Este blog, que comencé en 2007, es un homenaje a mis padres, Manuel Cabello Janeiro y Esperanza Izquierdo Fernández, a su vida y a su trabajo. Quiero recuperar sus escritos, sus investigaciones y muchos de sus recuerdos.
Al mismo tiempo es un amable homenaje a todos los miembros de nuestra familia y a nuestro pueblo, Ubrique, para que no se pierda la historia de los que nos precedieron y podamos recuperarla entre todos. Gracias
En los últimos días algunas personas han compartido fotografías antiguas, supuestamente de Ubrique, realizadas por el fotógrafo catalán Ramón Masats (en este enlace).
Exceptuando una de las que aparecen en la galería de Blanca Berlín (en este enlace) las demás pertenecen a otros pueblos de la sierra, entre ellos Arcos u Olvera. El fotógrafo no recordaría bien dónde había hecho las fotos y equivocó el título, cosa comprensible, porque todos nuestros pueblos comparten hermosura y sierras.
Pero este "afloramiento" de fotografías antiguas de fotógrafos reconocidos nos ha hecho pensar, y también querer reivindicar, que en Ubrique existieron varios fotógrafos de renombre a finales del siglo XIX y principios del XX, algunos dedicados profesionalmente al retrato, como Coveñas o Pedro Janeiro, y uno en concreto dedicado a la fotografía cotidiana y a lo que llamaríamos hoy en día "fotoperiodismo".
Se trata de don Francisco García Parra, un hombre del que no existe aún una buena biografía pero cuya obra ha perdurado en los años y actualmente, un siglo después de sus primeras fotografías, todos los ubriqueños hemos visto en más de una ocasión muchas de sus fotografías.
García Parra, de quien hemos hablado en infinidad de veces en nuestro blog, al principio por su amistad con nuestro abuelo Leandro Izquierdo y más tarde por sus magníficas fotografías, que, minuciosa y dedicadamente, señalaba, organizaba y categorizaba con una pacicencia infinita, regalando varias copias a familiares y amigos.
Nos ha costado un poco terminar de comprender el procedimiento de García Parra. Aficionado a la fotografía, tenía una cámara oscura en el soberado de su casa familiar, justo enfrente de la casa de nuestros abuelos Julia y Paco, en la calle del Perdón. Debieron de ser centenares las fotografías que Francisco García Parra realizó.
Cuando terminaba de revelar un carrete, escribía a pluma en el negativo el lugar, la fecha y las circunstancias de cada foto (guardamos algunos negativos en el archivo de nuestro padre). Después elegía las mejores, a veces era una especie de reportaje, como el que publicó Elena Lobatón en Ubrique en el recuerdo sobre la visita del cónsul de Italia; a veces eran acontecimientos puntuales, como las grandes nevadas o la peregrinación al Calvario para el desagravio por los acontecimientos del 36. Hacía varias copias de las mejores fotografías, y con su magnífica caligrafía escribía en el reverso de cada una la fecha, el lugar, una pequeña historia y su firma, como podemos comprobar en este estupendo trabajo del amigo Fernando Oliva.
Así han llegado a nuestros días muchas fotografías a muchas familias. Hemos encontrado este tipo de copias en nuestra familia, en la familia Vilches, en la familia Sánchez de Medina, en la familia de Bartolomé Pérez, y en varios foros diferentes.
Sería magnífico poder reunir estas fotografías. Nosotros hemos ido publicando algunas de las que conocemos, pinchando en este enlace llegamos a todas las fotografías de Francisco García Parra que hemos publicado hasta el momento, un verdadero tesoro para todos los ubriqueños.
A veces nos entristece pensar que su figura como fotógrafo no haya sido reconocida, a pesar de que sus imágenes son historia viva de nuestro pueblo (por ejemplo, sus fotografías son las que ilustran el libro de la Historia de la Villa de Ubrique de Fray Sebastián). Quizás sea el momento de que algún estamento, por ejemplo la joven Agrupación Fotográfica Ubriqueña o algunos de sus entusiastas miembros, haga una retrospectiva de Francisco García Parra.
