EL PAPEL FUNDAMENTAL
DE LA MUJER EN LA FABRICACIÓN DE LAS PRIMERAS PETACAS Y PRECISOS
Nuestra marroquinería tiene su origen, indudablemente, en el
mundo de la zapatería y guarnicionería. De la fabricación de piezas grandes
sobraban retales de cierto tamaño y al objeto de aprovecharlos, se comenzaron a
hacer las petacas. Se confeccionaban con artísticas costuras al centro y
alrededor y en estas costuras es donde las mujeres ubriqueñas derrochaban
primores.
La primera mujer que trabaja en
Ubrique el artículo de piel es la esposa de Ángel Becina, oriundo de Malta, la
rondeña Ana Poley Ortiz. Llegaron a nuestro pueblo en 1795, procedentes de
Ronda con su hijo Serafín y aquí nació su hija María.
Los miembros de la familia Poley tuvieron fama
en toda la comarca como inmejorables artesanos del cuero. El padre de Ana fue
el más renombrado guarnicionero serrano del siglo XVIII.
En Ubrique la familia trabaja con
mimo la piel y sus creaciones son únicas: zahones, botines, alforjas, cananas y
correajes, a los que las mujeres de la familia ponen la nota femenina en forma
de diminutos tallados, incrustaciones y bordados.
Llegan a Ubrique no muy sobrados de medios económicos.
Doña Ana, aunque forastera, consigue granjearse pronto el afecto de sus
convecinos. De exquisita bondad y excelente trato, recatada y de esmerada
educación, llega a manejar el negocio con tanta soltura como su marido y se
entiende muy bien con las costureras que ya comienzan a coser en las puertas de
sus casas con los bojes.
Cuando éste fallece, sigue al frente
del taller artesano, manteniendo y acrecentando la ya numerosa clientela,
ayudada por su hijo Serafín, que contrae matrimonio con Beatriz Rodríguez el 8
de marzo de 1833.
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