El párroco de Ubrique, don Daniel Cárdenas, y los dos conferenciantes, Manuel Gavira y Esperanza Cabello
Por Esperanza Cabello
El pasado viernes, once de octubre, fuimos invitados por la Hermana Mayor de Nuestra Señora de los Remedios, María del Carmen López Domínguez, a dar una conferencia sobre la historia de nuestro convento, algunos monjes destacados y la imagen de Nuestra Patrona.
El acto se enmarcaba entre los organizados por la hermandad para conmemorar el LXX aniversario del nombramiento de la Virgen de los Remedios como alcaldesa perpetua de Ubrique.
La ceremonia comenzó con una presentación de la hermana mayor, abrió el acto el párroco de Ubrique, don Daniel Cárdenas (párroco desde el 18 de agosto pasado), con una oración a la Virgen escrita por un monje capuchino en 1859. A continuación fue el turno de Esperanza Cabello, explicando brevemente la historia del convento y recuperando detalles muy curiosos de la misma, y continuó Manuel Gavira, hablando de la historia de la hermandad y de la devoción a la Virgen.
En entradas anteriores hemos hablado de estos actos y hemos publicado varios documentos. Ahora publicaremos el texto de la conferencia completo.
Buenas tardes a todos y bienvenidos a la celebración de los
Actos y Cultos en honor de Nuestra Patrona con motivo del setenta aniversario
de su nombramiento como Alcaldesa Perpetua de Ubrique.
En primer lugar, querría dedicar unos segundos de oración a
la Virgen de los Remedios en recuerdo de todos los que nos precedieron; por
todos los enfermos, especialmente nuestro hermano Manolo y por todos los que
necesitan consuelo y apoyo.
“Para bajar de los cielos
Dios por Madre te escogió
Y tanta bondad te dio
Que eres de todos consuelo:
¡Oh María! Por tu destino
Eres el astro más bello.
Sé nuestro amparo y defensa
María de los Remedios”
Oración escrita por un religioso capuchino en 1859
Quisiera dar las gracias de corazón a la Hermandad por
invitarme a hablar con ustedes de dos tesoros de nuestro pueblo, el convento de
capuchinos y Nuestra Patrona, aunque sé que este es el lugar que correspondería
a mi madre o a mi padre, por su conocimiento y devoción.
Y, por supuesto, dar la bienvenida a todos los hermanos, a
los fieles y a los vecinos y a las autoridades que nos acompañan. A este tenor,
me gustaría explicar que la relación del pueblo de Ubrique y su ayuntamiento
con la comunidad capuchina y el santuario siempre ha sido, exceptuando momentos
terribles, de máximo entendimiento, y me gustaría leer una carta de
agradecimiento que fray Buenaventura de Galaroza, guardián del convento en
1808, escribió al alcalde y equipo de gobierno de la época por haber
participado en unos actos solemnes…
LECTURA DE LA CARTA
Y esta magnífica relación se ha repetido durante siglos,
desde que, a mediados del siglo XVII, el Duque de Arcos, que entonces era el
señor de nuestra serranía, quiso construir un convento de capuchinos en nuestro
pueblo. Comenzaron los proyectos a mediados del siglo, pero el duque falleció;
afortunadamente el licenciado Alonso Borrego Carvajal, poseedor de una gran
fortuna, decidió continuar esta gran empresa y construir el convento a su
costa.
Comenzaron las obras en 1660. Todo el pueblo de Ubrique
colaboró muy activamente durante diez años, aportando cada uno lo que podía, y
por supuesto con el sustento del Patronato que don Alonso había creado con más
de diecisiete mil ducados. Así que, en 1670 ya estuvieron finalizadas las
obras. Fue el padre Bernardino de Granada el capuchino encargado de revisarlo
todo. Con otros frailes estuvo alojado en la ermita de San Juan de Letrán.
El lugar donde se ubicó el convento no pudo ser más acertado.
Cuenta la tradición que una niña llamada Leonor Romero vio a una Señora que
dejaba una carta y una cuerda con nudos sobre una gran piedra precisamente
aquí, en esta zona, entre los dos grandes manantiales, el Nacimiento y el
Benalfí, con el río, la zona de huertas y bajo la protección de la sierra.
Se construyó por una parte el convento, con las celdas, el
refectorio o comedor, la sala de reuniones, también llamada sala capitular, la
biblioteca, por supuesto, y suponemos que cocinas y almacenes. También había
espacios al aire libre, todos conocemos el claustro, y los mayores recordamos
la zona de la pila, la alberca y la huerta. También estaba aquí, como bien nos
ha recordado Juan Carlos López, el primitivo cementerio no solo de los monjes,
sino de muchos ubriqueños.
