Despedida de Noemí, su hija mayor, en la misa funeral celebrada en Ronda el once de noviembre
PALABRAS PARA PEPE
Os voy a hablar un poco de mi padre, José María. Muchos conocéis la historia de su vida, de eso hablamos si queréis otro día: impactante , admirable, ejemplarizante…
Yo, como su hija mayor he tenido todavía más suerte; he disfrutado de un padre como él. Mi padre ha sido el mejor padre del mundo. De niña, cariñosísimo, siempre disponible pese a sus muchas responsabilidades y dispuesto a ayudarme con los deberes, a jugar conmigo, a enseñarnos a mí y a mis hermanos el mundo entero sin saber inglés. Ni falta que le hacía, se hacía entender y se ganaba a cualquiera con ese afán de aventura y esa curiosidad insaciable que nos contagió. Comprensivo, trabajador incansable, cercano, generoso siempre y el máximo fan de sus tres hijos; lo que hoy se llamaría un “coach” increíble, enormemente motivador para nosotros, nos consideraba los mejores en todo lo mereciéramos o no, lo que creo es estupendo para un niño.
De mayor, ya anciano sabio que nunca viejo, más ejemplo todavía. Le he visto en la UCI dos veces, en postoperatorios complejos e infinitamente dolorosos sin decir ni un “ ay”. El mejor paciente del mundo, siempre conseguía el alta antes que el veinteañero o el cincuentón que tenía al lado y se había ligado a todos el personal sanitario con mil bromas e infinitos regalos.
¡Siempre tan generoso! Gracias a todos los que le cuidásteis conmigo. Un ejemplo increíble en su lucha contra la enfermedad con enorme afán de recuperación. Y qué os diría cuando le tocò cuidar en su dura enfermedad a mi madre, su amadísima Carmenchu. Fue el más fuerte de todos, intentando día a día sacarla de ese pozo negro, sin agotarse , constante, fuerte.
Y con sus nietos… qué gran abuelo, madre mía. Mis tres hijos le admiran, saben que es la mente más brillante de la familia y el corazón más de oro que teníamos cerca. No hay cosa que les gustara más que estar con él , oir sus historias, darle un beso.
En fin papi, que “no eres ni mísero ni misero”, ese refrán tuyo que me encantaba. Que te queremos y te necesitamos y por eso nos hemos reunido hoy en tu memoria.
No te llego ni a la suela del zapato en nada pero no me importa porque tengo para siempre tu amor infinito y tu ejemplo constante. No me vas a faltar nunca porque siempre te voy a tener presente, cada día de mi vida.
Te quieren todo lo que se puede querer tus hijos.
Y termino con este poema de Benedetti que te encantaba y que resume tu filosofía de vida:
“NO TE RINDAS,
AÚN ESTÁS A TIEMPO
DE ALCANZAR Y COMENZAR DE NUEVO.
ACEPTAR TUS SOMBRAS
ENTERRAR TUS MIEDOS
LIBERAR EL LASTRE
RETOMAR EL VUELO
…NO TE RINDAS
POR FAVOR NO CEDAS
AUNQUE EL FRÍO QUEME
AUNQUE EL MIEDO MUERDA”
Noemí Julia Cabello Clotet
Ronda, once de diciembre de 2021
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