En tiempos, si la memoria no nos falla, una tienda de fotografías del pueblo publicó un pequeño libro con sus fotos, lástima que la calidad de las reproducciones dejaba mucho que desear y lo peor es que el nombre del autor no constaba en las imágenes.
Hoy publicamos una nueva fotografía de la calle Saucos en 1939. La serie de fotografías de calles de Ubrique y Benaocaz de Francisco García Parra es absolutamente grandiosa, ojalá pudiéramos completar una de las ilusiones de nuestro padre, que era reunirlas todas y poder exponerlas. En su archivo hay no solo una decena de originales, sino muchísimas copias realizadas en los ochenta y los noventa.
En muchas de ellas podemos ver, como en esta de la calle Saucos, a ubriqueños y ubriqueñas de la época posando tranquilamente para perpetuar su memoria. Quizás sea el momento de recordar también al fotógrafo.
Por mucho que hayamos pasado media vida leyendo, siempre nos quedan libros esperando a que llegue su oportunidad y que esperan pacientemente su momento.
Y cuando, sin esperarlo, cogemos al azar uno de esos libros tan pacientes y nos quedamos absolutamente embobados con la lectura pensamos que, lamentablemente, habíamos perdido un poco el tiempo, pero al mismo tiempo nos alegramos profundamente de haber tenido la oportunidad de leerlo, aunque sea tarde.
Casi al final del año pasado, en una de las presentaciones de libros que ya se habían convertido en "habituales" en la ermita de San Pedro, tuvimos la ocasión de conocer someramente a Pepa Caro Gamaza, historiadora arcense, mujer comprometida y dedicada a la cultura, a la defensa de valores fundamentales, a su pueblo y al papel de la mujer.
En la presentación supimos por nuestra alcaldesa, Isabel Gómez, del compromiso de Pepa con su pueblo, con la cultura y con las mujeres. También nuestro amigo Pedro Bohórquez, en aquella presentación, explicó la amplia trayectoria literaria de Pepa.
El libro estaba ahí esperando, porque en principio, y a pesar de saber que no se trataba de poesía, no somos muy líricos, aunque tratándose de prosa, de un relato y de historia de mujeres de la sierra nos pareció prometedor y lo adquirimos en su momento.
Y hoy ha sido el día. Al mediodía comenzamos la lectura y, por supuesto, no hemos podido parar de leer. Se trata de esos libros que te dan tanta "envidia", de esos que te gustaría que alguien escribiera sobre tu propio pueblo, de esos que dan vida y voz a tantas personas invisibles haciéndolas reales y que al mismo tiempo te arroban.
"El tiempo que llevamos dentro" es una novela compuesta de muchos relatos entrelazados que cuentan, en primera y tercera persona, la vida, los pensamientos, los sentimientos y los sufrimientos de un puñado de mujeres de la sierra al final del siglo XIII durante el siglo XIV, justo antes del Señorío: Las señoras castellanas que llegaron a desposarse con caballeros que habían sido premiados por su majestad el rey por su destacado papel en la Reconquista, sus hijas, sus sirvientas, sus esclavas, sus ayas...
A pesar de la terrible dureza de la época y de lo espantosa que era la vida de las mujeres en la época, "El tiempo que llevamos dentro" es un relato amable y comprometido, lleno de sentimiento, de rebeldía y de pequeñas historias diarias en el que se muestra y se cuestiona el papel de unos y otras en las pequeñas historias cotidianas.
Lo primero que nos ha llamado la atención ha sido el dominio del vocubulario de la época. Ha habido veces en las que hemos pensado que de nuevo estábamos transcribiendo los manuscritos de Aragón Macías y ha sido la primera vez en la que esas palabras que nos han dado tanto quehacer han cobrado vida y han tenido significado pleno: mayorazgo, capellanías, velar, alférez mayor, aljabas, caballerías, franquezas, alguacil, alcayde, aldalde mayor...
¡Qué magnífico habría sido que una historiadora ubriqueña hubiera escrito basándose en los datos de ese manuscrito!
Habíamos olvidado que la autora es precisamente historiadora y natural de Arcos, así que nos quedamos impactados al comenzar a leer un relato tan preciso, tan correcto y tan real. Verdaderamente una joya.
