Un tierno momento de Isabelita, siempre lealtad, amor y cariño
Por Esperanza Cabello
A medida que nos vamos haciendo mayores van quedando pocas personas de esas que te han calado el alma en tu infancia, hasta el punto que ya casi con los dedos de las manos tendríamos bastante para contarlas.
Y una de esas personas de gran calado, una mujer increíble y única, es Isabel Piñero, una benaocaceña que, a pesar de vivir toda su vida en Ubrique, siempre conservó bien profundas sus raíces.
Isabelita había nacido en Benaocaz hace ya noventa y tres años, precisamente el día de la Patrona de Ubrique, y había vivido su infancia con su familia en el pueblo vecino hasta que, con trece o catorce años, Juana María Carrasco, la madre de nuestra tía María de los Ángeles Janeiro, la llamó para que viniera a su casa a ayudarle con la centralita de teléfonos.
Juana María era viuda, su marido, Rogelio Janeiro, hermano de nuestra abuela Julia, había fallecido en un triste accidente de automóvil (en este enlace), y ella solicitó poder gestionar la primera centralita telefónica que se instaló en Ubrique, en la calle del Agua.
Isabel era una chica lista y muy trabajadora, rápidamente se hizo con el manejo de la centralita y era ella quien nos preguntaba ¿Número? cuando descolgábamos los teléfonos fijos de los años cincuenta.
Isabel con María de los Ángeles Romero
Desde el momento en que comenzó a trabajar con Juana María, Isabelita se convirtió en un miembro más de la familia, como una hija, como una hermana para María de los Ángeles y Manuel. Su dedicación a la familia contribuyó a que los dos hermanos pudieran continuar sus estudios y la compañía y el cuidado que le brindó fueron inestimables.
Toda su vida fue de entrega a los demás, cuando traspasaron los teléfonos ella pensó en convertirse en misionera, era muy religiosa y quería darlo todo por quienes lo necesitaran.
Pero las circunstancias hicieron que se quedara en Ubrique, siempre viviendo con Juana María. Comenzó a trabajar en el timbrado en la fábrica de Antonio Benítez, y allí aprendió el oficio que le hemos conocido muchos años. Después, cuando Juana María se hizo mayor, y dado el gran vínculo que existía con María de los Ángeles, Isabelita y ella se trasladadon a vivir con la familia Romero Janeiro, familia que la acogió como un miembro más y a la que ha dedicado toda su vida, aunque por supuesto ha mantenido sus lazos familiares hasta el último momento, sus sobrinos Mari Santos y Manuel Vera han continuado siendo los más importantes para ella.
Siempre religiosa, se levantaba al alba para rezar (muy devota de santa Gema), y después se encargaba del funcionamiento de aquella gran casa ayudando en todo a nuestra tía hasta que comenzaba la jornada en la mercería que Bartolo había fundado en el mismo lugar en el que antes se encontraba el teléfono.
Nosotros la recordamos con muchísimo cariño de aquellos días de la infancia. Siempre menuda y formal, cariñosa y atenta, se desvivía por aquellos ocho niños que eran en realidad sus niños. Pendiente de sus resfriados, de sus salidas y entradas, de que todo estuviera en orden, de que nada les faltara. Y con los que íbamos a la casa igualmente. Siempre nos trataba con amabilidad y buena mano, dispuesta a una buena charla y a darnos un cariño.
Gracias, Santi, por la fotografía |
Ya hace bastantes años que comenzó su enfermedad, pero ha seguido siendo una persona trabajadora, alegre y cariñosa a pesar de todo. En los últimos tiempos la hemos oído cantar, recitar, reír, acunar a "los niños", repartir besos, abrazos y flores con una sonrisa.
Nuestra tía María de los Ángeles, más que una hermana, siempre a su lado, ambas han vivido juntas toda una vida, se han cuidado y acompañado en todos los momentos familiares, en los difíciles y en los felices. Era muy frecuente verlas a ambas tomando el sol en el porche de su casa, nuestra tía siempre a su lado.
Para nosotros Isabelita es un modelo de fidelidad, de lealtad, de amor desinteresado y de discreción. Su manera de cuidar a todos, su empeño en que todos estuvieran bien, es increíble.
Y también es un ejemplo de familia en la que sus miembros se cuidan unos a otros. Nuestros primos Mari Carmen (que se ha convertido en la matriarca y el alma de la casa), Reme, que ha dedicado tanto cariño y tiempo a María de los Ángeles y a Isabelita que se ha convertido en una hija; Jesús y Fernando ocupándose de las dos hermanas a diario, y Lourdes, en su calidad de enfermera, encargándose de que no les faltara absolutamente nada. Los demás, Juan, Mercedes, Rogelio y Mari Ángeles, poniendo su granito de arena en cuanto han tenido ocasión.
Isabel ha vivido hasta el último de sus días en su casa ubriqueña, cuidada, querida, con su familia, con los suyos, y con María de los Ángeles pendiente de que no le falte absolutamente nada.
Hoy es un día muy triste, Isabelita nos ha dejado y eso hace que nos sintamos un poquito más huérfanos; buenas personas, sencillas, recias y humildes como ella quedan muy pocas.
Pero nos quedan en el recuerdo muchísimos buenos momentos, recuerdos agradables y sorprendentes, muchos cachitos de felicidad que se nos esfuman, sin querer, entre las manos.
Te llevaremos siempre en el corazón, preciosa, seguro que estás en el cielo de los buenos con tantas otras personas que marcaron hondamente nuestras vidas.
El entierro de Isabel será mañana domingo, cinco de marzo, a las once y media de la mañana en el cementerio municipal.
Descansa en paz, querida Isabelita.
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