LEMA:
EL CESTO DE LAS CEREZAS
MEMORIAS – 7
EL
PANTEÓN ROMANO DE
U
B
R
I
Q
U
E
GRUPO DE MISIÓN RESCATE “208”
C.N. José Antonio. Ubrique (Cádiz)
9ª Campaña.
Curso 1.974 – 75
AÑO
INTERNACIONAL DEL
PATRIMONIO
ARTÍSTICO Y ARQUEOLÓGICO
Ubrique, septiembre, 1.975
EL
PANTEÓN ROMANO
Nadie,
absolutamente nadie, podía imaginarse lo que iba a ocurrir a principio de este
pasado verano 1.975 en torno a los descubrimientos del Grupo 208, en estas
tierras ubriqueñas. Ni nosotros mismos, a soñar que nos echáramos, podíamos
pensar (y tantas y tantas cosas han ocurrido) que nos íbamos a dar de lleno en
esta serie de trabajos que exhaustivamente ha llevado.
Con
los primeros descubrimientos nuestros, D. Manuel, nuestro Maestro- jefe, con
cierta gracia nos decía: “Esto es un cesto de cerezas, que cuando conseguimos
una, detrás viene la otra”.
Y
cada tarde o mañana que salíamos a la excursión, siempre nos decía: ¡Chicos a
por más cerezas! El símil era bonito, porque aparte de despertar en nosotros el
entusiasmo y el deseo de trabajar, con tantísimo calor, se nos apetecían, de
verdad, esas cerezas.
El
mismo miércoles, 20 de agosto, recibimos un nuevo “soplo”. Este nos lo dio un
gañán de la finca La Báscula de los Morenos, quien nos indicaba que junto a la
carretera que va a Cortes, la 3331, y el hito kilométrico (así tradujimos su
expresión) 66 de dicha carretera, y en la finca conocida por Los Huérfanos de los Merinos, existía
otra “obra de moro”, que los dueños usaban como cochiquera.
No
había más remedio que ir a ella. Muy próximo a dicho kilómetro, hay una cancela
casi caída, que da acceso a dicha finca. La casa de la cortijada está a unos 30
metros de la carretera, y entre la casa y la carretera, efectivamente nos dimos
de lleno con otro enterramiento, a primera vista romano.
Antes
de continuar con nuestro relato-memoria, conviene describir lo encontrado,
porque ¡vamos!, a pie de carretera, y no haberlo visto ninguno de nosotros,
tenía mandanga, y máxime cuando nos apreciábamos de ser unos buenos batidores.
(Su distancia a Ubrique, 3 kilómetros, y a unos 500 metros del Campo de Fútbol
del Ubrique Industrial).
Saludamos
al dueño de la finca, quien con sumo gusto nos autorizó a hacer unos trabajos
necesarios, para su estudio y presentación al Programa.
Le
anunciamos que días más tarde vendría un señor de Sevilla, (nos referíamos a D.
Salvador de Sancha), para que personalmente pudiera verlo.
Así
fue. Aquella tarde nos marchamos, y D. Salvador iría el domingo 24. Pero
sigamos con nuestra descripción:
Junto
a un gigante eucaliptus, con la misma orientación que el Mausoleo de los Bujeos
Altos (distante, por apreciación unos dos kilómetros en línea recta) existe una
construcción de tipo prismático, de paredes estucadas, y exteriores de opus
incertum, y en cuya parte superior se aprecia parte de una bóveda de medio
cañón. Está construido en sentido Este-Oeste, en la parte más larga, mientras
que la parte más estrecha, tiene la dirección Norte-Sur. Su interior, de planta
totalmente rectangular, mide 4 metros x 1,90 metros x 2 metros de altura. Los
muros exteriores llegan a alcanzar el metro de grosor.
Cuando
por primera vez lo visitamos tenía en su bóveda, casi caída, el ramaje propio
para techumbre, porque le servía de porqueriza, como antes hemos mencionado,
despojamos alguna de ellas, para observar el interior, y vimos cómo el suelo
estaba pavimentado con grandes losas que no se correspondían en nada con la
estructura antigua del edificio. Posiblemente, en épocas anteriores, lo habían
pavimentado para servir de redil.