También nos ha sorprendido muy agradablemente la correctísima presentación de la obra. Perfectamente maquetada y corregida, con una profesionalidad que es muy de agradecer, y con la sobriedad, claridad y limpieza que acompañan a las verdaderas obras de arte.
Pero lo que definitivamente nos ha hecho enamorarnos de este libro ha sido la vida real de estas mujeres (todas personajes de ficción), mujeres de todos los estamentos sociales y de diferentes razas, grandes señoras, casadas, viudas, solteras, monjas, mujeres que sin profesar vivían en los conventos, esclavas, amas de cría, niñas abandonadas al nacer, amantes apasionadas, esposas maltratadas, mujeres que amaban a mujeres, mujeres forzadas a veces por sus señores, a veces por sus propios esposos.
Y de entre todas estas pequeñas historias sobresale un hilo conductor, la valentía de todas ellas y los sentimientos que presiden las vidas de todos nosotros, entonces y ahora.
Normalmente nadie se plantea qué pasa con todas las "invisibles", y esta historia es, precisamente, la historia de todas estas invisibles, esa es la esencia de estos relatos y eso es lo que nos ha seducido en esta historia de Pepa Caro.
Mujeres de Sierra de Cádiz que vivieron hace quinientos o seiscientos años en nuestros pueblos, que tuvieron que enfrentarse a los reveses de aquella vida durísima con muy pocas armas, sin formación, sin derechos, sin existir apenas. Dominadas en un mundo de hombres que las ignoraba.
Con casi un año de retraso, queremos dar la enhorabuena a la escritora arcense por este exquisito y magnífico trabajo, deseando terminar esta pequeña crónica para volver a leerlo de nuevo.
Esta semana el pueblo de Ubrique se ha vestido de luto por uno de sus paisanos más ilustres, más artistas, más generosos y más conocidos. Luis Domínguez Rojas.
Hemos querido rescatar un momento amable en la historia de nuestro pueblo y de este gran artesano, cuando en marzo de 2017 Luis hizo un generoso legado al pueblo de Ubrique. En esta entrada del blog de aquellos días podremos leer las palabras de cariño y agradecimiento de muchos ubriqueños a nuestro querido paisano.
Todo nuestro cariño a su familia, Luis,tu pueblo nunca te olvidará.
Ubrique, 24 de marzo de 2017
Luis Domínguez Rojas, legado al pueblo de Ubrique
Por Esperanza Cabello
Esta tarde ha tenido lugar, en el Museo de
la Piel de Ubrique, uno de los momentos más esperados y más memorables
del año: don Luis Domínguez Rojas, uno de nuestros artistas más
reputados, ha inaugurado las dos salas que desde hoy albergaran una
muestra de sus obras, su legado para todos los ubriqueños.
Entrada a las salas del Legado de Luis Domínguez Rojas
Se trata de dos salas que están en el
claustro del Convento de Capuchinos, en las que desde hoy podemos
admirar sus obras, de una calidad artística innegable.
El acto ha estado presidido por la
alcaldesa de Ubrique, Isabel Gómez García, y el concejal de Cultura y
Festejos, José Manuel Fernández Rivera, ha actuado como maestro de
ceremonias.
Después de una breve presentación del
homenajeado, José Manuel Fernández ha ido dando la palabra a amigos,
compañeros y admiradores de Luis, que le han dedicado palabras
emocionadas y apasionadas.
En primer lugar Celia Bulpe, ferviente
admiradora y amiga del artista, ha hecho un recorrido por su obra, le ha
dado la enhorabuena y nos ha explicado cómo están repartidos algunos de
los cuadros de Luis:
Hola muy
buenas tardes a todos y a todas los que han querido acompañar en este día tan importante.
A
don Luis Domínguez Rojas: hoy es un día muy especial, emotivo, importante y
lleno de ilusión porque por fin hoy es:
La
inauguración de la sala de su legado al pueblo de Ubrique
Para
él un sueño hecho realidad, pues desde hace ya años el artista dio a conocer su
gran deseo de regalar sus obras al pueblo de Ubrique y nunca llegaba el día en
encontrarle un sitio a sus extraordinarias y valiosas obras de arte, dedicadas
en su esplendor a la talla en piel y la pintura al oleo
Para mí el
arte de Luis ni se compra ni se vende; le nace del alma, le florece del corazón
y con su punzón y al ritmo del son, él talla la piel y la pinta al óleo con
tanta ilusión, aprovechando el extraordinario y prestigioso don que Dios le
dio.
