Manuel Cabello Janeiro
Estudiante de medicina a principios de los cincuenta
Por Esperanza Cabello
En los últimos días hemos oído (como en los últimos años) muchos elogios a la figura y a la persona de nuestro padre. Tal vez porque fue de los primeros en preocuparse por la historia global de nuestro pueblo, tal vez porque su profesión de maestro lo acercó a muchos niños y niñas que hoy son padres y abuelos, tal vez porque su vida profesional en el mundo de la piel marcó sus intereses y sus caminos...
El caso es que, desde que en diciembre grabamos un programa sobre Ubrique hemos estado inmersos en un sinfín de actividades relacionadas con la historia y el mundo de la piel: en marzo un video sobre la historia de las mujeres petaqueras, la celebración del Ocho de marzo en Movex, de la mano de FADAC, la participación en un programa radiofónico de Canal Sur sobre historia de la piel, la feria Bajo la piel, la inauguración de la plaza de la Mujer petaquera, el libro de nuestro amigo Juan Barea, la grabación de Andalucía Directo, la asistencia hasta en tres ocasiones a la Mañana de Radio Ubrique, las visitas al Rodezno con los hermanos Román, el stand en el San Juan, las reuniones para organizar diferentes eventos, el homenaje a Manuel Cabello hijo, tan querido o más que su padre, la preparación de una nueva exposición, la celebración del Día del Petaquero, que tuvo lugar en el Museo de la Piel por el que tanto trabajó nuestro padre, y en la que Pedro Galiana pronunció una frase que nos llenó de orgullo: "No se entiende la historia de Ubrique sin el excelente trabajo de Manuel Cabello Janeiro".
Memoria de la Patacabra y la Marroquinería. Presentado por el doctor Pedro Galiana el pasado 27 de mayo, Día del Petaquero.
En todas y cada una de estas actividades ha estado presente, en alma y recuerdo, Manuel Cabello Janeiro. Él fue quien escribió los libros sobre historia de Ubrique, él fue quien hizo las primeras investigaciones sobre curtidos y tenerías, él recopiló todos los datos posibles sobre la industria de la piel, sobre los molinos, sobre los primeros petaqueros y las primera piezas de marroquinería.
Por eso hoy, que hace veinticuatro años que nos dejó, no podemos menos que sentirnos, como siempre, orgullosos de nuestro padre. Sabemos que casi todos los hijos se sienten orgullosos de sus padres, pero nuestro sentimiento es más singular aún cuando comprobamos que, a pesar de que murió hace casi un cuarto de siglo, su trabajo y su presencia siguen a nuestro alrededor, quizás más presentes que nunca.
Nuestra familia ha seguido creciendo, pero todos vivimos impregnados por su figura, fue mucho padre y mucho abuelo, de manera que hasta los nietos que no lo conocieron se parecen a él, e incluso los bisnietos, tan pequeñitos, tienen un aire a los abuelos que no pasa desapercibido.
Seguimos teniendo muchos proyectos; la familia Cabello Izquierdo no para, nos empapamos de los principios, los valores, la ilusión y la pasión de nuestros padres y aquí estamos, con una actividad imparable, llevando nuestro pueblo lo más alto que podemos, cuidando de nuestra familia y, sobre todo, recordando a nuestros mayores.
¡Siempre en nuestros corazones!
Manuel Cabello y Esperanza Izquierdo en El Jardín. 1953
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