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domingo, 4 de febrero de 2018

De los apodos, motes y sobrenombres en Ubrique

Ubrique. Gentileza de "Ubrique en Verde"




Esta es la introducción que escribimos para el libro "De los apodos, motes y sobrenombres en Ubrique", escrito por Pedro Galiana con los listados que había elaborado con su amigo Antonio Mateos y que presentamos el pasado mes de diciembre.





LOS APODOS Y MOTES EN UBRIQUE


 
POR ESPERANZA CABELLO IZQUIERDO


                Los apodos son apelativos que podemos encontrar regularmente en todas las culturas, desde la época romana e incuso desde mucho antes, sobre todo en el mundo rural y en el mundo de los pueblos. Son expresiones capaces de sintetizar, en una o dos palabras, intenciones comunicativas y actitudes de relación y entendimiento, lo que representa una economía lingüística significativa.
Son un elemento habitual en las colectividades relativamente pequeñas, y ayudan a establecer cierto tipo de vínculos entre los miembros de estas comunidades, incluso más allá del objetivo obvio de estos apelativos, que sería identificar y distinguir a unos individuos de otros (anotando rasgos físicos, estableciendo grupos sociales, recordando anécdotas, repitiendo frases o palabras que se dijeron en cierta ocasión...). Decimos que en las colectividades relativamente pequeñas su uso es  mucho más frecuente porque es precisamente en estas comunidades donde hay una convivencia más cercana que favorece el uso de apodos y motes. Todos hemos tenido motes en la escuela, o en el instituto; también son frecuentes en el trabajo, en los barrios y, por supuesto hay algunos que trascienden y se conocen en todo el pueblo.
 ¿Cuál es la razón por la que los apodos aparecen en estos lugares? Seguramente una de las más importantes es que identifican y distinguen al apodado, pero también aparecen por la necesidad de clasificar, comparar, crear, jugar con las palabras, acercarse a los demás, realzar las cualidades de alguien y también de ofender, pues muchas veces el apodo tiene valor peyorativo.
Quizás por esto en nuestro pueblo también se les llama “mal nombre”.
En las "Misceláneas correspondientes a la Villa de Ubrique" de Rafael Aragón Macías, de mediados del siglo XIX, el manuscrito más antiguo que se conserva de nuestro pueblo y que es, fundamentalmente, una genealogía, encontramos una gran variedad de apelativos diferentes (las siguientes frases están copiadas literalmente del texto, los textos originales son de los siglos XVI y XVII):

·         -Pedro Sánchez Morales, por mal nombre “la Blanca”
·         -Julio Romero, Bigotes por mal nombre, porque los tenia grandes.
·         -Pedro Fernández casado con María del Rio le llamaron Cabra Cerneja por mal nombre.
·         -A Cristóbal Benítez Zarzuela, que casó con María Ruiz de Porras, le llamaron por mal nombre el del Buche.
·         -A Bartolomé de Morales, casado con Ana Rodríguez Torrejón y a Diego de Morales su hijo que caso con María Gómez de Reina, les llamaron Morales Bacallaas por mal nombre.
·         -Antonio Fernández Maldonado, llamado Jurón
·         -Julio Gómez llamado el Manco
·         -Pedro Hernández de Morales, llamado el Bobo,
·    -Bartolomé de Morales, llamado Morralitos por ser pequeño de cuerpo.
·         -Pedro Márquez, el Viejo
·        - Linaje y apellido de  Juan Gómez, llamado El Manco
·         --José Sánchez Morales, hijo de Pedro Sánchez Morales, llamado La lleva
·         -Juan Martin llamado el Monge
·         -Juan Romero que casó con María Chaves, fue llamado Bigotes y su hijo Pedro le llamaron Romerito por ser pequeño de cuerpo.
·         -Es un hijo de don Fernando llamado Matanza
·         -Testamento de María Hernández que llamaron Buena Mosa por casar