Igualmente
nos llamó la atención, un gran boquete u hoquedad, realizado casi a ras del
suelo en la cara norte, y que traspasaba el muro. Tiene como 40-50 ctm. Nos
imaginamos que sería una puerta hecha para entrar el ganado. A dicho hueco
llegaba un pequeño canalillo, para el desagüe de los excrementos.
Las
paredes interiores, como hemos dicho antes, están recubiertas de un estuco, muy
posiblemente moderno, al igual que el enlosado que hace de fondo, o bien han
aprovechado el primitivo, y sobre él han aplicado una capa de revestimiento
moderno.
La
charla que tuvimos con D. Francisco Pérez Chacón, hombre de unos setenta años,
y dueño de la finca, no fue suficientemente aclaratoria. Generalmente los
hombres de campo, cuando aparecemos en busca de pistas e indicios
arqueológicos, por la personalidad del Grupo 208, veterano con nueve años de
trabajo constantes por estos pagos, y por supuesto muy conocido, casi siempre,
nos dan amenas charlas, no exentas de fantasía, pero en el caso presente, este
Sr. Pérez, poco nos podía decir, porque jamás se había preocupado por el
recinto descubierto. Y tenía razón. Los restos en superficie, por los alrededores,
en rastreos que realizamos, eran nulos. No había nada. Ni cerámicas, ni
columnas, ni nada de nada. Por tanto, la sencillez del hombre hablaba, solo con
la presencia del Panteón, que para él era una simple construcción antigua.
No
obstante, el que nos dio el “soplo”, debía de saber algo más de él, porque nos
lo señaló como obra de “moros”.
Con
nuestras primeras investigaciones iniciales, (a la que tenemos que agregar el
verdadero nombre de la finca, La Bovedilla de Luque), regresamos a Ubrique, en
espera de la mencionada visita del experto, que habríamos de llamar a Sevilla
el sábado día 23.
El
domingo por la tarde, después de visitar la zona arqueológica de los Bujeos
Altos, fuimos a esta finca.
Don
Salvador de Sancha estudió muy detenidamente las características del nuevo
templo o mausoleo, y para diferenciarlo del de los Bujeos, le llamamos
“Panteón”. Le agradó mucho la fábrica, aunque por la tierra alrededor
depositada, el enorme eucaliptus que junto a él había, y el ramaje que hacía de
techumbre, nos pidió le hiciéramos una limpieza, aunque no tan exhaustiva como
la del Mausoleo, al menos que pudiéramos fotografiarlo.
Tres
tardes hemos dedicado a ello. Hemos hecho planos, medidas y fotos y no hemos
profundizado en la limpieza, porque había que destrozar parte del suelo, y de
momento no es necesario, según propia apreciación del experto.
Señalado,
plenamente como romano, igualmente tardío, sólo nos restaba pensar que hacía
allí. Y hemos dicho que no había nada de nada en superficie. Ni incluso
buscando en la cerca de piedra de la finca (dos o tres de nuestros rastreadores
estuvieron toda la tarde en busca de alguna pista).
Solo,
en este sentido, tenemos que agregar que la única razón de su existencia en
aquel lugar, era la proximidad de la vía de penetración, que como hemos dicho
en otros trabajos de este verano de 1.975, pasaba por estos contornos, y muy
posible la carretera provincial 3331, (de la que dista solo cinco metros), en
parte cubra la primitiva calzada.
ANECDOTARIO:
Nos vemos obligados
a señalar algo curioso sobre estas memorias. No incide sobre el objetivo
directamente, pero está relacionado con él.
Nuestro
veterano Grupo 208, casi en todos sus trabajos, generalmente ha tardado tres y
cuatro años. Ha sido casi la tónica general. Pero en éste, la cosa ha sido más
rápida, no ha pasado de una semana. Más rapidez imposible, y no por esta
rapidez ha dejado de ser interesante, si no la certificación del experto, así
lo acreditará.
Nosotros
felices y contentos. Aquellas “cerezas” nos apetecían y a por ellas fuimos.
Un
colosal monumento, de época romana, se incorporaba a nuestro plano
arqueológico, que ya teníamos en mente, y que como la cosa siguiera así, no
íbamos a tener lugar para más cosas…
Ubrique, septiembre de 1.975
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