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sábado, 16 de octubre de 2021

La eterna primavera en Málaga

 


 

 

Por José María Cabello

 

La pandemia nos confinó en Málaga. La “ciudad paraíso” que bautizó Aleixandre, que hunde sus raíces históricas en las más viejas culturas mediterráneas es hoy una hermosa capital, cosmopolita, moderna y primera en libertad -como pregona su escudo- que nos ofreció su hospitalidad como a tantos visitantes que pululan actualmente por el centro y por la playa. Hemos estrenado el otoño, pero aquí sigue estacionada su perenne primavera.

 Y es que, además de bella Málaga es una ciudad contradictoria. Lo mismo se intensifica el calor veraniego con unas jornadas de terral, que se desbordan su río principal y los arroyos para convertir el vergel en barrizal o imposibilitar el acceso a la ciudad por carretera.

¡Suerte que, hasta ahora, Dana nos tiene olvidados! Pero tengo clavada en la memoria uno de los últimos temporales del día 18 de noviembre, día de San Alberto Magno, en que no pudimos entrar a la ciudad los representantes de Caja Ronda en una de las jornadas de su primera fusión con las Cajas andaluzas.

Por eso no me ha extrañado, sino que admiro el hecho de que los malagueños han convertido el otoño en primavera y su imposible Semana Santa la han convertido en una Semana Mayor en la que sus Cristos procesionarán por sus calles y sus Vírgenes llenarán de olor a nardo y claveles su recorrido piadoso. Hasta el marco exterior se acomoda a estos eventos religiosos. Se despoja el parque de sus hojas muertas.

Pero emergen en Gibralfaro un montón de jacarandas con un color morado que con el verde perenne forman el color más semana santero y que curiosamente forman el color de la bandera municipal.

(Continuará si tengo el plácet de mis lectores)

Evidentemente, el mes de octubre se ha convertido en un mes semana santero en Málaga. Lo primero ha sido la exposición de imágenes en la Catedral, todavía abierta. La ocasión única de contemplar de cerca y en directo nada menos que trece de las imágenes que forman parte de los desfiles procesionales. Y destaco la palabra desfile porque tiene mucho color militar, no el origen de las Cofradías que es paralelo a los gremios, muchas de ellas, medievales, sino cuando se restauran después de la iconoclastia que provocó la incivil y los" tinglados" se van convirtiendo en Casas hermandad, los pasos en tronos y los costaleros en hombres de trono. Y surgieron los nuevos imagineros de las escuelas sevillana, malagueña y valenciana que han vuelto a llenar de arte los templos. Si unimos a estas circunstancias el que se distribuyeron entonces las capillas por las parroquias destruidas, hay una especial inercia para llenar de público el primer templo malagueño en los actos más solemnes.

El Chiquito, la Piedad, el Rocío y el Cautivo....que llegaron en un traslado modélico atraen a miles de devotos en una ceremonia popular y populosa. Simultánea, una exposición de cofradías de gloria con parte de la riqueza de adornos ornamentales que causa admiración como prueba de que la piedad popular es una corriente popular fortísima sobre la que descansa la oficial.

 En este fin de semana, otra novedad. Está autorizada una Procesión de largo recorrido de la Virgen de la O, que aquí acompaña al Cristo de la Columna, que son los titulares de los Gitanos. Aquí los sentimientos se me entrecruzan. Y me supera el de mi pueblo, al que llevo siempre de mis entrañas. Titular de la Parroquia de Ubrique. Y su imagen renacentista, el culmen de las contradicciones. Porque tratándose de un título de Esperanza, la expectación del Parto, trae ya en sus brazos un esbelto y policromado Hijo. 

 

                           Imagen de Nuestra Señora de la O

                             antes de su restauración en 1938
 

Nos queda la traca final. Para el día 30 está señalada la gran fiesta final. Una Magna Procesión autorizada en la que nada menos que dieciséis cofradías desfilarán por el centro de la ciudad. La cera volverá a hacer deslizantes las calles, preparadas veinticuatro mil sillas para ocuparlas, las agudas notas de las bandas se clavarán en el cielo y el incienso hará nubes con las flores para seguir oliendo a primavera.

En el muelle internacional, tantos meses desierto, emergen tres cruceros enormes con turistas que rebosan las calles. Vuelven a sus esquinas las biznagas y los loteros. Las playas hierven de bañistas que por la tarde observarán curiosos la procesión. Seguimos, como siempre, en primavera. Estamos en la capital del Sol…

 

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