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martes, 31 de mayo de 2016

Memorias de Misión Rescate: El Panteón Romano de Ubrique, por Manuel Cabello Janeiro



LEMA:
EL CESTO DE LAS CEREZAS

MEMORIAS – 7
  
EL PANTEÓN ROMANO DE

U
     B
         R
            I
                Q
                   U
                       E
  
GRUPO DE MISIÓN RESCATE “208” C.N. José Antonio. Ubrique (Cádiz)
9ª Campaña. Curso 1.974 – 75


AÑO INTERNACIONAL DEL
PATRIMONIO ARTÍSTICO Y ARQUEOLÓGICO

Ubrique, septiembre, 1.975



EL PANTEÓN ROMANO



            Nadie, absolutamente nadie, podía imaginarse lo que iba a ocurrir a principio de este pasado verano 1.975 en torno a los descubrimientos del Grupo 208, en estas tierras ubriqueñas. Ni nosotros mismos, a soñar que nos echáramos, podíamos pensar (y tantas y tantas cosas han ocurrido) que nos íbamos a dar de lleno en esta serie de trabajos que exhaustivamente ha llevado.
            Con los primeros descubrimientos nuestros, D. Manuel, nuestro Maestro- jefe, con cierta gracia nos decía: “Esto es un cesto de cerezas, que cuando conseguimos una, detrás viene la otra”.
            Y cada tarde o mañana que salíamos a la excursión, siempre nos decía: ¡Chicos a por más cerezas! El símil era bonito, porque aparte de despertar en nosotros el entusiasmo y el deseo de trabajar, con tantísimo calor, se nos apetecían, de verdad, esas cerezas.

            El mismo miércoles, 20 de agosto, recibimos un nuevo “soplo”. Este nos lo dio un gañán de la finca La Báscula de los Morenos, quien nos indicaba que junto a la carretera que va a Cortes, la 3331, y el hito kilométrico (así tradujimos su expresión) 66 de dicha carretera, y en la finca conocida por Los Huérfanos de los Merinos, existía otra “obra de moro”, que los dueños usaban como cochiquera.
            No había más remedio que ir a ella. Muy próximo a dicho kilómetro, hay una cancela casi caída, que da acceso a dicha finca. La casa de la cortijada está a unos 30 metros de la carretera, y entre la casa y la carretera, efectivamente nos dimos de lleno con otro enterramiento, a primera vista romano.
            Antes de continuar con nuestro relato-memoria, conviene describir lo encontrado, porque ¡vamos!, a pie de carretera, y no haberlo visto ninguno de nosotros, tenía mandanga, y máxime cuando nos apreciábamos de ser unos buenos batidores. (Su distancia a Ubrique, 3 kilómetros, y a unos 500 metros del Campo de Fútbol del Ubrique Industrial).

            Saludamos al dueño de la finca, quien con sumo gusto nos autorizó a hacer unos trabajos necesarios, para su estudio y presentación al Programa.
            Le anunciamos que días más tarde vendría un señor de Sevilla, (nos referíamos a D. Salvador de Sancha), para que personalmente pudiera verlo.
            Así fue. Aquella tarde nos marchamos, y D. Salvador iría el domingo 24. Pero sigamos con nuestra descripción:

            Junto a un gigante eucaliptus, con la misma orientación que el Mausoleo de los Bujeos Altos (distante, por apreciación unos dos kilómetros en línea recta) existe una construcción de tipo prismático, de paredes estucadas, y exteriores de opus incertum, y en cuya parte superior se aprecia parte de una bóveda de medio cañón. Está construido en sentido Este-Oeste, en la parte más larga, mientras que la parte más estrecha, tiene la dirección Norte-Sur. Su interior, de planta totalmente rectangular, mide 4 metros x 1,90 metros x 2 metros de altura. Los muros exteriores llegan a alcanzar el metro de grosor.
            Cuando por primera vez lo visitamos tenía en su bóveda, casi caída, el ramaje propio para techumbre, porque le servía de porqueriza, como antes hemos mencionado, despojamos alguna de ellas, para observar el interior, y vimos cómo el suelo estaba pavimentado con grandes losas que no se correspondían en nada con la estructura antigua del edificio. Posiblemente, en épocas anteriores, lo habían pavimentado para servir de redil.
            Igualmente nos llamó la atención, un gran boquete u hoquedad, realizado casi a ras del suelo en la cara norte, y que traspasaba el muro. Tiene como 40-50 ctm. Nos imaginamos que sería una puerta hecha para entrar el ganado. A dicho hueco llegaba un pequeño canalillo, para el desagüe de los excrementos.
            Las paredes interiores, como hemos dicho antes, están recubiertas de un estuco, muy posiblemente moderno, al igual que el enlosado que hace de fondo, o bien han aprovechado el primitivo, y sobre él han aplicado una capa de revestimiento moderno.