Hay que
reconocer el gran corazón que Luis tiene, pues a ningún artista le gusta
regalar un pedacito de sí, pues como él dice sus cuadros son como hijos.
Los buenos
sentimientos del alma, la solidaridad y la gran humanidad que Luis Domínguez Rojas
tiene le salen del corazón.
A continuación
voy a nombrar todas las obras que el artista ha regalado a las distintas
organizaciones e instituciones.
-"Iglesia
Nuestra Señora de la O": un cuadro de fray Leopoldo de Alpandeire
-"Residencia
de ancianos de Ubrique": un cuadro de Jesucristo Resucitado
-Al paso de la
Hermandad del Cautivo: todos los carteles tallados del paso para procesionar a
nuestro padre Jesús cautivo.
-Escuela de
artesanos de la piel: 2 cuadros.
-Salón de
plenos del ayuntamiento de Ubrique: un cuadro
-A los niños
de “Vamos Juntos” un cuadro de Jesús Cautivo para que se realice un sorteo y
todo lo que se recaude vaya destinado a esta asociación.
-Bar Moro: 2
cuadros.
Muchas gracias,
don Luis, por regalarnos "un pedacito de ti "en todas y cada una de
las obras que realizas con tanto amor y por dejar al pueblo de Ubrique tan
valioso tesoro, para que todos podamos contemplar, ver y admirar todo tu arte,
tu duende, tu salero y tu don.
Tus
cuadros desprenden alegría, pasión, arte, devoción; rebosan cultura, ciudades y
religión, es como el cante flamenco, que desprende mucho arte y compás, como diría
nuestro amigo Manolo Román
Luis: para mí
sería todo un honor y un orgullo que un día fueses nombrado "Hijo Predilecto
del pueblo de Ubrique", pues qué mejor representante del arte de la piel
que tú , ya que no solo tallas la piel con arte, sino que la conjugas con el óleo
y eres la única persona que tiene ese grandioso don, pues ya se sabe que
nuestro querido pueblo de Ubrique es la cuna del articulo de la piel y es
reconocido por tal arte y por ser tan pintoresco lugar, por eso y porque eres
un gran artista y una gran persona te mereces eso y mucho más.
Muchas gracias
a don Luis Domínguez Rojas, al concejal de festejos don José Manuel Fernández Rivera
y a la alcaldesa de Ubrique doña Isabel Gómez Garcia, por hacer realidad el
sueño de Luis y por dejarnos contemplar las obras de este gran artista
A continuación Teodoro Leo Menor, amigo de Luis, ha trazado una preciosa semblanza del artista:
Hablar de Luis Domínguez Rojas
es hablar de un artista consagrado, un escultor de la piel que ha elaborado
obras increíbles con su cincel y su martillos. Debo decir que no me ha unido a
él una especial relación afectiva, ni siquiera la cercanía del espectador que
asiste cada día a la evolución del artista y percibe con satisfacción los ecos
armoniosos del cincel acariciando la piel. Mi ausencia durante tantos años del
valle virtuoso (Ubrique) me impidió asistir a la preliminar explosión de la
primavera del artista, a los años de la madurez florida y a la lucidez sideral
del artista consagrado. Mi primer contacto con el autor tuvo que nacer después,
un día del mes de abril de 2013, cuando en un escenario bucólico de monte
mediterráneo, en presencia de un buen ramillete de amigos, pude comprobar
directamente la torrencial fragancia que emanan los sentidos de Luis Domínguez
Rojas. Allí pude conocer al hombre y allí pude disipar las dudas, si las tenía,
de encontrarme ante un ser excepcional. En aquel ambiente delicioso pude
sentir, en la emoción contenida, el magnetismo del artista, la germinal
claridad que irradian sus ojos, el arpegio luminoso de su voz y los silencios
profundos de la nostalgia. Ese día nació el compromiso con el autor de la obra.
