Don Antonio Domínguez Gil
Pregonero de la Recreación Histórica de El Bosque
El Bosque estaba de fiesta este fin de semana, celebraban el Bicentenario de la obtención del Privilegio de Villazgo, obtenido el 28 de noviembre de 1811 tras haber plantado cara a las tropas francesas que invadían nuestra sierra.
Y esas fiestas han contado con un pregonero de excepción, don Antonio Domínguez Gil, profesor de Educación Secundaria en el IES Las Cumbres y estudioso de la historia de su pueblo. Antonio es el autor de la obra "El Bosque, entre la leyenda y la realidad", una publicación completa, científica y minuciosa sobre la historia local, de que que ya están publicados los dos primeros tomos.
En su pregón del día 25, Antonio se mostró reivindicativo, erudito y cercano a la vez, queriendo dejar muy claro que algunas cosas deben erradicarse y dejándonos ver a todos su amor por su pueblo.
Hemos tenido la suerte de acceder al pregón para su publicación. Gracias, Antonio.
Hoy 25 de noviembre celebramos el “DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO” y me viene a la memoria un caso recogido en la página 94 del 2º Tomo de mis libros. El caso de una bosqueña que fue envenenada por el marido y la amante; y nadie le hacía justicia a la pobre madre, una anciana que tuvo el coraje de trasladarse andando hasta Madrid, a buscar a un pariente suyo, militar de cargo. Y un buen día apareció El Bosque lleno de soldados de Caballería, los cuales juzgaron a los culpables y los colgaron en el cruce alto de la hoy calle Sevilla; y esa es la razón por la que, siendo yo niño, aún se llamaba a la calle el Monte; aunque ya se había olvidado el de la Horca que lo completaba. Sea hoy nuestro recuerdo también para las 54 mujeres asesinadas en lo que va de año. Y sin más preámbulo pasemos a lo que dicen por ahí…
PREGÓN AL PUEBLO DE EL BOSQUE
EN EL BICENTENARIO DE SU INDEPENDENCIA
Si bien, antes de empezar, quisiera agradecer la distinción que se me hace, haciendo constar que nunca fue mi intención realizar este esfuerzo en pos de nuestra historia esperando recompensas; pero sí quisiera en estos momentos evocar la figura de mi padre que tantos años de dedicación y esfuerzo, sin horarios y jugándose la vida, dedicó a este pueblo profesionalmente como Antonio “el Electricista” y como concejal y servidor público en los años en que se llevó a cabo la modernización del pueblo, igualmente en sus facetas más divertidas colaborando en las parodias y charlotadas que fueron famosas en los ochenta junto a su inseparable Curro Jiménez, y en su faceta seria, en sus últimos años, como luchador en la reivindicación de la Memoria Histórica. Que este homenaje sea para mi padre y para todos aquellos que en los duros tiempos del Franquismo supieron con inteligencia quitar de aquí y poner de allá para que, al entrar en los setenta, El Bosque fuera la envidia de todos los pueblos de la comarca. Vaya nuestro recuerdo para todos ellos. Y ahora permitidme sin más demora iniciar este discurso...
Las tropas francesas llegan a El Bosque
Foto: Juan Miguel Aguilar Córdoba
Hace casi 200 años, en los meses precedentes a la destrucción del pueblo, sus habitantes, tras sufrir el primer saqueo francés, tuvieron que soportar la presencia francesa en sus calles y en sus casas, y posteriormente con ayuda e intervención inglesa, la de la caballería española; aportaciones a nuestra historia que tras nuevas investigaciones nos trae nuestro joven historiador bosqueño Jesús Román Román, del que espero tome el testigo de todo lo que yo a lo largo de muchos años hice sin esperar ningún tipo de recompensa material.
En la semana cultural de 1999, el que les habla dio una conferencia en el salón de actos municipal. Se titulaba “El Bosque en la guerra de la Independencia”, y pretendía ser un resumen de las referencias bosqueñas de dicha contienda, recogidas en unos libros que entonces no se habían publicado; pero que llevaban siendo trabajados desde hacía muchísimos años. Para ambientar la conferencia el salón se encontraba a oscuras y mientras yo disertaba mi amigo Miguel Hinojo iba proyectando imágenes de algunos de los libros antiguos de nuestro archivo que habían sido recuperados años antes. Cuando ya me faltaba la saliva tras una hora hablando y con apenas un hilo de voz, pude terminar diciendo aquello de: “… pero esas son historias que otro día se sabrán”, se hizo la luz y levanté la cabeza de las páginas y, para mi sorpresa, el teatro municipal estaba lleno de gente; el tema, aparentemente uno más en una semana cultural que fue variada y diversa en sus actos, había atraído la atención de un pueblo que pasaba entonces por ser apático hacía los temas culturales.