            La charla que tuvimos con D. Francisco Pérez Chacón, hombre de unos setenta años, y dueño de la finca, no fue suficientemente aclaratoria. Generalmente los hombres de campo, cuando aparecemos en busca de pistas e indicios arqueológicos, por la personalidad del Grupo 208, veterano con nueve años de trabajo constantes por estos pagos, y por supuesto muy conocido, casi siempre, nos dan amenas charlas, no exentas de fantasía, pero en el caso presente, este Sr. Pérez, poco nos podía decir, porque jamás se había preocupado por el recinto descubierto. Y tenía razón. Los restos en superficie, por los alrededores, en rastreos que realizamos, eran nulos. No había nada. Ni cerámicas, ni columnas, ni nada de nada. Por tanto, la sencillez del hombre hablaba, solo con la presencia del Panteón, que para él era una simple construcción antigua.
            No obstante, el que nos dio el “soplo”, debía de saber algo más de él, porque nos lo señaló como obra de “moros”.

            Con nuestras primeras investigaciones iniciales, (a la que tenemos que agregar el verdadero nombre de la finca, La Bovedilla de Luque), regresamos a Ubrique, en espera de la mencionada visita del experto, que habríamos de llamar a Sevilla el sábado día 23.
            El domingo por la tarde, después de visitar la zona arqueológica de los Bujeos Altos, fuimos a esta finca.
            Don Salvador de Sancha estudió muy detenidamente las características del nuevo templo o mausoleo, y para diferenciarlo del de los Bujeos, le llamamos “Panteón”. Le agradó mucho la fábrica, aunque por la tierra alrededor depositada, el enorme eucaliptus que junto a él había, y el ramaje que hacía de techumbre, nos pidió le hiciéramos una limpieza, aunque no tan exhaustiva como la del Mausoleo, al menos que pudiéramos fotografiarlo.
           
            Tres tardes hemos dedicado a ello. Hemos hecho planos, medidas y fotos y no hemos profundizado en la limpieza, porque había que destrozar parte del suelo, y de momento no es necesario, según propia apreciación del experto.

            Señalado, plenamente como romano, igualmente tardío, sólo nos restaba pensar que hacía allí. Y hemos dicho que no había nada de nada en superficie. Ni incluso buscando en la cerca de piedra de la finca (dos o tres de nuestros rastreadores estuvieron toda la tarde en busca de alguna pista).
            Solo, en este sentido, tenemos que agregar que la única razón de su existencia en aquel lugar, era la proximidad de la vía de penetración, que como hemos dicho en otros trabajos de este verano de 1.975, pasaba por estos contornos, y muy posible la carretera provincial 3331, (de la que dista solo cinco metros), en parte cubra la primitiva calzada.


ANECDOTARIO:


Nos vemos obligados a señalar algo curioso sobre estas memorias. No incide sobre el objetivo directamente, pero está relacionado con él.
            Nuestro veterano Grupo 208, casi en todos sus trabajos, generalmente ha tardado tres y cuatro años. Ha sido casi la tónica general. Pero en éste, la cosa ha sido más rápida, no ha pasado de una semana. Más rapidez imposible, y no por esta rapidez ha dejado de ser interesante, si no la certificación del experto, así lo acreditará.




 






            Nosotros felices y contentos. Aquellas “cerezas” nos apetecían y a por ellas fuimos.
            Un colosal monumento, de época romana, se incorporaba a nuestro plano arqueológico, que ya teníamos en mente, y que como la cosa siguiera así, no íbamos a tener lugar para más cosas…



Ubrique, septiembre de 1.975

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