miércoles, 26 de junio de 2019

La tienda de "la Facana", por Robustiano del Canto

Por Esperanza Cabello


Agradecemos a nuestro amigo Javier Sánchez que nos haya enviado este recorte del Periódico de Ubrique de 1999 con un artículo de opinión de Robustiano del Canto sobre la calle Botica.
El recorte está dedicado y firmado por el propio Robustiano:

A la familia de Dª Remedios Pozo, sus hijos Javier, Tere y Ana, con mi deseo les agrade "Cómo es la Historia"; cómo me acuerdo de ir a la tienda de "la Facana" que mujer más buena, y el que no tenía dinero ella le regalaba comestibles; es que era popular, un amigo de todos. Ubrique, 5 de Septiembre de 1999. Robustiano"



Con este artículo termino la serie de esta calle. Habría que hacerlo más amplio pero lo voy a reducir a lo más necesario. Porque en mi libro de las petacas ya hice muchas referen­cias a tantas fábricas que había en esta calle. Quiero exponer que había tiendas y bares de fama muy popular desde 1890 a 1940. Ya escribí del gran taller de Don Juan Roldán, don­de daba cara a la calle y en una cris­talera había un anuncio que decía: “Petaqueros, petaqueras, si quieres ganar más vente a la petaquería de Roldán porque tiene trabajo bastan­te. Aprendices y costureras, vente para aprender. Hay coladores de las petacas, aunque se cosan "fulleretes" con el tiempo aprenderéis".
La juventud tenía dos bares donde había mesas de billar, el de Andrés Ramírez y el de don Camilo Álvarez donde nunca faltaba gente. Y hablan­do de tiendas, la de “la Facana", donde en aquellos tiempos por quin­ce céntimos daban una copa de anís y una tortita de morón para matar el gusanillo, y no solamente eso: el ma­ñaneo ya empezaba y ya ella tenía preparados en sus sobrecitos los diez céntimos de azúcar y los quince cén­timos de café para empezar el maña­neo el ama de casa. Tienda muy so­corrida y muy antigua, pues por su estratégico sitio de aquí se surtían lo que llamábamos antes los ultramari­nos.
¡Qué tiempos aquellos!, donde sus posadas y fondas siempre estaban llenas, la de Cañaílla la de Arriba y la de los Romero. Yo, de pequeño, a la entrada de cada posada veía en ferias más caballos que nunca, y los atavíos de las bestias servían para echarlos al suelo, y sus dueños alrededor de la lumbre se acostaban sobre ellos. Había otras pensiones más modestas como la de Remedios Arena y María Montesdeoca (la Seisdedos). En tal calle sólo existió una sastrería, de don Cayetano Paradas, que para que hicieran un traje para la feria al individuo que le llevaba el corte de tela, tenía que esperar más de tres meses, porque si no, no tenía el traje para la feria.
La casa de más importancia fue en sus tiempos de don Manuel Arenas “el Americano", y que él hizo nueva (hoy, casa de Bartolomé “el Practi­cante"). Esta casa caía a la parte tra­sera a la calle que hoy llamamos “Sin salida”, pero realmente esto fue pos­terior, porque siempre se le llamó “Callejuela de Manuela Reina". Tal calle tenía salida por la parte de arri­ba por unos patios amplios donde sa­lía y pasaba la arriería hacia lo que llamamos la calle “Los Solanos". En la entrada de la casa a la que hago mención, hubo un molino de aceite, cuyo dueño vendía en un despacho que tuvo en la calle Botica.
El sitio que se autorizaba entonces para poner la feria era la Plaza de La Verdura, y por todas estas calles mencionando la calle Botica, la calle El Agua, Plaza de Colón y Real, se hacía el Real de la Feria, y se adornaba poniendo de pie unas vigas mientras hacían unos arcos con palmeras y con lentiscos. La feria se celebraba en la Plaza del Ayuntamiento también, con el tablado que ponían para los músicos, la gente bailaba alrededor de la Plaza, porque aquí había muchos bares y si­tios donde daban realce a la feria por sus variadas tapas.
Si veis unos cuadros antiguos en el sitio de La Perla, veréis que lo que in­formo es verídico, y más al comienzo de la llegada a Ubrique de la luz eléctri­ca. Yo me pregunto: ¿cómo han cam­biado las cosas?
¡Qué bonito es nues­tro actual Real de la Feria con su arco levantado junto a la estatua del petaquero y petaquera! Hoy se disfruta mucho más que antes, y el dinero co­rre como la pólvora.
 Desde estas líneas, os invito a que os merezcáis estos festejos, porque el ubriqueño en todo el año trabaja mucho. El Ayun­tamiento hace una feria excelente y le felicito. Y ya termino con unas pa­labras que pone en su artículo la es­critora Doña Francisca Larrea en 1824: “Vinimos a casa bastante can­sadas de las cuestas y mal empedra­do de la calles".[1]


