Rosa abardela para mamá
Fotografía de Leandro Cabello Izquierdo
Por Esperanza Cabello
Querida mamá:
Hoy hace exactamente noventa años que naciste. ¡Noventa años! Y aunque parece una edad muy avanzada, se queda corta con lo que en realidad vivirás entre nosotros, porque eres, para todos los que te queremos, eterna: y siempre será así, porque vives en nuestros corazones y en nuestro recuerdo constantemente.
Parece mentira cómo pasa el tiempo, y más aún cuánto deseo, de todo corazón, seguir tu ejemplo siempre. Cuando era pequeña, si me preguntaban qué quería ser de mayor, siempre respondía que arqueóloga o maestra, ahora, pasados ya los sesenta y con la mochila de vida que llevo a la espalda, solo deseo ser una cosa: Ser como mi madre.
Porque es en estos momentos, cuando la tranquilidad, el sosiego y los momentos felices se han instalado en la vida, cuando más me doy cuenta de lo que fuiste, de lo que eras y de lo que serás siempre: nuestro apoyo y nuestro modelo.
Echo mucho de menos poder hablar contigo, aunque sea de las cosas más nimias, contarte lo feliz que me siento de saber que tienes dos bisnietas adorables, que Victoria es todo un personaje, inquieta, feliz y simpática, como tu hijo mayor; que Luna nació el mismo día que tú y que hoy cumple un añito, me encanta que naciérais el mismo día, así tengo la ilusión de que siempre pensaremos en vosotras dos cuando apaguemos las velas de la tarta de cumpleaños. Y serás la más feliz del mundo sabiendo que tu bisnieto Manuel viene en camino, fuerte y repartiendo felicidad en esta espera.
Echo de menos también tantos ratos de conversación seria, tú siempre escuchando todos los puntos de vista e intentando comprender. Echo de menos aquellos ratos de silencio, cuando ya no estabas tan bien, entonces también seguías siendo mi refugio y mi confidente y yo estaba segura de que me oías y me entendías.
Imagino que cada persona que ha perdido a su madre debe de sentir el alma rota, y que cada uno vive con sus recuerdos y sus melancolías, pero estoy segura de que no tantos pueden declarar, firme y noblemente, que su madre fue siempre honesta, sincera, fuerte, valiente, comprensiva, cariñosa, prudente, discreta... (y si leyeras esto seguro que te sonrojarías y me recordarías que el blog es para hablar de papá).
(Mi madre nació en un pequeño pueblecito de seis mil habitantes, en 1932, vivió una época difícil, muy difícil, como todos los españoles, porque sufrió en sus propias carnes lo más duro de la Guerra Civil, desde saber que habían matado a la madre de su querida María fría y cruelmente, hasta quedarse sin padre durante muchos años, porque lo habían encarcelado y lo habían dado por muerto. Su madre y sus abuelos se encargaron de que todo fuera lo mejor posible, y cuando su padre regresó, todo había cambiado.
Fue una estudiante brillante, ávida lectora, muy culta, muy interesada por la música, por el pensamiento, por la vida. Dócil y muy devota, su vida estuvo llena de grandes alegrías y muchas tristezas. Siempre fue la familia lo más importante para ella, nos dedicó todos los minutos de su vida, siempre con el mismo talante y la misma comprensión, aunque fuésemos adolescentes y jóvenes un poco demasiado rebeldes para aquel mundo de los setenta tan cambiante).
Mamá, ahora que yo también soy madre y abuela, no pasa un día sin que intente ponerme en tu lugar y comprenda lo difícil que te lo pusimos en algún momento, lo siento mucho mamá; ahora quisiera que algunas cosas hubieran sido diferentes para protegerte, aunque siempre has sido tú la que nos has protegido.
Me siento muy afortunada de que hayas sido tú mi madre, y muy agradecida por todo lo que he podido aprender de tí, mamá, y en este día de cumpleaños, en este día tan bonito para nacer, todo mi cariño y mis ilusiones se reparten entre mi querida madre y mi querida nieta, con el anhelo de que la vida de esta chiquitina sea tan plena como la tuya y de que a través de nosotros pueda recordarte, ella también, siempre.
Verás que Leandro fue a fotografiar tus flores favoritas, las abardelas; Manolo tiene para ti un nuevo rosal de pitiminí (como te regalaba papá en cada cumpleaños); y los demás te hemos buscado muchas flores en aquel olivarito en el que tantos ratos felices pasamos en nuestra infancia, todo en él nos recuerda a nuestros abuelos, a papá y a ti, flores humildes, discretas y preciosas, como tú.
¡Feliz cumpleaños, mamá! Te queremos muchísimo.
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