Conversaciones históricas malagueñas
Por Cristóbal de Medina Conde, 1789
Por Esperanza Cabello
Hace unos años un grupo de "pareeros" de Villaluenga estuvo reparando las lindes de una propiedad en el Molino del Ceide. Nos llamó muchísimo la atención la destreza que tenían haciendo muros de piedra seca, eran unos verdaderos artistas, pero aún más nos asombramos cuando nos pidieron permiso para quedarse con un par de piedras.
Nos explicaron que eran piedras de amolar de Ubrique, que eran muy preciadas, porque resultaban estupendas para amolar y porque cada vez quedaban menos. También nos dijeron que en toda la Sierra se cotizaban las piedras de amolar de Ubrique y que si venían a trabajar por esta zona siempre estaban pendientes por si aparecía alguna buena.
Y hoy hemos comprobado que en realidad las piedras de amolar de Ubrique ya eran conocidas en el siglo XVIII, pues en el libro "Conversaciones históricas malagueñas" encontramos, en el inventario de materiales de la provincia de Málaga (a la que pertenecíamos en el siglo XVIII), las preciadas piedras de nuestro pueblo:
Pero ya a mediados del siglo XVIII encontramos en Ubrique, en el Catastro de Ensenada, al menos dos canteros reconocidos. En la primera parte, de agosto de 1752, leemos:
"Hay dos canteros, a quienes le regulan anualmente de utilidad a cada uno doscientos cincuenta reales".
Más tarde, en abril de 1754 conocemos quiénes son esos canteros:
También hay un maestro cantero nombrado Juan Pereira, por cuyo trabajo y el de un hijo que le ayuda de aprendiz le regulan el jornal de cuatro reales diarios: Tres alfareros, o fabricantes de teja...
Lástima que tantos oficios han desaparecido o están desapareciendo.
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