Por
lo que respecta al compromiso con el contenido de la obra, han concurrido
circunstancias extraordinarias que me han permitido -contemplando los cuadros
de Luis Domínguez- recrearme en la belleza de la filigrana en piel, en la
profundidad de los surcos heridos de la melancolía y en los abruptos oteros de
la efervescencia, aromas que emanan de todos los poros de la ya extensa obra de
Luis Domínguez Rojas y que el artista ha sabido impregnar con su especial
sabiduría y
sensibilidad
En
el momento actual, como en otros muchos periodos a lo largo de la historia, los
artistas constituyen la vanguardia de la confianza en el hombre. Vivimos,
ciertamente, tiempos de zozobra, de crisis económica pero también de crisis de
valores. Por eso, en esta etapa crucial cuyo desenlace ni siquiera podemos
intuir, el arte, en todas sus manifestaciones,
debe
aportar la chispa iridiscente que ilumine toda nuestra existencia.
El
arte, ajeno a voluptuosas ataduras ideológicas y a los presupuestos de una fraudulenta
intelectualidad de nómina que acapara valores éticos, morales y estéticos que
en absoluto le pertenecen, debe comparecer en el escenario de la vida y recoger
los restos del naufragio para construir un mundo nuevo.
En este contexto aparece la figura
de un excelso y preclaro ubriqueño, Luis Domínguez Rojas, cuya obra alcanza ya
límites insospechados.
La dilatada trayectoria del autor abarca tres
etapas fundamentales:
Una primera como repujador, que corresponde a sus
años de juventud y el inicio de una productiva madurez. Luis Domínguez comienza
a trabajar a los 16 años como repujador en el taller de Juan Carrasco (uno de
los pioneros, junto a Francisco García, de este arte en Ubrique). Los primeros
repujadores eran tallistas y comenzaron a hacer planchas de madera para grabar
la piel, a cuyos grabados daban luego sombreado y perfilado y sombra a color.
Las dos facetas del repujado eran la plumilla y el grabado (los apuntes con
plumilla de tinta china se hacían directamente en la piel y fueron excepcionales
y conocidos en toda España los motivos de toreo y baile flamenco, dirigidos
especialmente al turismo). El arte del repujado se desarrolla a partir de los
años cuarenta del siglo XX.
Resulta curioso señalar que esta escuela de repujadores ubriqueños
fue el embrión de lo que luego se conoció como “escuela ubriqueña de pintura”,
nacida de la afición de los alumnos del repujado por la pintura.
Una segunda etapa que coincide con el estadio medio de su
recorrido vital, donde se consolidan sus coordenadas intelectuales y
artísticas: la pintura en lienzo al óleo. Esta etapa la comienza a los 35 años
y es de destacar la abundante colección de paisajes de Ubrique y motivos de
cacería y retratos. Fruto de esta importante producción artística son los
premios que recibe en reconocimiento a su maestría con el pincel.
Una tercera etapa donde el artista es ya un hombre en plena
madurez, donde la rebeldía de la juventud ha dado paso a la quietud apasionada.
Aquí utiliza la técnica del grabado a mano en la piel de forma totalmente
artesanal.
Durante
estos últimos 20 años, el artista investiga dentro de los caminos del grabado
hasta llegar al momento culminante de su carrera, la talla y escultura en piel,
donde ha desarrollado toda su técnica, alcanzando el máximo nivel, la madurez
artística
y
una personalidad propia dentro de este arte, llegando a ser considerada su obra
por grandes expertos como única e inigualable.
No
puedo dejar de mencionar, como el cénit de esta etapa fundamental en la carrera
del artista, la colección dedicada a los personajes de la Grecia clásica, de la
Roma imperial y del periodo más fructífero de la presencia árabe en España.
Hoy,
a sus 81 años, podemos contemplar al artista en su museo-taller de Ubrique con
su cincel y su martillo, sus grandes compañeros de trabajo, realizando obras
inigualables que han traspasado nuestras fronteras y pueden apreciarse en
diversos países como EEUU, Francia, Inglaterra o Argentina, donde es motivo de
discusión por parte de críticos y entendidos en el mundo del arte.