[1] Doña Frasquita Larrea se hospedaba, en 1824, en las casas grandes de La Trinidad, por lo que debía pasar por la calle Botica habitualmente.

sábado, 22 de junio de 2019

La exposición de Manuel Cabello Janeiro, 6


LAS PRIMERAS PETACAS DE UBRIQUE
Los primeros fabricantes de petacas ubriqueños, Vecina, Aragón, Villalobos y Rivero, tuvieron a bien estampar en sus creaciones sus nombres, la fecha y todos los datos posibles.
La primera referencia archivística a petacas de Ubrique está en el Archivo de Jerez, con el número 175, y con fecha de  28 de abril de 1858,  consta que don José Félix Aragón, de Ubrique, entregó: "Seis muestras de petacas de cueros de diferentes tamaños de la fábrica del espositor en Ubrique."

La petaca más antigua que se conoce con la fecha estampada es de 1857, el fabricante, José Aragón, estampó su nombre, el nombre de nuestro pueblo, el de su cliente, la fecha (1857) y el precio (18 reales).

En los anuarios dedicados al comercio y a la industria encontramos curtidores en Ubrique desde el primer momento, pero los primeros fabricantes de petacas aparecen en 1882: Basilio Aragón, José F. Aragón, Doroteo Rivero y Antonio Villalobos.
La primera vez que hay referencias escritas en la prensa a petacas de Ubrique es en El Heraldo de Madrid, del 14 de junio de 1905.
Manuel Cabello situaba las primeras petacas alrededor de 1820, algo que no es de extrañar, pues la calidad de la primera petaca firmada de Aragón nos hace pensar que detrás de ella hay muchos años de trabajo, costura y diseños, además de una buena trayectoria en la fabricación de petacas.

La exposición de Manuel Cabello Janeiro, 5


EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LA MUJER EN LA FABRICACIÓN DE LAS PRIMERAS PETACAS Y PRECISOS



Nuestra marroquinería tiene su origen, indudablemente, en el mundo de la zapatería y guarnicionería. De la fabricación de piezas grandes sobraban retales de cierto tamaño y al objeto de aprovecharlos, se comenzaron a hacer las petacas. Se confeccionaban con artísticas costuras al centro y alrededor y en estas costuras es donde las mujeres ubriqueñas derrochaban primores.

La primera mujer que trabaja en Ubrique el artículo de piel es la esposa de Ángel Becina, oriundo de Malta, la rondeña Ana Poley Ortiz. Llegaron a nuestro pueblo en 1795, procedentes de Ronda con su hijo Serafín y aquí nació su hija María.

 Los miembros de la familia Poley tuvieron fama en toda la comarca como inmejorables artesanos del cuero. El padre de Ana fue el más renombrado guarnicionero serrano del siglo XVIII.

En Ubrique la familia trabaja con mimo la piel y sus creaciones son únicas: zahones, botines, alforjas, cananas y correajes, a los que las mujeres de la familia ponen la nota femenina en forma de diminutos tallados, incrustaciones y bordados.

Llegan a Ubrique no muy sobrados de medios económicos. Doña Ana, aunque forastera, consigue granjearse pronto el afecto de sus convecinos. De exquisita bondad y excelente trato, recatada y de esmerada educación, llega a manejar el negocio con tanta soltura como su marido y se entiende muy bien con las costureras que ya comienzan a coser en las puertas de sus casas con los bojes.

Cuando éste fallece, sigue al frente del taller artesano, manteniendo y acrecentando la ya numerosa clientela, ayudada por su hijo Serafín, que contrae matrimonio con Beatriz Rodríguez el 8 de marzo de 1833.


La exposición de Manuel Cabello Janeiro, 4


LOS BOTINEROS DE UBRIQUE
En Ubrique la industria marroquinera tuvo un claro precedente: la fabricación de zapatos y la guarnicionería. La piel curtida era idónea para las suelas y las más delicadas para el cuerpo del zapato.
La primera botinería que hubo en nuestro pueblo fue la de don Serafín Vecina Poley, en el número 47 de la calle Real de Ubrique, y eran reconocidos sus productos por su calidad y diseño. Se cree que este taller dio origen a nuestra acreditada industria local de artículos de piel.
"De Ubrique son mis botines
Son de la piel lo mejor
Becina me los hizo
Para que los use yo
De Ubrique la piel y el contrabando
Y de las buenas petacas de cuarterón 
De Becina y Aragón, el galardón.
Ubrique, pueblo mío
Yo a mi serrana dejé
Huyendo del contrabando
Mis petacas olvidé.
La manta de Grazalema
Llevaban los bandoleros
Y de Ubrique, sin dilema,
Los botines y el sombrero."

En Ubrique hubo magníficos zapateros en todas las generaciones: el maestro Pepe Piñero de la Rosa, Candelaria la Zapatera, Juan María Mateos, José Esquivel, Carretero, Rivera... y todos ellos contribuyeron a agrandar el prestigio de Ubrique.