Y por la otra la
iglesia, en la que estamos hoy, que desde aquel año de 1670 se ha convertido en
el santuario de Nuestra Señora de los Remedios.
Y es que, recién construida la iglesia, tan como cuenta don
Francisco García Parra, fue provista de varias reliquias e imágenes. Una de las
primeras en llegar fue la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, vino desde
Sevilla al terminar las obras y es una preciosa muestra del barroco Sevillano,
se desconoce su autoría, pero sus rasgos apuntan a un taller de prestigio.
Carlos Pizano nos ha explicado que se trata de una imagen de
candelero, de las “de vestir”, tallada en madera, con unos rasgos finos y una
encarnación delicada que denotan la calidad de la talla del imaginero y la
magnífica policromía del pintor.
El Niño también es del siglo XVII, llegó al mismo tiempo que
la Virgen, pero es posible que fueran dos tallas distintas, pues los rasgos,
tal como indica Carlos, son diferentes. El niño es una talla completa, no es de
las de vestir, como Nuestra Señora.
Tenemos muchos datos de restauraciones antiguas, mi hermano
Francisco me ha contado que existe un “libro de restauraciones” más actuales,
que no hemos tenido ocasión, por la premura de tiempo, de consultar, pero hemos
sabido que hace exactamente 200 años, en 1824, se restauró la imagen y se le
pusieron los ojos de cristal, en origen eran pintados.
Aprovecho la ocasión para referirme al libro que me ha
proporcionado casi todos los datos que hoy manejo, se trata de la “Historia
Instrumental de la Fundación de Convento de Capuchinos de Ubrique”, escrita por
el reverendo padre Nicolás de Córdoba en 1759 y continuada por los guardianes
del convento hasta 1834. Tengo que
agradecer a Félix Mateos, nieto de la maestra Isabel Esquivel, y al archivo de
capuchinos de Sevilla, que me lo hayan enviado.
Y, como estamos de
aniversario, me gustaría leerles qué pasaba en el convento en 1824.
LECTURA DEL AÑO 1824
Se entiende perfectamente que el convento de capuchinos era
muy importante, no solo para la comunidad religiosa, sino para el pueblo en
general, tal y como sucede actualmente.
Los primeros guardianes del convento de Ubrique fueron
Bernardino de Granada, en 1660; Gregorio de Cañete, en 1661 y en 1663; y
Sebastián de Sevilla en 1665.
De los frailes ubriqueños yo me quedaría con fray
Buenaventura de Ubrique (1691-1753), que tanto bien hizo en la Sierra
y que nos dejó las cruces y los calvarios como recuerdo permanente. Fue un
hombre santo, modesto, humilde, que recorrió los pueblos de la sierra
predicando y haciendo el bien. Parece que fray Buenaventura colocó las tres
cruces de Ubrique después de que el 27 de febrero de 1724 hubiera un gran
terremoto, llamado entonces “megasismo del estrecho norte-bético”.
Aunque murió en Olvera, Fray Buenaventura fue finalmente enterrado
en Ubrique, como cuenta el padre Sebastián, también dejó una gran impronta en su sucesor, el
ubriqueño fray Diego de Cádiz, beato reconocido mundialmente, autor de novenas
y sermones. Hijo de una ubriqueña, el beato Diego nació en Cádiz, pero pasó sus
primeros catorce años de vida en Ubrique y más tarde, como religioso, pasó seis
años en este convento, en el que aún se conserva su celda. Varios ubriqueños
han escrito sobre la vida del Beato, entre ellos mi padre, Manuel Cabello, en
este libro que quedará aquí para la Hermandad.
ENTREGA DEL LIBRO
Fray Félix José de Ubrique, fue muy conocido en su época por
los sermones fúnebres que publicó.
Le sigue por fecha de nacimiento (1886), fray Sebastián de
Ubrique (Antonio Carrasco Cides), que publicó en 1945 la "Historia de la
villa de Ubrique", primer compendio de historia de nuestro pueblo, además
de escribir la vida del Beato en dos volúmenes y muy diversos escritos sobre
nuestro pueblo (el texto de la Espasa era suyo) y también de índole religiosa.
No puedo olvidar a fray Leopoldo de Ubrique, un hombre
realmente singular, Francisco Panal Ramírez (1893-1970), que fue a las
misiones en la República Dominicana. Allí ejerció su ministerio y se
convirtió en el obispo de la Vega, conocido como "Obispo Panal", un
hombre capaz de plantar cara y humillar al dictador Trujillo. También Manuel
Cabello escribió su biografía, que acompañará a la del beato en la biblioteca
del convento.
