Esther y Pablo recibidos por una lluvia de arroz y flores
Por Esperanza Cabello
Fotografías de:
Agustín Camino
Cristina Gamonoso
Pilar Velázquez
(et alii)
Ayer tuvo lugar uno de los momentos más emocionantes y esperados del año: nuestra querida Esther Olmedo se casaba, después de muchos meses de ilusión y de emociones, con su amado Pablo, rodeados de todos los suyos, de amigos, de familiares, de tanta gente que los quiere y que no tenía ninguna intención de perderse esos momentos mágicos.
Los recién casados en la iglesia de Nuestra Señora de la Granada, de Guillena
Nos ha parecido fantástico haber podido asistir a esta boda. No solo porque se trata de personas muy especiales, sino porque todo el génesis de la misma ha ido tomando forma en nuestro pueblo.
Y es que Esther es ya toda una ubriqueña, se ha ganado el título a pulso. Hace cinco años que el concurso de traslado de profesores de secundaria nos dio a todos la oportunidad de conocerla y de vivir a su lado muchos momento felices. Durante estos largos años, alejada de su pueblo, Guillena, y de los suyos, de sus padres, de sus hermanos, de sus sobrinos y de su querido Pablo, no ha perdido ninguna oportunidad de hacerse querer por todos los que la hemos ido conociendo: padres alumnos, compañeros, vecinos. Y aquí se ha ido convirtiendo en una ubriqueña más.
En Ubrique se ha ido fraguando su boda. Ha sido divertido ver cómo desde la distancia iba organizando su nueva casa allí en Guillena, buscando y comprando en Ubrique mil y un detalles, desde los muebles de la cocina hasta el tocado de la madrina, pasando por un precioso ramo de novia diseñado con plumas.
Un tierno momento de la celebración: cortando la tarta nupcial
Espectacular el traje de la novia ¿verdad?
La ceremonia tuvo lugar en la parroquia de Guillena, la iglesia de Nuestra Señora de la Granada. Una iglesia chiquita, preciosa y acogedora, que nos recordaba la iglesia de la Patrona de Ronda. Todos los invitados guapos y contentos, una ceremonia sencilla y cercana. Mucha emoción y mucha ternura en todos los gestos, en la música, en las palabras...
El novio llegó a la iglesia muy puntual, aún faltaban quince minutos para las nueve. Elegante, sonriente y del brazo de su madre, la madrina. Todos esperábamos en el interior de la iglesia a la novia.
Al entrar la novia en el templo, acompañada de su padre, Sebastián, todos enmudecimos de la emoción. Preciosa como siempre, con un vestido espectacular y un montón de sencillos detalles (un precioso abanico, un velo antiguo, un ramo de flores muy original, unos zapatos de vértigo...).
Nos encantó el detalle de las canciones: una chica, acompañada por una guitarra cantó unas preciosas canciones durante toda la ceremonia.
Todo fue muy emotivo y feliz. Esther ha ido dejando una estela de amistad y de cariño por todas las partes del mundo en las que ha estado. La acompañábamos, además de su familia y sus amigos de toda la vida, los amigos del instituto, los de la facultad, los del Erasmus, los de Zalamea, su anterior instituto, y los de Ubrique. Es una persona que cuida a sus amistades y se hace querer por todos.
El ramo de novia, diseñado en Ubrique
Después fue un regalo a su madre, con su mayor agradecimiento
A la salida del templo, y después de la lluvia de arroz (para desearles prosperidad, según una antigua costumbre oriental
“Que tengáis tanta prosperidad como para poder repartir arroz todos los
días de vuestra vida, que os sobre para poder dar a los que no tienen”,
reza un proverbio chino), y de una primera sesión de fotos, todos nos fuimos a la celebración en Burguillos, muy cerquita de la iglesia.
Para nosotros no ha sido una celebración más, de hecho, ha sido quizás la más especial de todas. Era un lugar espectacular, fresco y muy cuidado, en el que no faltaba ningún detalle.
Desde los cuatro cortadores de jamón (no en vano es la profesión del novio) que eran un verdadero espectáculo de la profesionalidad y la maestría, hasta el carro (carro de verdad) de quesos y frutas tan variado e impresionante que nos dejó a todos boquiabiertos.
La cena, estupenda; los dulces, deliciosos; el baile... divertido y feliz.
Todo cuidado hasta el último detalle. Muchos amigos que no han podido acompañar a Esther en estos momentos nos han pedido que les contemos con detalle cómo fue todo. Pero había tantos que sería casi imposible recordarlos todos.
Sesión de fotos familiares
Incluso hemos tenido que reflexionar para decidir qué fue lo mejor de todo. Y ya lo hemos decidido: lo mejor de todo fueron las personas: esa familia tan encantadora, esa madre, Rosa, y ese padre, Sebastián, que nos han hecho sentirnos como parte de su familia. Esos amigos rodeándolos, mimándolos y apreciándolos. Esos compañeros simpáticos y felices, deseando celebrar la felicidad de nuestra Esther y su amado Pablo.
Solo nos queda una pena, a partir del curso que viene esta ubriqueña de adopción se alejará un poquito de nuestro pueblo, de nuevo el concurso de traslados juega con nosotros.
Pero esa pena se convierte en alegría al saber que ella cuida a sus amigos, y que jamás se va totalmente de ningún sitio, así que estamos convencidos de que volveremos a estar a su lado.
La estrella de la noche
Ya solo nos queda expresar nuestros mejores deseos para los recién casados: "Que seáis muy felices todos los días de vuestra existencia, que siempre tengáis ese poquito de sal para sazonar vuestras vidas y las de los que os quieren y que nunca cambiéis, sois fabulosos".
¡Enhorabuena! Os queremos
.
Nota del 10 de julio: Una amiga de Ernestina (la hermana de Pablo) le envió esta preciosa foto de los recién casados; la añadimos a la entrada porque es un fiel reflejo de lo estupendos que se veían los dos.
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