Incluso sabemos que un mote dio nombre a una de las calles de nuestro callejero. Rafael Aragón cuenta de una señora de tez muy blanca y le pusieron por apodo María de las Nieves, esta señora tenía varias casas en la calle Nevada, calle que aún conserva hoy este nombre

·         ... de María de las Nieves, apellido, que le dieron por ser muy blanca, y hoy retiene el nombre de Nevada la calle donde tenia sus casas
·         ...llamóse la dicha María Sánchez Borrega, de las Nieves, por ser muy blanca, y tomó de ella el nombre la calle de La Nevada;


Pero también habla con sus apodos correspondientes de los reyes de España:
·         -Rey don Alonso el VI llamado el de la mano Horadada
·         -Nuestro Rey Don Fernando el III, llamado el  Santo

En su libro “Del sombrero de tres picos a la montera. Breve historia de la familia Janeiro en Ubrique”, Manuel Cabello hacía un pequeño esbozo de algunos de los apelativos utilizados en nuestro pueblo y sobre todo en la familia. En él expresaba esa necesidad de cercanía, de definir la convivencia, de economizar el lenguaje, de conocer a los demás como el pueblo los conocía, pues lo más normal, en sociedades como la nuestra, es que una persona sea conocida antes por su apodo que por su nombre oficial, y este apodo nos permite identificar y definir a los vecinos. Cuando su esposa, Esperanza Izquierdo, comenzó a mediados de los setenta sus estudios de Lengua Española en la Universidad a Distancia, realizó un detallado trabajo sobre los apodos en Ubrique,  en el que hemos podido constatar la permanencia a través del tiempo de muchos de los apodos ubriqueños, y también la pérdida de aquellos que eran exclusivos e individuales que no han pervivido. Porque los apodos describen lo que realmente somos, cómo nos ven los demás, y no lo que nos gustaría ser, eso hace que se nos reconozca fácilmente y seamos más familiares que por nuestro nombre oficial.

Nos hemos preguntado por el origen de la palabra “apodo”, y lo primero que llama la atención es la cantidad de denominaciones que podemos encontrar para esta palabra que nombra y define a las personas: apodo, mote, sobrenombre, alias, remoquete, seudónimo, nombre... Quizás yendo al significado de estos vocablos podamos ir consiguiendo algunas respuestas.
En el “Diccionario de la lengua castellana: en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad con las phrases o modos de hablar los proverbios, o refranes y otras cosas convenientes al uso de la lengua”, de 1739 encontramos las siguientes definiciones:




Apodo: Comparación hecha con gracioso modo, de una cosa a otra por la similitud que tienen entre sí. Covarrubias cree que viene del griego Apódosis, que vale repetición y contraposición. Otros le derivan del Griego Podos, que significa Pié, por quanto el apodo es un pie y mote gracioso, dicho con viveza y discreción.
Mote: Sentencia breve que incluye un secreto o misterio que necesita explicación. Se toma también por apodo, dicho con una voz o palabra.
Motejar: Censurar las acciones de algunos con apodos o motes.
Nombre: Se usa también por apodo y se suele decir Mal nombre o Nombre postizo.




Sobrenombre: El apellido que se añade después del nombre propio, que se puso en el Bautismo.
Sobrenombre: Por alusión se llama el nombre inventado, que se pone a alguno por apodo. Lat. Cognomen, inis.

                Lo primero que nos ha llamado la atención es el uso de la palabra “nombre” como apodo. Y es que realmente todos los nombres y apellidos han sido, en algún momento de la historia, apodos. Los apodos dieron origen a los nombres propios, aunque con el tiempo han ido desemantizándose, o sea, han ido perdiendo su significado. Por eso encontramos que la mayoría de nuestros apellidos tienen, en realidad, una procedencia común, esto es, la necesidad de identificar, definir y clasificar a las personas:

·         Indican el lugar de procedencia: Sevilla, Cáceres
·         Indican que se es hijo de:(añadiendo  “ez”), Fernández, hijo de Fernando
·         Se refieren a un lugar común: de la Barrera, Campo, Bellacasa
·         Se refieren a plantas o animales: Pato, Lobo, de la Rosa, Carrasco
·         Se refieren a una característica física: Rubio, Moreno,
·         Se refieren al carácter: Bravo, Manso
·         Se refieren a un oficio: Zapatero, Carpintero
·         Se refieren a un título: Rey, Duque.