Por
último, debo destacar la grata noticia que hemos podido conocer y que es el
motivo de nuestra presencia en este marco incomparable: el autor, haciendo
valer su alto concepto del altruismo y de la filantropía, ha donado una parte
importante de su obra al pueblo de Ubrique, la cual podrá contemplarse, para
regocijo de propios y extraños, entre los muros del noble y antiquísimo
Convento de Capuchinos de Ubrique, lugar donde nos encontramos en este momento
y donde están expuestas las obras que forman parte ya del patrimonio cultural y
artístico de la ciudad de Ubrique.
TEODORO LEO MENOR Ubrique, marzo de 2017
Homenaje a la Patacabra: regalo de Luis Domínguez al Ayuntamiento de Ubrique
En tercer lugar Juan Enrique Gutiérrez,
Director de la Escuela de Artesanos de la Piel de Ubrique, con la que
Luis colabora como maestro voluntario, tuvo unas sentidas palabras de
agradecimiento para el maestro artista.
"Luis Domínguez Rojas encarna en su
persona la
filosofía de
nuestra Escuela de Artesanos de la Piel de Ubrique, la cual tiene a gala contar con él en calidad de maestro voluntario.
Esfuerzo,
amor por lo
bien hecho, espíritu de superación, generosidad,
entrega y
algo también muy importante: humildad.
Pocas personas transmiten con
su arte y
oficio el saber
de toda una vida, las técnicas que nos
hacen ser únicos y que corren el
riesgo de
perderse, porque nuestra
artesanía ubriqueña es
cultura, cultura que rinde homenaje
a miles de
hombres y mujeres que desde el más
remoto pasado han contribuido con su esfuerzo a
hacer grande
nuestro pueblo.
Y además de la faceta profesional, en el caso de Luis no debemos pasar por alto su calidad humana, fuera de toda duda, un valor que aglutina en su persona un compendio difícil de conseguir.
Trabajador sin
descanso, parece que le
faltan horas
para dedicarse a So que más le gusta, si bien
no le pesa lo más mínimo. Siempre
innovando, creando arte, superándose
y experimentando.
Todo un ejemplo para las futuras generaciones.
Que
en tus paseos por el campo, donde sabes mirar donde otros no reparan,
encuentres la inspiración que te ilumina y permite concebir tus obras, porque
eres creador, arte con mayúsculas.
Es un placer poder contemplar
hoy, como se merece, un legado
de su
importantísima obra, a disposición
no solo de Ubrique y sus
conciudadanos, sino de toda persona que tenga la sensibilidad suficiente como
para
apreciar lo
que contempla.
Querido Luis, un millón de gracias por las dos obras que has donado a nuestra Escuela, las cuales cuidaremos, preservaremos y enseñaremos a todo el que nos visite, y sobre todo, un millón de gracias por compartir lo más valioso que tienes: tu tiempo, tu energía y
tu
generosidad para enseñar, con
mayúsculas, tu arte.
Muchas gracias.
Juan Enrique
Gutiérrez
Una de las salas dedicadas al legado de Luis Domínguez
A continuación José López López "Pepe er
de Genoveva", subió al estrado para hacer entrega, en nombre del
ayuntamiento, de un pergamino en piel en el que quedaba reflejada la
biografía de nuestro repujador ubriqueño.
Terminadas estas palabras, el autor
respondió dando las gracias al público asistente y agradeciendo desde lo
más profundo este homenaje y todas las palabras de sus amigos y
personas queridas.
Se siente muy satisfecho de contar,
después de varios años de preparación, con estas dos salas en un lugar
tan representativo de nuestro pueblo como es el Convento de Capuchinos,
que alberga el Museo de la Piel de Ubrique.
