Gañotes recién hechos
Una maravilla tradicional ubriqueña
Aviso para los de Ubrique, para las de El Amarguillo, para las de Suiza, para los de Aramits, para las de Guétary, para los de Múnich, para los de Argentina, para las de Perú, para las de Honduras, para los de Noruega, para las de Marruecos, para las de Zaragoza, para los de Cádiz, para los de Asturias, para los de Ponferrada, para las de Béjar, para los de Madrid, para los de Málaga, para las de Algeciras, para los de Ronda, para los de Sevilla, para los de Palomares, para las de Jerez, para los de Cádiz, para las de Cáceres, para los de Huelva, para los de Mairena, para los de San Pedro de Alcántara, para los de Olvera, para los de Torremolinos, para los de Valencia, para las de Don Benito, para los de Algodonales, para los de El Bosque, para los de Benaocaz, para las de Villaluenga, para las de Grazalema...
¡Ya huele a gañotes en la calle San Pedro!
Por Esperanza Cabello
Durante los últimos quince años hemos hecho este anuncio en las redes sociales, anunciábamos cuándo estaban hechos los gañotes en la casa de nuestra madre (entonces decíamos que olía a gañotes en la calle matadero) y era una manera de celebrar la Semana Santa que iba llegando.
Además aprovechábamos para invitar a todos los ubriqueños que están repartidos por el mundo a recordar las recetas tradicionales y a hacer gañotes, que es la época.
Otros años los hemos preparado para celebrar el cumpleaños con los compañeros del instituto, o para participar en el concurso de gañotes de Ubrique, o para enseñar a alguna amiga cómo se hacen, y siempre hemos hecho el correspondiente "reparto" familiar, como hacían antes las madres y abuelas.
Al hacer gañotes siempre acuden en tropel los recuerdos de otros tiempos, de otras manos, de otras personas muy queridas. Siempre oímos hablar a nuestra madre de sus tías abuelas, "Las piñeritas", las tías Isabel y Josefa Coveñas Piñero, que eran confiteras de las buenas, además de buenas personas.
Ellas enseñaron el oficio a su prima Pepa Piñero, nuestra bisabuela, y a nuestra abuela Natalia, que hacía unos dulces maravillosos, flanes, carne de membrillo, huevos nevados, mazapán, piñonates, borrachos, suspiros, tortas, magdalenas, gañotes...
Y de ella aprendieron nuestra madre y nuestras tías. Ellas se reunían, como todas las ubriqueñas, un par de semanas antes de Semana Santa para hacer docenas de gañotes y magdalenas que después los niños rebuscábamos por armarios y alacenas como ratoncillos para degustarlos tranquilamente.
Para nosotros es un orgullo haber aprendido una parte de su buen hacer y tenemos la preciosa misión de mantener vivo su recuerdo y el recuerdo de estas costumbres ubriqueñas que nos hacen singulares y que, aunque no seamos plenamente conscientes, compartimos con tantas personas.
Este año hemos hecho solo unos poquitos de gañotes, "media tarea" se dice cuando se utiliza media docena de huevos, poco a poco las tradiciones culinarias tienen que ir buscando su espacio con las nueva realidades, y ahora los que somos diabéticos, alérgicos al gluten, veganos o intolerantes a la grasa tenemos que buscar alternativas a la receta tradicional, pero estamos seguros de que estas siete docenas de gañotes no van a durar demasiado.
¡Buen provecho!