles mil perdones, en gracias a la brevedad.

La colonia forastera estaba dignamente representada por las señoritas de Romero Morales (Villamartín), Bárcena (de Olvera), Rodríguez (de El Bosque) y Álvarez (de Arcos), y muchas más cuyos nombres no recuerdo. Hasta yo me permití presentar a tan agradable y amena sociedad tres ediciones de mi obra titulada “El matrimonio”, danzando de lo lindo María del Coral, Carmelina y Encarnación que llevan mi humilde apellido.

El elemento joven masculino estaba también representado por los tres hermanos Bohórquez Rubiales, Gómez Bohórquez, Zamora,  Bohórquez Carrasco, Ayala, Arenas, Gómez Domínguez, Marín y muchos que por serme desconocidos dejo de incluir en estos extensos renglones.

De la gente formal recuerdo a nuestro digno diputado don Bartolomé Bohórquez y Rubiales, al íntegro señor juez de instrucción de Grazalema, don Facundo de la Cruz; bizarro primer teniente de la guardia civil, jefe de esta línea, don Francisco Jiménez Topete, al flamenco registrador de la propiedad del partido, don Diego Piña, su señor hermano don Juan, tan modesto como festivo, don Cristóbal Romero (de Jerez), don Alejo Bonachera, juez municipal y su secretario don Francisco Álvarez, don José Vegazo, don Antonio Guerrero de Castañeda, don Mariano Rodríguez (de El Bosque), don Juan J. Bocanegra y don Manuel Bárcena (de Olvera), don Manuel Corrales, el entendido facultativo don Ramón de Torres, don Buenaventura Martín y don Luis Astein.

Después de agotado el repertorio de las piezas musicales de salón, el señor Piña (don Diego) ejecutó en una guitarra y con la maestría que sabe hacerlo preciosas sevillanas, que bailaron con gracia inimitable Lolita Vegazo y Beatriz Coveñas, luciendo también sus dotes para este género la angelical señorita de Romero Morales que vino de Villamartín expresamente para torturar corazones y matar esperanzas.

 En la noche del 18 después de las once, fueron invitados a las Casas Capitulares los señores forasteros que nos han favorecido con su visita, y varios de esta villa, obsequiándolos el elemento oficial con un espléndido lunch que duró hasta las cuatro de la madrugada, reinando en tan grata reunión general alegría.

Pronunciáronse entusiastas brindis por la prosperidad a que es acreedor este pueblo, recibiendo plácemes muchos los iniciadores de sus festejos.

En este mismo acto fue entregada al entendido e incansable profesor de música don Enrique Gil Fernández una preciosa batuta de ébano con remates de plata y en ella, primorosamente cinceladas, sus iniciales, como recuerdo de este Ayuntamiento y premio merecido a qué se ha hecho acreedor, honrando así al propio tiempo a la bien organizada banda que con tanto acierto y maestría dirige. No quiero concluir este retrato, harto cansado, sin prodigar mis felicitaciones a los organizadores de las fiestas que harán época en Ubrique, Y en particular al honrado alcalde don Juan Chacón y Tocón, a quien todos aplauden sin reservas por su prudente tacto y dotes de mando.


También saludo con cariñosa gratitud por su visita a mis queridos amigos don Manuel bellido y don Francisco Sierra, ilustrados redactores del periódico El Guadalete, a cuyo director pido indulgencias miles para que dé cabida en sus columnas a este trabajo, tan largo como mal hilvanado.

Antonio Pérez-Hinojosa y Ruiz. Ubrique 20 de noviembre de 1892.



[i] de papel de color con diferentes figuras incorporándoles velas en su interior, llamados a la “veneciana”


En el mismo diario, en septiembre de 1884, siendo alcalde de Ubrique don Justo Zamora Gil, hemos sabido que la feria se celebró a final del mes, con el permiso de la autoridad. Los siguientes recortes son del 23 y del 27 de septiembre de 1884

 





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