El fenómeno de la desemantización (pérdida de su significado)  de los nombres y apellidos es, quizás, el responsable de que actualmente los apodos continúen muy vigentes en nuestras comunidades. Si nos llamásemos, por ejemplo “Nieves Caballero León” esa denominación no tiene, actualmente, nada que ver con ninguna de las tres circunstancias que originaron nuestro nombre y apellidos, sin embargo, si alguien añadiera “la de Ubrique” ese apodo, que no es un signo inmotivado, sino que responde a una causa concreta (nuestro lugar de nacimiento o de residencia) sí que nos identificaría, y si viviésemos en cualquier otro pueblo ese apodo pasaría a nuestros descendientes.
Porque esa es otra de las características de los apodos: Permanecen imperturbables en el tiempo y nos acompañan toda la vida, además de transmitirse a casi toda la familia.
En este proceso de desemantización y de transmisión a través del tiempo se puede dar una circunstancia muy curiosa. Pensemos por ejemplo en el apellido “Rubiales”, es uno de los apellidos que existen en Ubrique casi desde la Repoblación, a principios del siglo XVI. Imaginamos que el primer “Rubiales” se caracterizaba por el color de su pelo, que además debía de ser un rasgo físico dominante que se trasmitió de generación en generación al igual que el apellido (aún quedamos en Ubrique muchos “Rubiales” con el pelo claro). Pasados cinco siglos los apellidos, en muchos casos, han ido quedando atrás, y hace un par de generaciones surgió el apodo “la Rubita”, pero también “el Rubi”, apodos que igualmente se han transmitido a la generación actual.
Y así, de la misma forma en que los apellidos tienen un origen concreto, los apodos  nacen asimismo de la necesidad de definir, de identificar, de diferenciar al vecino. Y aunque en la mayoría de los casos no sabemos exactamente cuándo ni cómo han surgido, podemos ver en ellos una variedad y riqueza tremendas, además del reflejo de un ingenio singular y, a veces no muy buenas intenciones.
El por qué de cada apodo ubriqueño se pierde en la noche de los tiempos, sería muy difícil llegar al origen de cada uno de ellos, saber quién comenzó a hacer el juego de palabras, qué circunstancia hizo, por ejemplo, que hace varias generaciones un joven ubriqueño que solo pensaba en ayudar a sus vecinos y que repartía los alimentos de la huerta de su padre entre los necesitados  tuviera una anécdota con un melón,  y a partir de entonces toda su familia sea reconocida por aquella historia que casi todos han olvidado.
Mucho más fácil es reconocer el origen de algunos apodos (aunque podríamos caer en equívocos igualmente) si se refieren a varias circunstancias concretas, como un lugar de origen, una característica física, una profesión, cierto tipo de sustantivos, juegos de palabras. Hay apodos formados por nombres de animales, de plantas, de sustantivos. También hemos encontrado apodos a partir de nombres de pila o apellidos peculiares y, sobre todo, apodos que juegan con la fonética, el léxico y la sintaxis, buscando palabras sonoras y características.
Esta podría ser una clasificación, similar a la realizada por José Carrasco Molina (muy incompleta aún) del tipo de apodos que podremos encontrar en esta recopilación ubriqueña. El apodo se escribe con inicial mayúscula y con minúscula el artículo determinado (el, la, los ) que lo precede normalmente:



·         Referencias geográficas: el Jimenato, el Jimerano, la Malagueña, el Sevillano, el Cándalo, el Catalán, el Arqueño, la Zareña (de Zahara) ...
·         La profesión: el Retratista, el Mondonguero, el Alpargatero, la Lecherita, el Latero, la Vaquera, los Betuneros, el Carrero,  el Tinajero, los Esparteros, el Cortador ...
·         Cargos o distinciones: el Alcaldito, el Almirante, el Secretario, el Capataz, la Sargenta, el Papa, el Obispo, el Scheriff...
·         Nombres de personajes famosos: la Garibaldi, el Barón Rojo, el Chaplin, el Juan Tenorio,
·       Características físicas: el Rubito, el Anillado, el Cabezón, la Flaca, el Cara Metro, el Cara Quinqué, el Flaco, el Retaco, los Rubi, el Guapito, el Pelón, el Rapao, el Trespelos ...
·         Nombres de animales: el Alcaudón, el Gorrión, el Almeja, el Cigarrón, el Cañaílla, el Conejo, el Boquerón, el Pescadilla, los Corzos, el Monicaco, el Mosca, el Pollo, el Gato, la Ratita, el Grajo...
·         Nombres de flores, alimentos, verduras: el Azucena, el Habichuela, el Bellota, el Frangollo, el Gachas, el Melón, el Jamón Dulce, el Manteca, los Merengues, el Garrobo, el Lechuga, el Moniato, el Barquitololi...
·         Nombres de sustantivos diversos: el Platillo volante, el Botija, el Balilla, el Cristales, el Cucharro, el Flauta, el Peseta, el Rebeca, el Pitera, el Remache, el Canasto, la Campana...
·         Diversos números: el Seisdeos, el Ochoperras, el Sietelabios, el Veinte a la peseta, el Sieteperros, el Trespelos, el Tresnuos, el Ochenta reales...
·         Juegos de palabras con nombre o apellidos: el Ziquielo, el Parrita, el Pompeo, las Piñeritas, los Reguerones, Reinita, el Pericote, Reinita, el Bareíta, Justito, los Merinos, Rojilla, el Vicentúo, Locadio, Currilloja, Panchova... Incluso hay un apodo con la unión de dos apellidos: “el Chaconquero
·         Cambio de género en nombres o apellidos: la Panala, la Quera, la Bartola, la Dorotea, la Añona, las Carpias, la Rincona, la Tacona, la Chaconquera...
·         Anteposición de la palabra tío/tía al apodo cuando realmente no hay ningún parentesco, suele utilizarse  en lugar de “el hombre de...” o como fórmula de respeto para personas mayores y apreciadas: Tía Romana, Tía Sopa, Tío Castorita, Tío Juan el Bardas, Tío los Gatos, Tío los Pájaros, Tío Mascota, Tío Pepito... (Este último, José Piñero de la Rosa, era maestro zapatero, muy apreciado por su creatividad).
·         Juegos fonéticos que crean palabras nuevas, normalmente muy sonoras: el Makiu, el Paconcho, el Mindriolo, la Periaña, el Piriañi, la Parroña, el Magaña, el Morrillones, el Guimbi, el Chinguango, el Chiriguay, el Yembo...
·         Nombres compuestos, formados por dos lexemas: el Pinchauvas, el Porracilina, Pericopizo, el Pocapringue, el Robatiza, el Pocamoto, Pacoturbo, Currafría, el Cariancho, el Ochoperras...
·         Hay personajes a lo largo de la pequeña historia de nuestro pueblo que han sido conocidos con dos apodos o con hipocorísticos y apodos a la vez, como Francisco Rojas, que fue conocido como “Rojillas el Pregonero” o “Mariquita la Partera”,  “Paquito el Latero”. También hay casos en los que al apodo se añade el apellido, como “la Chata Bohórquez” para distinguirlos de otras familias de “Chatos”.
·         Excepcionalmente algunos apodos son prácticamente oraciones completas, en el listado constan “Don José a la fuerza”,  “Dame un beso, Salvador”, “el Hasta Luego”, “el Veinte a la peseta”.