El Bosque: entre la leyenda y la Historia
Por Antonio Domínguez Gil
Este hecho tuvo para mí una gran importancia y me motivó a hacer un gran esfuerzo para la publicación de los tomos de mis libros, aunque aún me llevara ocho años y arriesgar mi capital para poderlos ver como una realidad en la calle. Había ofrecido al pueblo de El Bosque el fruto de muchos años de dedicación y esperaba que se me compensara no materialmente, pero sí moralmente con el hecho de que cada familia pudiera disponer de un juego de tomos, de modo que con ello se financiaran posibles ampliaciones de nuestra historia. Debo decir que, una vez más, me equivoqué y esa es una de nuestras características como pueblo, no valorar lo que de bueno tenemos, hasta que por desidia lo dejamos perder. Un caso reciente lo tenemos en la pérdida del mayor centro cultural que tenía el pueblo: su Instituto de Secundaria. De todos modos yo, como hijo de este pueblo, no estoy aquí para reprochar nada, sino para exaltar en el recuerdo a otros bosqueños de calibre distinto. Bosqueños que vieron saquear su pueblo una primera vez y que se juramentaron para que aquellos que lo hicieron mordieran el polvo, así pues se rebelaron frente a un invasor al que nadie hacía frente y al que se le entregaban las ciudades y pueblos sin lucha, dándoles bastimentos y cobijo. Aquellos bosqueños no podían tolerar a quienes les negaban su dignidad como pueblo y les miraban con desprecio, por ello nada tenían que perder cuando arriesgaban sus vidas y haciendas frente a un futuro de humillación, que creían vislumbrar en el horizonte. Forjaron su carácter como pueblo, en un momento sublime que exigía una entrega absoluta. El poderoso ejército de Napoleón tendría que aniquilarlos a todos si quería dominarlos. Esta pequeña aldea serrana era real, no la de Asterix, no claudicará, no se arredrará, no se rendirá jamás; pese a sus exiguos habitantes; su fuerza está en que sus moradores se hallan dominados por un espíritu de rabia, de orgullo, de venganza, y por encima de todo, de una dignidad que a otros le falta. El levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 fue la mecha que encendió el polvorín de todos los levantamientos de España, El Bosque no fue distinto en ello, aunque sí fue el primero que lo hizo en la Serranía de Ronda y cuatro reinos de Andalucía. Es más, su fama se extendió como la pólvora y en toda la serranía de Ronda y gran parte de la provincia de Málaga, a la que pertenecíamos entonces, y en el resto de pueblos y ciudades de la posterior provincia de Cádiz, por la que transitaban los ejércitos y las guerrillas, eran conocidos los hechos e intervenciones guerreras de nuestros antepasados. No sólo por ser los primeros, sino por estar siempre a disposición de los mandos guerrilleros en todas las escaramuzas, asaltos, emboscadas o cualquier otra táctica que se acordase.
Los bosqueños se jugaron la vida frente a los franceses
Foto: Juan Miguel Aguilar Córdoba
Por todo lo hecho, fijaos ya, en fecha 17 de noviembre de 1810, un grupo de bosqueños liderados por el alcaide y teniente de corregidor de la población de El Bosque: don Rafael del Cuervo Jiménez, presentó un escrito ante el Consejo de Regencia reclamando que le fueran reconocidos, a nivel oficial, para que no hubiera dudas, la lucha y sacrificios que, por Su Majestad el rey Fernando VII, habían hecho; jugándose la vida cada día y poniendo sus haciendas al servicio de unos ideales de justicia y libertad de un pueblo en lucha por la independencia de España frente a la invasión francesa. En tanto, seguía luchando conforme a esos ideales que ya había asimilado, el pueblo bosqueño los hizo plenamente suyos en la lucha por su propia independencia de las cuatro villas hermanas: Grazalema, Ubrique, Benaocaz y Villaluenga del Rosario; de las que político-administrativamente dependía; pero a las que nunca reconocieron como sus dueñas. Y puedo decir por nueva documentación encontrada en el Archivo Histórico Nacional que actuaba siempre como la quinta villa, nunca como una pedánea. Más se demuestra, cuando reconocidos los méritos bosqueños, se intenta presionar al enviado real, al que el Rey ya ha advertido que sancione con multas y embargos a cualquiera que intente impedir su cometido. Probablemente se lo sospechaba, ya que las quejas de las villas hermanas no se hicieron esperar nuevamente; pero la vuelta del Rey, es la vuelta del absolutismo, frente a tanta contundencia qué podían hacer las villas hermanas: nada; si no lo habían conseguido ya ante la Regencia en 1811, no lo iban a conseguir ya en 1815.
