31 de mayo, los "duendes" de mamá siguen floreciendo en 2023
Por Esperanza Cabello
En la vida siempre hay momentos únicos, recuerdos inolvidables y ¿por qué no? elementos que reviven en nuestros sentidos aquellas sensaciones y sentimientos que el tiempo ha ido apaciguando.
Ese es el caso de esta pequeña planta, su nombre real es muy complicado, Zephyranthes rosea, pero nosotros, en Ubrique la llamamos "duende". Porque aunque parece que se trata de una simple planta con tiras verdes, al finalizar mayo comienzan a brotar, de la nada, unas deliciosas campanillas rosas que te alegran la vista y la vida.
Nuestra madre tenía en la puerta de su casa, en la calle Matadero, una maceta de duendes. Siempre daba la impresión de que estaba un poquito "pocha", pero ella la cuidaba con esmero y la tenía en un lugar de privilegio. Así, cuando iba terminando mayo, los duendes salían y eran la alegría del patio, todos los vecinos comentaban lo preciosa que era esa maceta.
Hace ya muchos años, justamente veintitrés, murió nuestro padre, un terrible 31 de mayo.
Contra todo pronóstico y a pesar de su juventud y sus ganas de vivir, la enfermedad pudo más que él y se lo llevó de nuestro lado. Habíamos estado muchos días en el hospital con él, cuidándolo, nuestra madre de enfermera principal y nosotros, los cinco hermanos, turnándonos para que las noches fueran menos difíciles. En todo ese tiempo mamá no se movió de su lado ni un segundo.
Aquel 31 de mayo del año 2000 volvimos todos a Ubrique con nuestro padre. Mis hermanos se ocuparon de los cientos de detalles que hay que llevar a cabo después de un fallecimiento y yo volví con mi madre a la calle Matadero a vestirnos para los funerales.
Mamá estaba deshecha, no puedo ni imaginar su dolor, pero, al llegar a casa, lo primero que vimos fue la maceta de duendes, recién florecidos, y ella, en su ensimismamiento, se paró un segundo a quitarle una hoja seca, se quedó mirándola y se dijo a sí misma: "Esperanza, tienes que seguir, la vida sigue y tienes que seguir, por tus hijos, por tus nietos, por los que vendrán".
Y aquellos duendes que en esos momentos difíciles nos daban fuerza para seguir adelante han continuado floreciendo año tras año. Ahora que nuestra madre tampoco está, la maceta se vino con nosotros a las calle San Pedro, y así siempre, a finales de mayo, esas preciosas florecillas nos dan una gran alegría por su gran belleza y humildad, que nos recuerdan a nuestra madre, y también nos ayudan a seguir adelante por su fuerza y coraje, que nos recuerdan a nuestro padre.
¡Va por vosotros, papá y mamá! Siempre en nuestros corazones y en nuestro recuerdo.💜💜💜💜💜
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