 El pantano de Los Hurones desde el puente del "Mennunco"



Nos gustaría terminar esta introducción con la historia de un apodo ubriqueño: “El Mennunco”, se trata de un relato  muy entrañable que, lamentablemente, está cayendo en el olvido:
La sobrina-nieta del “Mennunco” (“me desnuco”) nos contó un día que su tío-abuelo, hombre de campo, se había enamorado, siendo joven, de una señorita del pueblo, y que el hombre no se terminaba de decidir a pedir permiso para cortejarla por timidez, por su manera de hablar...
Al joven le tocó servir (hacer el Servicio Militar) en Madrid, como a casi todos los ubriqueños que iban a la capital, en la Guardia Real, y el buen hombre se fue a la gran ciudad  decidido a aprender buenos modales y buena expresión para después sorprender a su futura novia y a sus suegros.
En Madrid fue  haciéndose a la idea de cómo hablaban los madrileños, cómo se saludaban las mañanas en el Retiro: “Celebro saludarla, señora”, “Buenos días, señor”.
Y aquel joven tomó buena nota para cuando fuera a hablar con su enamorada. Cuando llegó el momento, ya de vuelta en Ubrique, el hombre se decidió a ir a pedir el permiso a padre de la joven para cortejarla.
Llamó a la puerta y lo hicieron pasar a una salita, donde tuvo que esperar varios minutos. El pobre estaba tan nervioso que memorizaba sus frases: “Celebro saludarlo, señor”.
Cuando el futuro suegro entró en la salita, el joven, más nervioso aún, olvidó todas sus frases, pero haciendo un esfuerzo pensó... “celebro, cerebro...”
Y le dijo: “Mennunco en saludarlo, señor”.
Ni que decir tiene que el joven, una vez pasado el mal rato, consiguió el permiso para cortejar a la señorita, con la que se casó más tarde. Sus paisanos ubriqueños fueron conociéndolo como “el Mennunco”. Con el tiempo el campo en el que trabajaba tomó curiosamente,  el nombre de aquella genial anécdota, tan entrañable, tan humana, tan sencilla y tan divertida. Agradecemos a Atanasia que nos contara esta magnífica historia.
Hoy día este apodo no se conoce en ninguna familia, pero todos en Ubrique conocemos esa finca al otro lado del pantano llamada “El Mennunco” desde hace más de cien años.

En el listado que compone este libro también encontraremos apodos de todo tipo, unos muy antiguos y otros más modernos, algunos muy simpáticos y otros un tanto ofensivos, que hacen referencia normalmente a defectos físicos o morales, aunque generalmente los apodos familiares son aceptados orgullosamente y son muchas las familias que dicen llevar “a mucha honra” su apodo, y es que en origen, si volvemos a leer el significado de la palabra “mote” en 1739, encontraremos que se trata de un concepto honorable, e incluso proverbial, aunque el paso del tiempo haya adulterado, en gran medida, este significado.
Este concepto honorable y proverbial es el que hace que reyes y personajes importantes hayan tenido y conserven su apodo distintivo, del mismo modo que ubriqueños y ubriqueñas mantienen y conservan sus apodos, que los hacen únicos.


                                      



BIBLIOGRAFÍA
ARAGÓN MACÍAS, RAFAEL: Misceláneas correspondientes a la Villa de Ubrique. (siglo XIX)
CABELLO JANEIRO, MANUEL: Del sombrero de tres picos a la Montera. Breve historia de la familia Janeiro. (1992)
CABELLO IZQUIERDO, MANUEL: Ubrique en verde. Al pantano de los Hurones. (2013) http://ubriqueenverde.blogspot.com.es/2013/09/al-pantano-de-los-hurones.html
CABELLO IZQUIERDO, ESPERANZA: El blog de Ocurris. El origen del nombre de la calle Nevada http://manuelcabelloyesperanzaizquierdo.blogspot.com.es/2014/05/el-origen-del-nombre-de-la-calle-nevada.html
CARRASCO MOLINA, José: Vivir en un pueblo: los apodos (2009)  http://josesimeoncarrasco.blogspot.com.es/
MARTÍNEZ RAMÍREZ, Jesús: Aprovechamiento educativo y didáctico de los apodos del campo de Cartagena. Universidad de La Rioja. (2004) http://revistas.um.es/rmu/article/view/72851

               


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