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lunes, 28 de diciembre de 2020

Don Carmelo Gago, un hombre bueno y un buen alcalde

 

Gentileza de Mari Carmen Gago Ponce


Nuestra amiga Mari Carmen Gago Ponce, hija de quien fuera alcalde en nuestro pueblo en los años cincuenta y principios de los sesenta, don Carmelo Gago, ha tenido la gentileza de enviarnos esta "curiosidad" que ha encontrado entre los papeles de su padre.

Es un documento familiar que sin embrago tiene mucho valor para conocer un poquito de la historia de nuestro pueblo, pues se trata de un "intento de oda" a don Carmelo, escrita por su primo Joaquín Vélez en 1989.

Don Carmelo fue uno de nuestros alcaldes antiguos más querido y apreciado, nuestros mayores lo recuerdan con cariño, y algunos también con admiración, pues se encargó de mejorar las condiciones de vida de muchos ubriqueños que carecían casi de todo en aquellos tiempos tan duros.



INTENTO DE ODA A CARMELO GAGO, MI PRIMO PREDILECTO

Azul soñador de yugo y flecha

Que arriesgaste juventud y vida

Por rescatar a la patria escarnecida

De la gente envenenada y contrahecha.

Y, luego de la España redimida,

Con ánimo fuerte e intención derecha,

Te entregaste a restañar la herida

Con que la guerra la dejó maltrecha.

Singular quijote de la alcaldía,

De un pueblo que no era el tuyo,

Tantos años trabajando sin falsía

Fueron tu carga y tu sutil orgullo.

Por tus manos pasó mucho dinero,

Y que fuiste honrado lo atestigua

Que solo vives de tu paga exigua

Y en el piso modesto de un obrero.

Vives, primo, en paz contigo mismo;

Tienes de todo: hijos, nietos, nuera

Yerno, y una mujer de compañera,

Sencilla y buena como el bautismo.

Y, además, con la enorme ventaja

De que, si la vejez te desanima,

Viene el tío paco con la rebaja,

Y te quita treinta años de encima;

Miras por un instante, que no un rato,

Eso sí, con regusto bien notorio,

El antiguo e histórico retrato,

Que realza y dignifica tu escritorio.

Y te ves importante, -negro pantalón

Chaqueta blanca- en tu apogeo

Y en tan seria y solemne ocasión,

Hablando ¡Oh, santo Dios, sin titubeo!

No hace falta que lo explique;

Prender en pechera tan aguerrida,

La insignia de oro de Ubrique

Se gravó para siempre en tu vida.

A Dios, que premia las buenas acciones

Le rezo, y le pido de corazón,

Que te sane a tu sin par Asunción,

Que es, ahora, el más preciado de tus dones.

Y amén.

 

Sevilla, julio de 1989

Joaquín Vélez

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