Juana Jaén Gil. In memoriam
Por Esperanza Cabello Izquierdo
Esta tarde hemos recibido una triste noticia, ha fallecido Juana Jaén Gil, la abuela de nuestros sobrinos Ester, José Manuel y Arturo.
Siempre es triste cuando muere alguien de la familia, más cuando se trata de una buena mujer, Juana siempre fue muy cariñosa y atenta con nosotros, y durante muchos años las familias mantuvieron unos magníficos lazos de amistada muchos niveles.
Para nosotros, Juana es, además de la abuela de nuestros sobrinos, la última persona que formaba un grupo de muy buenos amigos de los años setenta y ochenta, con los que compartimos cientos de vivencias que forman parte de nuestros mejores recuerdos.
Los domingos en el campo: nuestros padres, Juan y María Teresa, Pepe Alcalá y Carmen Canto, Pepe Núñez y Juana, Leonor y Antonio, y todos los niños y jóvenes.
Juana era la última de aquel gran grupo de amigos viajeros y camperos que llenaron nuestros domingos de juventud de risas, paellas en el campo, comidas familiares y muchos buenos ratos.
Ya hacía un tiempo que no la veíamos, a sus casi noventa años (había nacido en 1934) seguía siendo una luchadora, una mujer trabajadora que había dedicado su vida a su familia y a la marroquinería. Precisamente ayer hablábamos con nuestro amigo Pruden sobre ella, y él mismo nos ha dado la triste noticia.
Su infancia en Ubrique estuvo salpicada de momentos agridulces. La Guerra Civil había hecho mucho daño a su familia, como a tantas familias ubriqueñas. Trabajando desde muy joven como petaquera, a sus catorce años conoció al que sería el amor de su vida, el fotógrafo José Núñez, también petaquero de profesión y fotógrafo de afición, un artista.
Retomamos un escrito de nuestra sobrina Ester Cabello de hace once años, un año después de la muerte de su abuelo (en este enlace):
Tras doce años de noviazgo, viviendo en Ubrique, trabajando mucho, con la ilusión de una futura vida en común y un hogar donde ser felices, llegó el gran día, un soleado tres de septiembre de 1960, contrajeron matrimonio Juana y Pepe, con mucha alegría y nervios, se dieron el “sí quiero” en la Parroquia de Nuestra Señora de la O. Para ellos y la familia fue un día inolvidable, lleno de emociones y buenos momentos, que culminó con una semana en Cádiz en una dulce luna de miel.
Comenzó una nueva etapa, en pareja, codo con codo, trabajando en la misma empresa, todo esto supuso muchas horas de trabajo y el aprendizaje de una nueva lengua. Después de casi un año José y Juana pudieron reencontrarse con su hija con una tremenda alegría, Pepa se adaptó sin problemas a su nueva vida. Así pasaron diez años de vivencias positivas, entre las que destaca el nacimiento de su segunda hija a la que llamaron Elisabeth, una linda niña de pelo rubio y ojos azules, que terminó de colmar la felicidad de sus padres. De aquella experiencia en tierras lejanas José siempre recordará el buen trato recibido de sus compañeros alemanes, las mil y una fotos que hizo, los inviernos nevados y conseguir el bienestar que buscaba cuando partió, entre otras muchas cosas".
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