Julia Janeiro Rubiales
"La mejor rama del árbol familiar
Se nos fue al cielo en plena novena"
Por José María Cabello Janeiro
Estoy siguiendo los cultos, en esta novena
a nuestra Patrona, gracias a la generosidad de la parroquia y la ayuda técnica
de Radio Ubrique. Gracias a ellos, nos sentimos unidos virtualmente a tantos
paisanos y paisanas que asisten -por turnos- a postrarse a los pies de la
Virgen de los Remedios. Y por esas extrañas conexiones que la memoria hace con
el subconsciente me trasladó a fechas antiguas, con pleno dominio sobre el
tiempo y las circunstancias.
Y así, hoy día 3 de Setiembre, día quinto de la novena, me retrotrae a los años
de mi adolescencia y al inolvidable ritual que se realizaba en mi familia, fiel
devota de nuestra Titular. Una diferencia esencial. En aquellos años lejanos
había una clara distancia entre la celebración de la eucaristía y el ejercicio
de la novena. Durante la mañana, desde las siete a las once, una serie de misas
cantadas se celebraban en honor de la Patrona, sufragados por familias devotas.
Nosotros la teníamos reservada para el día once, por ser aniversario del
matrimonio de mis padres.
Hoy la misa
es el acto central de la novena, como señaló el concilio. Antes, se leía el
texto del Beato José de Cádiz. Y el acto más importante de la tarde era el sermón,
que se confiaba a destacados predicadores, a los que pomposamente se les
llamaba "oradores sagrados”. Y finalizaba el acto con la salida por la sacristía
un grupo de miembros de la Hermandad con hachones de madera y una pequeña vela
en lo alto. Presidía el Hermano Mayor don Serafín Bohórquez, con su hachón
blanco y todos rodeaban la imagen de la Señora para entonar la salve popular
que cantaba el coro -ya existía la coral- y todo el pueblo.
A las
siete de la tarde, explotaban algunos cohetes y había repique de general de
campanas. Era la llamada. Al segundo toque, mi madre mandaba a Mariquita Calleja,
su fiel asistenta, a la iglesia para que le guardase el sitio. Tercera fila a
la derecha, primer asiento. Padecía una fuerte flebitis y desde allí veía mejor
a su Virgen. Y ahora, me pican los ojos con el recuerdo. Son muchos los años
transcurridos. Pero este mismo día y en plena novena se nos fue al cielo mi
madre, a la que tanto quise. Se nos rompió la mejor rama del árbol familiar.
Poco antes le tocó a su asistenta María, que recibió su gran premio por lo mucho
que sufrió en este mundo, únicamente por ser esposa de Bernabé, el capitán de
los maquis...
Mientras
tanto, el público asistente, cantaba a una voz: "Patrona excelsa, Madre
de Dios, Ubrique entero reza ante vos, Virgen de los Remedios..."
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