ENTREGA DEL LIBRO
El convento y sus habitantes sufrieron, como todos los
ubriqueños, el acoso de las tropas francesas en 1810, pero también los frailes
resistieron firmemente, aunque hubo que lamentar el robo de los objetos de más
valor. Cuenta la tradición que los franceses tiraron la imagen de Nuestra
Señora a unos zarzales.
Entre 1836 y 1899 no hubo capuchinos en Ubrique, habían sido
exclaustrados. No obstante, continuaron los cultos en el santuario y la vida
monacal hasta que volvió a desalojarse entre 1931 y 1933.
El 13 de octubre de 1935 se inauguró el Colegio Seráfico, que
volvió a hacer de nuestro convento un referente.
En abril de 1936, durante el Frente Popular, sucedió uno de
los episodios más graves para esta comunidad. El día 18 de abril unos
asaltantes entraron por la fuerza en el convento y en el santuario, rompiendo,
quemando y destruyendo todo cuanto había.
Previamente, la imagen de nuestra señora había sido puesta a
buen recaudo en la casa de los Bohórquez Vecina, camareros de la Virgen, donde
estuvo bien oculta y a resguardo.
El resto de imágenes, cuadros, vestidos y ornamentos fueron
pasto de las llamas, rotos o maltratados. Hubo personas que recogieron los
enseres que pudieron para protegerlos, y gracias a ellos aún se conservan
muchos de ellos. La imagen de San Francisco se conservó en parte, solo la
cabeza y las manos, y su manto fue protegido por Ana Romero.
EL CRUCIFICADO
Mi hermano Francisco, miembro de la Hermandad, donó al
convento esta magnífica escultura de alabastro, destruida aquel 18 de abril y
encontrada por un agricultor que estaba rozando en una zona cercana, que se lo
llevó a nuestro padre. Parece que se trata del mismo crucificado que está en la
primera imagen que se conoce de Nuestra Señora de los Remedios.
IMAGEN DE LA VIRGEN DE 1833
Nuestra familia tiene una especial historia con la biblioteca
del convento. En la noche del 18 de abril de 1936 llovió, y la pila de libros
destrozados y quemados de la biblioteca no terminó de quemarse. Un Ubriqueño
recogió los papeles que no habían ardido y nuestra abuela Julia, que era muy
religiosa, se los compró, con el pretexto de servir de relleno para los
monederos. Esos papeles pararon decenas de años en el palomar de la casa
familiar, protegidos.
Aquí tenemos un regalo muy especial para la Hermandad,
ENTREGA DEL EJEMPLAR DE LA SAGRADA BIBLIA DE 1740
DE DUHAMEL POR FRANCISCO CABELLO IZQUIERDO, EN NOMBRE DE LA FAMILIA A MARÍA DEL
CARMEN LÓPEZ
Para terminar, es de recibo hablar de la devoción de nuestro
pueblo por su Patrona. Consta que la fiesta y procesión se venía celebrando
desde antes de 1681, es decir, que desde el primer momento fue venerada en el
pueblo.
En el año 1855 fue sacada en procesión la imagen de la Virgen
por los barrios más atacados de la peste, cesando ésta desde aquel día en que
dejó de sembrar el luto y la aflicción en nuestras familias, desde entonces los
ubriqueños hicieron el voto de salir en procesión cada domingo después de su
natividad.
Las ofrendas y regalos se han sucedido sin cesar a través de
los años, desde las magníficas andas
que tiene para la novena y
procesiones, de metal plateado, de estilo corintio, adornadas con artísticos
faroles del mismo metal, que fueron donadas el año 1864 por don José Romero Gil,
hasta los candelabros con tulipas de cristal, que desde el año 1919 luce
procesionalmente en los cuatro ángulos de las mismas andas, donados por la
familia de don Bartolomé Bohórquez Rubiales y tantos otros donados por el
pueblo. O las restauraciones de la imagen, como la que en 1934 hizo el escultor
Navas Parejo.
Hoy celebramos el
aniversario del nombramiento de la Patrona de Ubrique como Alcaldesa Perpetua,
que se llevaba a cabo en sesión plenaria de carácter extraordinario un 12 de
octubre de 1954, siendo alcalde de Ubrique, Carmelo Gago Vélez. Este título
honorífico suponía el reconocimiento por parte del Ayuntamiento y el municipio
a la arraigada devoción que el pueblo de Ubrique profesa y ha profesado
siempre a su patrona, la Virgen de los Remedios.
Para hablar de su devoción y la Hermandad, hoy nos acompaña
don Manuel Gavira, uno de los mejores conocedores de todas sus historias y
detalles.