José María Cabello Janeiro
Por Esperanza Cabello
Nunca, nunca habríamos querido escribir estas palabras, es más, ni siquiera lo habíamos previsto ni lo habíamos pensado. A veces algunas personas se convierten en inmortales, y para nosotros nuestro tío Pepe era así: inmortal.
Pero por mucho que sintamos, que esperemos, que deseemos, la vida continúa implacable y la muerte nos espera a todos y cada uno de nosotros a la vuelta de la esquina. Hace un par de días que hablábamos con él, "estoy mejorcito" nos dijo, y anoche mismo le mandábamos dos fotografías de los años cuarenta para que nos ayudara a identificar a las personas que se veían en ellas. Normalmente nos contestaba por las mañanas, pero, esta mañana, nos hemos encontrado con este mazazo que nos ha roto el corazón.
Nuestro tío Pepe ha muerto, murió tempranito, acompañado de sus hijos, de la mano de los tres, y con el pensamiento en su querida Carmenchu, "que la cuides", y en sus hermanas.
Rodeado de amor y en paz, en paz consigo mismo, con sus pensamientos y con sus seres queridos. Seguro que anoche Pepito rezó, como todo niño bueno, sus oraciones, y ahora puede seguir en el cielo velando por todos nosotros.
Hemos hablado tantas veces de él que su vida es, para nosotros, parte de la nuestra, y a fuerza de hablar con él, de leer sus escritos y de entender cómo era, se ha ido convirtiendo cada vez más en nuestro referente, en uno de nuestros pilares.
Nacido en el Ubrique de 1933, el quinto hijo de una familia numerosa a la que más tarde llegaron Ana María y María Remedios; José María, entonces Pepito, era un niño bueno y muy inteligente que adoraba a su hermano mayor, un poco "canalla", Manolo, con el que hizo travesuras infantiles en aquellas huertas y aquellos ríos.
Muy jovencito lo enviaron al seminario a Málaga, con nueve años, y allí comenzó una andadura, por expreso deseo de su madre, que no era la que él habría deseado, y que abandonó más tarde para formar una familia con su querida Carmenchu.
Padre amoroso y ejemplar, marido enamorado, abuelo cariñoso, orgulloso de sus "tesoros", porque eso son para él sus nietos, Julia, Jack, Jimena y Rocío; ha sido el decano de la familia durante muchos años, nuestro timón, nuestro referente, nuestro totem.
Y con sus dos hermanas, locura. Solo tenía palabras de amor para ellas, su Ana María y su Remeditos eran su base y su ilusión. Todos los inventos, las reuniones familiares, las ilusiones, por agradarles y contar con ellas.
En los últimos años nos ha deleitado a todos con sus escritos, hombre culto, erudito y comunicador, hemos tenido la suerte de poder leer sus libros, y él feliz de ver que continuaba la saga de su hermano Manolo con sus dos libros de la colección "Conocer Andalucía 4 y 5". Estamos muy orgullosos de haber podido entregar, tal y como nos había encargado, dos ejemplares de sus libros al pueblo de Ubrique, y de que su nombre hubiera resonado en todos los medios de comunicación del pueblo (nos gusta oír las palabras de nuestra alcaldesa sobre él), y él feliz de hacer el bien, como siempre.
Se acaba de romper otro eslabón de la cadena de la familia Cabello, uno de los gordos, y nos hemos quedado más huérfanos que nunca, pero aquí estamos todos para sostenernos unos a otros, como los que se fueron nos han enseñado.
No podemos decirte adiós, tito, es muy doloroso, te despediremos en tu querida Ronda, y guardaremos en Ubrique cientos de buenos recuerdos, porque siempre has sido ubriqueño, por muy lejos que hubieras ido.
Todo nuestro cariño para nuestras tías y nuestros primos, que han sido unos verdaderos hijos, cariñosos y atentos hasta el último momento, cogidos de su mano.💜💜💜💜💜
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Hola Esperanza,
ResponderEliminarQuiero transmitir a toda la familia mi pesar y mis sentimientos por la pérdida de José María.
Fue mi profesor en el Instituto de Málaga, participé en el grupo de teatro que organizó y años después me lo encontré en Ronda, casado y feliz.
A través de tu blog recuperé su contacto antes de la pandemia y me envió un libro de la familia dedicado.
Le tenía un enorme afecto. Persona cercana, amable, íntegro. Un gran hombre que me deja un recuerdo imborrable.
Un abrazo
Antonio Bustamante
Buenos días
ResponderEliminarNo sé si ha llegado bien mi comentario anterior, así que voy a repetirlo.
José María fue mi profesor en el Instituto de Málaga y, además, participé en un grupo de teatro que formó con las niñas del colegio de la Asunción.
Años después nos encontramos en Ronda, felizmente casado; conversamos y recordamos nuestras actividades.
Debieron de pasar muchos años hasta que volví a localizarle a través de este blog. Nos comunicamos varias veces por whatsapp y me envió un libro dedicado de su familia.
Quiero enviar mi homenaje y mi sentimiento hacia una persona íntegra, cercana y amable. Fue un ejemplo en mi juventud. Un abrazo y mis condolencias a su familia.
Antonio Bustamante