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miércoles, 31 de octubre de 2018

¡Bienvenidos a Ubrique!

Entrada de Ubrique desde Las Cumbres
Fotografía gentileza de "Ubrique en Verde"


Por Esperanza Cabello

Hace poco más de un año la entrada a nuestro pueblo era así, tal como la vemos en esta fotografía, cuando ibas bajando desde Las Cumbres. Había un monolito de bienvenida, unos preciosos azulejos con nuestros símbolos y el lema "Cuna del artículo de piel" y un poco más atrás las copas de unos árboles que te permitían ver el pueblo y sus montañas en toda su extensión, amplia y limpiamente, desde el depósito de la Cornicabra hasta el Calvario, con la vista clara del San Antonio y la Cruz del Tajo..
Esa era la vista de la que hemos disfrutado todos, vecinos y visitantes, desde que esta carretera se inauguró en los años veinte del siglo pasado.

Pero desde hace unos meses hemos venido observando, primero con recelo y ahora con espanto, cómo se está construyendo un tremendo edificio después de haber perforado y taladrado hasta la saciedad el suelo por la calle del nivel inferior (la avenida de Carlos Cano).
Decimos lo del espanto porque a diario vemos cómo el mamotrético edificio va creciendo, invadiendo los espacios y conviertiéndose cada vez más en una masa de hormigón y muchos hierros que va a tapar, si nadie pone remedio, las vistas de la entrada a nuestro pueblo.

¿Cuántas plantas pueden construirse en esta zona de impacto visual tremendo?
¿No sabemosni queremos saber qué personal técnico habrá dado permiso para que semejante mole megalómana sea lo primero que veamos al entrar en Ubrique?
Si algunos no hemos podido en nuestras casas ni abrir una ventana en la fachada o poner un aseo en un patio interior o colocar una puerta de garaje en un solar... 

Es imprescindible que alguien se de cuenta de que la altura y el volumen de este tinglado no están en consonancia con el entorno, ni con nuestra idiosincrasia, ni con nuestro estilo.
Ya se construyeron en Ubrique dos edificios comparables (en dos épocas diferentes), demasiado grandes y demasiado altos que destacan excesivamente de nuestro estilo de construcción, sobre nuestras casas blancas, sobre nuestros tejados de teja árabe, sobre nuestras azoteas. 
Pero ahora, si algún interdicto no lo impide y el mamotreto sigue ganando altura, lo que vamos aperder es uno de nuestros triunfos naturales: nuestro paisaje, nuestras vistas.


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