Regalo conmemorativo de esta inauguración
José Manuel Fernández Rivera cedió el
último turno de palabra a nuestra alcaldesa, Isabel Gómez García, que
tuvo palabras de agradecimiento para todos y de felicitación para "uno
de los grandes", pues considera a Luid Domínguez un "gran artista", no
solo por su calidad artística, sino por su calidad humana. Le agradeció
en nombre del pueblo de Ubrique el legado que deja para la posteridad y
también tuvo un reconocimiento para todas las personas que han hecho
posible este legado y la apertura de las dos salas, desde los
trabajadores del Museo de la Piel hasta los técnicos de cultura del
ayuntamiento, la Escuela de Artesanos y especialmente al Concejal de
Cultura.
Detalle de uno de los cuadros legados por Luis Domínguez Rojas
El artista hizo entrega de un cuadro
repujado en piel con un Homenaje a la Patacabra a la alcaldesa en
agradecimiento al pueblo de Ubrque y Celia Bulpe le hizo entrega de un
trofeo conmemorativo de este gran día para todos.
Detalle de uno de los cuadros donados por Luis Domínguez Rojas
Finalmente tuvo lugar la inauguración de
las dos salas dedicadas a Luis Domínguez Rojas en el Museo de la Piel de
Ubrique. Todos los asistentes al acto pudimos disfrutar de sus cuadros,
admirando sus detalles y la riqueza de líneas. Son verdaderamente
impresionantes.
Ha sido realmente un privilegio poder
asistir esta tarde a un homenaje tan merecido, quisiéramos dar las
gracias en primer lugar a nuestro amigo David Bulpe que nos ha
"convidado" a acudir, y también a Pepe López, a Celia Bulpe, a Teodoro
Leo y a Juan Enrique que nos han proporcionado sus discursos.
Pero sobre todo queremos agradecer a Luis
Domínguez que nos haya dado, a todos los ubriqueños, la posibilidad de
admirar sus obras libremente, aumentando nuestro patrimonio y
permitiendo que quede constancia para las generaciones venideras, y a
nuestra alcaldesa y nuestros concejales por tener la sensibilidad
necesaria para apreciar el arte, la cultura y la importancia de nuestras
raíces, poniéndolos en valor cada vez que es posible.
Nos sentimos muy orgullosos de todos ellos. Gracias.
No podíamos terminar realmente sin
recordar el segundo capítulo de "Ubrique, como yo lo siento", un
documental de David Bulpe dedicado, en este caso, a Luis Domínguez
Rojas. Pinchar en este enlace para verlo.
También les
invitamos a ver la exposición que el artista realizó en el Centro de
Interpretación de la Historia de Ubrique, en la ermita de San Juan de
Letrán. En este enlace.
La
festividad del Voto me sabe a inicio y a final. A los arquilleros, que
mecen suave a la Madre para enfilar por los Solanos y pasear por calle
Nevada hasta las casas rabiosamente blancas de la Torre, recién
encaladas.
Flores en la calle, en las ventanas,
en los balcones o derramadas en pétalos a nuestra Patrona. Oscurece la
tarde y se hace parada. Alguna persona enferma quiere clavar sus ojos en
la Virgen de los Remedios. También de algún balcón se refuerza la
visión con bengalas que esparcen por fases luz y fuego.
La emoción del
paso por el Peñón, en que nuestra Reina del Cielo se une a nuestra Madre
Tierra. La banda de música, perfecta- Y el pueblo. Todo el pueblo
alrededor de la Virgen, y... La armonía.
Contemplar en la Función,
unidos los y las devotas con los representantes municipales. La
Alcaldesa de Ubrique, con la Alcaldesa perpetua de la villa.
Gracias.
Muchas gracias a todos por haber podido seguir los cultos y la despedida a la
Virgen. A la que no le decimos adiós, sino un hasta luego, porque la
veremos en el Convento para rogarle, que Ella, sabedora de anteriores
epidemias, nos ayude a que desaparezca esta pandemia.
Hoy es, realmente, el día más especial del año para todos nosotros, y aunque por un lado todo es muy complicado con esta terrible pandemia que ha causado tanto daño y que ha removido incluso los cimientos de nuestras más antiguas tradiciones, por otro lado nos sentimos muy felices de poder publicar esta fotografía, como tantos años.
Hoy es la celebración religiosa y tradicional más importante de Ubrique.El Día de Nuestra Patrona, la Virgen de los Remedios, e incluso para los que nos somos religiosos hay un arraigado sentimiento de comunidad y tradición en los ubriqueños.
