Un nuevo panorama a los ojos de Juan Vegazo, la cisterna y la fuente de Proserpina
Fotografía Natalia Cabello Izquierdo
Por Esperanza Cabello
Llevamos varios días muy atareados transcribiendo la copia del manuscrito de don "Juan Begaso", que en el año 1792 y siguientes realizó excavaciones en el Salto de la Mora, zona conocida en la época como "Benafí alto".
Este manuscrito, del que tanto hemos oído hablar durante toda nuestra vida, pues nuestro padre, Manuel Cabello, estaba convencido de que lo publicado en el libro "Historia de la villa de Ubrique" por Fray Sebastián de Ubrique era solo una parte. Y dedicó mucho tiempo a buscar en la casa de su colega, la maestra doña Rosario Corrales, una copia del manuscrito, pues estaba seguro de que don Francisco García Parra, que tuvo en sus mano un ejemplar de esa copia y que era un estudioso muy concienzudo, habría hecho él mismo una copia de todo el manuscrito, no solo de la parte que publicó Fray Sebastián.
Por eso, hoy que lo tenemos en nuestras manos, queremos volver a dedicar a don Manuel Cabello Janeiro este grato descubrimiento, él estaría muy feliz con este paso adelante de su querido Ocurris.
Fotografía de Manolo Cabello
Continúa así el relato de don Juan Vegazo:
Archivo Histórico Provincial de Granada
Subí la muralla y se descubre una fuerte muralla de cantos labrados, cortando todo el frente de la haza. Busqué por ella y como a las ocho varas vi cuadros de casas, paredes, argamasas, pedazos de tejas romanas y en fin vestigios de población y fortaleza capaz, en ese sitio alto, alegre y vistoso por descubrirse multitud de tierras y montañas escarpadas, que hay en esas inmediaciones. Se ve el castillo de Cardela, el de Armara (sic), el peñón de San Cristóbal, villa de Benaocas[1], el peñón del Berrueco: También en ese peñón se descubren vestigios de romanos: tiene una mina en su centro y casi está hueco, por la puerta apenas puede entrar uno, se ven adentro como salas y varias cuevas: en fin se descubre de la eminencia del Benafis esta villa de Ubrique y el convento de Padres Capuchinos que está a su entrada y allí en lo más hondo de la sierra hay un nacimiento copiosísimo y de agua suavemente sabrosa y delicada. Se ven otros nacimientos, montes y prados donde la vista divertida descansa de la molestia de la subida.
En este año por san Andrés empecé a poner árboles frutales: en los hoyos se encontraban cantos, ladrillos, pedazos de platos, de cristales, huesos y demás que se encuentran en poblaciones destruidas.
Manuel Cabello y el grupo de Misión Rescate
[2]En el año de 1793 pensé poner viña para que con los hoyos, cavas y labores correspondientes poder descubrir lo que debajo de tierra pudiera haber. En efecto próximo a la entrada descubrí cuadros de casas no muy grandes: un poco más arriba a la izquierda un cuadro de dos varas y en cada esquina una columna de ladrillo y el centro lleno de argamasa fina. En ese sitio estaba una estatua con el casco de Proserpina de medio cuerpo, y sin cabeza con el ropaje airoso, de la cintura le salen dos áspides hasta el pecho, en él tiene un rostro que le rodean otros dos áspides, las orejas parecen dos alas de pájaro, y en la cabeza salen otros dos áspides rematando esta figura en el extremo del pecho: en donde correspondía tener la cabeza tiene un hoyo de cuatro dedos de hondo algo labrado, le falta algo de su hombro y donde demuestra el brazo izquierdo tiene un perno de hierro embutido donde quizás tendría alguna tarjeta, que no se ha encontrado.
Cerca de ese sitio a las 8 varas está una pared de 8 varas de largo y dos de alto: procuré ver este cuadro y descubrí ser un aljibe y lo restante de la demás obra era una casa. Contra esta obra baja del cerro una escalera de cantería: como a las 8 varas baja otra escalera, formada en las mismas piedras del cerro. Toda esta parte de sierra estuvo poblada de casas por los cimientos y paredes que se manifiestan. En lo más alto descubrí un grande aljibe de hondo 6 varas de largo una y media de ancho.
Fotografía de Manolo Cabello
En el año de 1794 seguí mis tareas en un llano frente a la entrada, como de 100 varas poniendo vides y encontré tejas romanas y demás fragmentos, un aljibe, un caño fortísimo cubierto de losas, tinajillas, porrones, pedazos de columnas, basas, capiteles de piedra basta bien labrados y algunas monedas: a corta distancia se descubre un horno hundido, por verse el principio abovedado, y los ladrillos quemados, y paredes próximas de cantería, y procurando desenvolver este terreno encuentro monedas, plomo tierno y metales, todo de poco valor, hasta que cansado de tanto gasto lo dejé, aunque mi deseo era excavar todo el terreno de esta tierra para dar alguna noticia a la nación.
Juan Begaso
[1] En todo el texto encontramos Benaocas con “s”.
[2] Aquí comienza la publicación de Fray Sebastián
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