El torito juguetón
Obra de Manuel Janeiro
Por Esperanza Cabello
En femenino singular
Hay muchas personas que se sienten identificadas con este blog a muchos niveles, por eso de vez en cuando escribo "en femenino singular", dejando bien claro que lo que viene a continuación lo escribo en mi propio nombre y siguiendo mis ideas y mi sentir.
Con el paso de los años te vas dando cuenta de que hay actitudes que, por muy buenas intenciones que tengas, provocan exactamente el efecto contrario del que tenías previsto, del mismo modo que un partido político nace como repulsa de una determinada actitud y termina causando un daño irremediable.
Hace algunos años (demasiados ya), a un grupo de personas se les ocurrió que sacar a un toro por las calles de Ubrique era una buena idea de diversión y negocio, y desgraciadamente todos los grupos políticos estuvieron de acuerdo, así que un triste día de septiembre comenzó a salir un toro por algunas calles del pueblo, un invento que algunos siguieron entusiasmados y a otros nos llenó de consternación y desconsuelo.
Ante las tímidas protestas de aquellos tiempos, teniendo en cuenta que entonces aún se respetaban las posturas de unos y otros, algunos se organizaron y se convirtieron en un destacamento hasta ahora imparable e inconcebible, porque en nuestro pueblo no existía esa afición, era algo minoritario, algunos jóvenes que iban a las fiestas de otros pueblos y poco más.
Tras los ataques personales a muchos niveles contra aquellos que osaron protestar contra una actividad tan revulsiva (daños en los coches, amenazas verbales, daños en los comercios, pintadas en nuestras fachadas...) con un perjuicio aún más doloroso por inesperado, algunos optamos por borrarnos de ubriqueños por unos días, yendo a cualquier otro lugar, otros por mantenerse en sus casas encerrados y otros por continuar dando su opinión con los medios a su alcance.
Y yo sigo sin entender cómo hemos llegado a ésto. Sí, que sacar a un toro por las calles es una descarga de adrenalina para los que corren; que un par de profesionales ganan algo de dinero; que algunos refuerzan su ego con estas "hazañas valerosas". Pero ¿¡Qué más!?
Mal nombre para nuestro pueblo, que no teníamos bastante con el sambenito del torero; mal día para los bares y restaurantes, porque los que vienen se traen su propia botellona; mal ejemplo para nuestros menores, a los que se hace creer que maltratar a un animal hasta llegar a matarlo para nuestro propio disfrute es algo normal!!!
Lo peor es que ya no solo es la salida del toro, es que hay actividades ¡PARA LOS NIÑOS! organizadas con el apoyo del mismo ayuntamiento y de muchas instituciones y asociaciones locales. Desde historias en el parque Rafael Alberti, utilizando espacios públicos hasta un encierro infantil en el centro de la avenida de España, como si fuera un juego, como si eso no fuera un sinsentido, como si la escuela de maltrato animal tuviera que comenzar en el propio centro del pueblo, disfrazada de juego y colorines, haciendo malabares con el nombre del patrón del pueblo y desembocando en los cabezudos de la feria, que también están invadidos sin remedio por este mundo taurino. Así se normaliza la violencia, y se da a entender que no pasa nada por maltratar a un animal.
Por eso este año no voy a esperar a que sea la salida del toro los primeros días de septiembre para exponer mi punto de vista, quiero expresar mi desconcierto y mi pena por mi pobre pueblo, por Ubrique, que sin ser un pueblo taurino está llegando a unos límites preocupantes y angustiosos.
Tan angustiosos como la agonía de esos animales que, sacados de su medio natural, atados con una cuerda y rodeados de una multitud vociferante y agresiva, correrán, si nadie lo remedia, intentando recobrar el aliento, sin saber dónde están las personas nobles y sin comprender, porque nadie lo puede comprender, qué está pasando.
Es una lástima, Ubrique.
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