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sábado, 22 de junio de 2019

La exposición de Manuel Cabello Janeiro, 5


EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LA MUJER EN LA FABRICACIÓN DE LAS PRIMERAS PETACAS Y PRECISOS



Nuestra marroquinería tiene su origen, indudablemente, en el mundo de la zapatería y guarnicionería. De la fabricación de piezas grandes sobraban retales de cierto tamaño y al objeto de aprovecharlos, se comenzaron a hacer las petacas. Se confeccionaban con artísticas costuras al centro y alrededor y en estas costuras es donde las mujeres ubriqueñas derrochaban primores.

La primera mujer que trabaja en Ubrique el artículo de piel es la esposa de Ángel Becina, oriundo de Malta, la rondeña Ana Poley Ortiz. Llegaron a nuestro pueblo en 1795, procedentes de Ronda con su hijo Serafín y aquí nació su hija María.

 Los miembros de la familia Poley tuvieron fama en toda la comarca como inmejorables artesanos del cuero. El padre de Ana fue el más renombrado guarnicionero serrano del siglo XVIII.

En Ubrique la familia trabaja con mimo la piel y sus creaciones son únicas: zahones, botines, alforjas, cananas y correajes, a los que las mujeres de la familia ponen la nota femenina en forma de diminutos tallados, incrustaciones y bordados.

Llegan a Ubrique no muy sobrados de medios económicos. Doña Ana, aunque forastera, consigue granjearse pronto el afecto de sus convecinos. De exquisita bondad y excelente trato, recatada y de esmerada educación, llega a manejar el negocio con tanta soltura como su marido y se entiende muy bien con las costureras que ya comienzan a coser en las puertas de sus casas con los bojes.

Cuando éste fallece, sigue al frente del taller artesano, manteniendo y acrecentando la ya numerosa clientela, ayudada por su hijo Serafín, que contrae matrimonio con Beatriz Rodríguez el 8 de marzo de 1833.


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