Normalmente se celebra una procesión en la que participan cientos de ubriqueños mientras que las casas y balcones del centro histórico se engalanan para el paso de la comitiva.
Hoy no habrá procesión, con las debidas medidas de precaución se ha celebrado la novena y ha tenido lugar la solemne función en su honor, pero la procesión no se celebrará para evitar aglomeraciones.
Y esa es una de nuestras grandes alegrías, saber que nuestros dos hermanos mayores han coincidido, un año más, en las celebraciones de la Virgen de los Remedios. Francisco es miembro de la Hermandad desde que era casi un niño y cada año es uno de los encargados de portar el trono con la imagen de Nuestra Señora. Manolo es miembro del grupo polifónico Canticorum, que colabora con la parroquia en algunas celebraciones. Este año no sabíamos si el grupo podría actuar, con todas las dificultades que están sucediendo, y ha sido muy grande nuestra alegría al saber que Canticorum y nuestro hermano iban a poder cantar durante la función, acompañando al coro infantil bajo la dirección de Daniel Borrego.
Este año tan complicado y en el que hemos dejado de disfrutar de muchas de las pequeñas cosas que la vida nos ofrece, hemos tenido un pequeño respiro, no hemos podido celebrarlo como siempre, pero al menos hemos podido ver los fuegos artificiales.
Nuestro hermano Leandro, con el que compartimos desde hace más veinte años la azotea para "La moche de los fuegos", nos ha enviado este año una preciosísima fotografía que ha tomado desde otro punto de vista,unos metros más al noroeste.
Los ubriqueños y ubriqueñas no habremos podido compartir azoteas ni reuniones familiares, pero al menos hemos podido disfrutar de una de las celebraciones más ubriqueñas y tradicionales "La noche de los fuegos", que se celebra siempre en la víspera del día de la Patrona, la noche del siete de septiembre. Aunque al principio, en 1881, se celebraba durante la feria (en este enlace).
Muchas gracias, hermano, por este regalo tan precioso 💜💜💜💜💜
En la anterior entrada nuestro tío José María hablaba de sus sueños y de las antiguas fiestas de Ubrique, de las ferias, de la novena, de las celebraciones del día de la Patrona...
Y nuestra amiga Isabel Salas Organvídez, grazalemeña de pro, le ha respondido con una preciosa historia de la procesión de Nuestra Señora de los Ángeles que transcribimos, con su permiso, a continuación:
José María,
no era tan lujosa la novena de Nuestra Señora de Los Ángeles, pero también se celebraba por la misma
fecha.
Cuando yo era pequeña, la Virgen no estaba en su Ermita ya que no sé si
la arrasaron en la guerra o fue el tiempo el que hizo ese estropicio. Grazalema,
al llegar septiembre, siempre se quedó vacía, así que la novena era muy pobre,
el día de la Virgen había una Misa Solemne y por la tarde la procesión.
En
aquellos tiempos (te estoy hablando de los últimos años de los 40 y los
primeros de los 50) en aquellos tiempos, como te decía, no había banda de
música, pero sí había una costumbre que se ha perdido, las niñas bajábamos al
río para buscar unas lajitas, y los niños cogían unas ramas que se llaman
cañahejas, la música la tocábamos las niñas durante la procesión y los chicos
prendían fuego a esas cañahejas y salían muchas chispas.
Nosotras,
con temor de que nos quemaran los vestidos, hacíamos un gran sonido de lajitas
durante el recorrido. Al no estar la ermita en condiciones para acoger a la
Virgen, se guardaba en la parroquia.
Gracias,
José María, por haberme hecho recordar esos tiempos, un abrazo para los dos.
Para nosotros es especialmente emocionante tener la posibilidad de publicar este comentario de Isabel Salas Organvídez, más cuando lo primero que hemos hecho ha sido buscar en el magnífico blog de su hijo Diego Martínez Salas (¡Cómo echamos de menos sus escritos y su sabiduría!) y hemos encontrado esta documentadísima entrada sobre la historia de la ermita y de la hermandad de Nuestra Señora de los Ángeles en Grazalema.