Dentro de unos días conmemoraremos ese 28 de noviembre de 1811, en que la Regencia en nombre de su deseada Majestad Fernando VII le reconoce a los habitantes de El Bosque la contribución heroica a la causa anti napoleónica y les reconoce los méritos que, como pueblo bravo y luchador, ha hecho en la lucha contra las tropas francesas invasoras de Andalucía. Reconocimiento de la Regencia y posterior confirmación de todos los Privilegios del Villazgo por el propio rey Fernando VII, ante la petición de las autoridades bosqueñas, a la vuelta del Rey, para que ratificara lo que otros otorgaron en su nombre.
Los franceses lucharon en El Bosque
Foto: Juan Miguel Aguilar Córdoba
Así pues hoy, 200 años después de aquellos hechos históricos, otro grupo de bosqueños queremos que no caigan en el olvido, al tiempo que queremos rendir un homenaje de admiración y reconocimiento a todos los que entonces lucharon y sacrificaron sus vidas y haciendas en aras de unos ideales, que hicieron que hoy día el pueblo de El Bosque sea un pueblo reconocido y respetado, que camina por la senda de la cooperación y el entendimiento con las antiguas villas hermanas a las que perteneció y que ha caminado en la senda de la paz y el hermanamiento con los enemigos de entonces. Aquellos franceses de los que aprendimos los ideales de libertad igualdad y fraternidad, los que aquella revolución dejó en nuestros antepasados, porque aunque fueron enemigos en los campos de batalla de aquella guerra, no fueron enemigos en el campo de las ideas. Ideas que nos movieron a lo largo de todo el siglo XIX para estar siempre en la avanzadilla de la lucha por el progreso y por la igualdad social entre todos los bosqueños. Hecho muy digno de destacar, por darse aquí y contrariamente a todos aquellos pueblos que añoraban al antiguo Régimen y se aferraron a las viejas instituciones del Estado, abriendo un periodo de negra reacción, mantenido hasta 1832.
Los ideales que nos mueven hoy día para homenajear a los bosqueños de antaño son los mismos ideales que deben mover nuestros pasos para que el pueblo de El Bosque encuentre en su historia la fuerza que le haga levantarse frente a esta crisis que nos agobia cada día. Un ejemplo que nos debiera estimular es que nuestro pueblo siga estando de actualidad no sólo por recreaciones históricas que atraigan turismo y riqueza a su arcas municipales; sino también porque hace apenas un mes se haya publicado un libro: “La noche del Rey” de Jorge Alcalde, director de la revista Quo, que toma como excusa de su temática la fría y desapacible noche de febrero de 1810 que el rey José I Bonaparte pasó en nuestro pueblo.
El que recuperemos nuestros valores dependerá de nuestro esfuerzo y dedicación. Como entonces nadie vendrá a sacarnos de nuestros problemas, que deberemos afrontar solos. Nadie vendrá a sacarnos las castañas del fuego. Que este modesto pregón ayude a despertar y levantar nuestro ánimo frente a las crisis y dificultades y pensemos, ¿qué son estas frente a las que vivieron nuestros ancestros? La incorporación de tantos bosqueños y bosqueñas a las celebraciones del bicentenario de nuestra Independencia, la aportación decidida de los talleres del bicentenario y la ilusión de tanta gente: niños y mayores para figurar en las recreaciones de este evento, evidencia en nosotros un renacer como pueblo y nos eleva el ánimo tanto, que nos reconforta pensar en que este pueblo tiene un futuro por descubrir, sin que por ello tenga que renunciar a su pasado, como quedó recogido en su Manifiesto del Bicentenario.
Bosqueños y bosqueñas…
¡Viva El Bosque!
El Bosque, 25 de noviembre de 2011
Fdo.- Antonio Domínguez Gil