Feria de Ubrique. Finales de los cincuenta
Fotografía de Azahar
CANTO NATURAL: Catorce de Septiembre
Puestos de cobre en la calle
y winchester de plástico,
Tizonas y Coladas
y floretes del zorro,
cochecitos de cuerda y lata
y pistolas de John Wayne,
duelo en La Salida del Lugar,
un paseo por la dicha de Septiembre.
Turrones de miel y ajonjolí,
cocos de agua,
algodón dulce pegado
al cielo de la boca
como un arcoíris en blanco y rojo.
Las niñas faldas de tabla,
los niños calcetines de nylon.
Altísimos reyes y pequeños
cabezudos,
música callejera de clarines
y cornetas
y el toro del aguardiente
en el frío albero
donde había pasado un portugués.
Pasodoble en el jardín,
Mirinda y a veces temprana
Cruzcampo,
Kina San Clemente,
caldo de feria y milanesa.
Soledad en las altas calles
como un cuadro de Matheu,
óleo sobre calle encantada
y toros en la siesta.
Vuelo aéreo en voytoma
de cadenas,
tiovivo al caer la tarde,
los caballitos,
la vespa azul
que daba la vuelta
a la tierra ochenta veces,
una ola con sirena,
la playa en la sierra
en suelo de tablas,
curva cerrada de látigo
de hierro,
coches que chocan
en una autopista desordenada
que iba al mismo sitio,
guardabarros de goma
y techo con chispas de fuego,
la escoba del tren fantasma
barriendo a golpes
los vagones.
Noche en la cancha
de baloncesto,
glamour en la caseta,
las piernas de una bailarina
con arte y oficio,
los cisnes azules.
Rebeca y lluvia en los farolillos,
almidón mojado en traje de lunares,
primeras hojas en el suelo
y casi el colegio,
catorce de Septiembre,
bombillas de otoño,
la feria y la vida,
los cuatro días que duraba el mundo.
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