Por José María Cabello
S.O.S. ¡Cultura!
Ha roto con fuerza la primavera aun cuando cronológicamente hasta el día veintiuno no debía haber abierto, sí hasta el próximo día 21. Nada extraño porque la naturaleza tiene sus leyes propias. Y porque en Málaga, la ciudad que también quiero y dónde estoy confinado desde que se inició la pandemia, apenas se altera la temperatura primaveral.
He vivido con intensidad este largo fin de semana, en que la bandera blanca y verde nos ha calado hasta lo más hondo de nuestros sentimientos de andalucismo y fraternidad. Nuestras calles han vuelto a llenarse de paseantes y algunos bares y restaurantes abren tímidamente sus puertas en un apretado horario. Del festival de cine programado para esta primera semana de marzo, todo virtual. Unos cartelones en calle Larios de anteriores premiados y entrega gris a los nuevos sin alfombras rojas, ni " glamour”. Todo triste. Una nube de tristeza nos envuelve como la grisácea que nos cubre estos días en paradoja de ser la ciudad del sol.
Es el efecto más letal de esta pandemia que nos oprime. No sólo afecta a nuestras vidas, arruina a nuestras empresas y se hace sentir con más fuerza en el desempleo en esta zona de hoteles y servicios. Pero también se ha cargado a la sal y a la mostaza de nuestra vida social Ni cine, ni teatro, ni circo, ni fútbol, ni espectáculos musicales o deportivos, ni taurinos. Me llama especialmente la atención que en nuestro espacio han surgido, como anticipo del aire primaveral, cantidad de músicos callejeros. Verdaderos artistas que antes nos alegraban en locales de ocio y ahora solicitan nuestra limosna.
¡Seguro que, vacunados, venceremos! Y volveremos a recuperar nuestra salud y nuestra economía. Pero la cultura agoniza por falta de ejercicio. Hoy, Málaga es una ciudad guapa. El poeta Aleixandre la calificó " La ciudad del Paraíso", pero también Antonio Machado, en su tiempo, la definió como "la ciudad de las mil tabernas y ninguna librería" "Caveamus igitur" y anuncio a navegantes: Los políticos, con sentido común. Ni luchas callejeras, ni ferias ni manifestaciones fuera de sitio, ni semanas menos santas si no la celebramos en interior. Nosotros, refugiados en la lectura, en la vida familiar y en la esperanza segura de que ganamos la partida. Y las verdaderas protagonistas, que son nuestras humildes hormigas sanitarias, constantes en su labor valiente de salvar vidas ajenas con riesgo de las suyas…
¡Y que Dios reparta suerte!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son siempre bienvenidos. No publicamos comentarios publicitarios, ofensivos o incorrectos en ningún caso, y tampoco comentarios anónimos. Muchas gracias