Espíritu viajero: en Málaga
Por José María Cabello
Málaga, está guapa. Definitivamente, muy guapa.
De la ciudad de las mil tabernas y ninguna librería que conoció Lorca a la ciudad del paraíso, como la bautizó Aleixandre, hay una diferencia abismal.
Málaga hoy es una ciudad culta, universitaria, museística, primera en libertad, volcada al azul del mar común desde el permanente verde de su riqueza botánica por el moderno muelle uno.
Me estalla esta reflexión mientras paseo hacia el centro de la ciudad, mientras que el constante ruido de maletas arrastradas me hace recordar que el turismo volvió. Que es mediodía del día 31 de julio, fiesta de San Ignacio, fecha el aniversario de la partida al Cielo del Cardenal Herrera, una gran figura malagueña.
Y también es el momento que señala el punto cenit de las vacaciones veraniegas con un "cambio de guardia" de los visitantes.
Pero no solo está guapa la ciudad. También lo están todas las poblaciones que la enmarcan. Me precio de conocer todos y cada uno de sus pueblos. Todos ellos forman parte del saco ya de mis recuerdos. Pero he podido gozar de un privilegio único. Recobrar de mis recuerdos mi afición viajera.
Con Jimena y Noemí, en Frigiliana
Y en el coche de mi hija Noemí, Médica Internista en San Carlos de Madrid, y mis nietas, la pequeña Jimena y Julia, estudiante ya de primer curso en la Complutense. Me tracé un mapa sentimental con la capital de centro con Ronda donde vivimos y con Frigiliana por al Este y Mijas al Occidente, toda una semana de excursiones programada.
Con Noemí y Julia, en Mijas
Nos deslumbró un fuerte sol que incrementa el trío de colores que son propios de la ciudad. De la ciudad nazarí: blanco rabioso, gris de las tejas y azul añil.
Grata estancia. De Mijas mientras pisamos un firme lleno de curvas, pero seguro, la subconciencia emerge y me veo hace sesenta años en bici, sorteando baches y piedras sueltas para refugiarme en Nerja. Mijas un encanto permanente.
En Ronda, en la Alameda del Tajo
Y de Ronda, su sabor. Gracias a Dios que me ha permitido vivir una de mis viejas aventuras. Gracias a la jefatura médica que ha dado permiso a mi hija para atender a sus padres enfermos. Y gracias a mis lectores incansables que me animan con sus lecturas.
José María Cabello Janeiro 31 de julio de 2021
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