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MEMORIAS QUE PRESENTA EL GRUPO DE MISIÓN RESCATE NÚMERO 208 DEL COLEGIO NACIONAL DE UBRIQUE (CÁDIZ)
V CAMPAÑA, 1971
OBJETIVO: ESTUDIO DE UNA FÁBRICA DE CURTIDOS O TENERÍA ANTIGUA
V CAMPAÑA, 1971
OBJETIVO: ESTUDIO DE UNA FÁBRICA DE CURTIDOS O TENERÍA ANTIGUA
Hablar de la piel de Ubrique o de los curtidos en Ubrique es como hablar de Ubrique mismo.Al igual que en los animales hay siempre un riego sanguíneo o linfático, y en los seres vegetales una savia vivificadora, sin cuyos elementos no existiría la vida vegetal o animal, en Ubrique ha existido de siempre, y aún continúa su influencia, un riego vivificador que lo personaliza, le da vida y lo hace diferente a otros pueblos.
Este riego, esta vivencia, llamémoslo así, es la originada por esa tradición ignota de los curtidos.
El grupo 208 se Misión Rescate se honra en presentar "El estudio de una fábrica de curtidos o tenería antigua".
Es una verdadera pena que allá por el año 1810 a un grupo de franceses le diera por quemar nuestro archivo municipal. ¡Cuánto se perdió entonces!
Al iniciar nuestros estudios sobre los curtidos no por menos tuvimos que empezar por rebuscar en el Archivo Municipal datos fehacientes de esta industria. Pero cá, el primer libro que en él se guarda data del año 1814 y siguientes; en ninguno de ellos encontramos datos de esta industria. Muchas horas de consulta, de buscar y rebuscar, y nada.
Pero estábamos dispuestos a trabajar, y fuentes históricas son las leyendas y tradiciones, buscamos a los últimos descendientes de aquellos curtidores e investigamos los últimos momentos de los curtidos en Ubrique.
Un hecho casuístico, en la primavera de 1969, y ante él remontarnos a una época, concretamente romana, hacen que unamos a nuestra fantasía la veracidad, la leyenda y la hipótesis en pro de un trabajo que tiene características propias.
Mayo de 1969: Un grupo de batidores, entre ellos el 460, José Peña; el 466, Juan Zurita y el 468, Diego Chávez (los dos primeros componentes actuales del grupo), nos informaron de que había aparecido, en unos pozos de cimentación, una serie de muros y construcciones que habían llamado su atención.
Tan pronto como pudimos, sin que hubieran transcurrido ni 24 horas, nos presentamos en el lugar.
Este riego, esta vivencia, llamémoslo así, es la originada por esa tradición ignota de los curtidos.
El grupo 208 se Misión Rescate se honra en presentar "El estudio de una fábrica de curtidos o tenería antigua".
Es una verdadera pena que allá por el año 1810 a un grupo de franceses le diera por quemar nuestro archivo municipal. ¡Cuánto se perdió entonces!
Al iniciar nuestros estudios sobre los curtidos no por menos tuvimos que empezar por rebuscar en el Archivo Municipal datos fehacientes de esta industria. Pero cá, el primer libro que en él se guarda data del año 1814 y siguientes; en ninguno de ellos encontramos datos de esta industria. Muchas horas de consulta, de buscar y rebuscar, y nada.
Pero estábamos dispuestos a trabajar, y fuentes históricas son las leyendas y tradiciones, buscamos a los últimos descendientes de aquellos curtidores e investigamos los últimos momentos de los curtidos en Ubrique.
Un hecho casuístico, en la primavera de 1969, y ante él remontarnos a una época, concretamente romana, hacen que unamos a nuestra fantasía la veracidad, la leyenda y la hipótesis en pro de un trabajo que tiene características propias.
Mayo de 1969: Un grupo de batidores, entre ellos el 460, José Peña; el 466, Juan Zurita y el 468, Diego Chávez (los dos primeros componentes actuales del grupo), nos informaron de que había aparecido, en unos pozos de cimentación, una serie de muros y construcciones que habían llamado su atención.
Tan pronto como pudimos, sin que hubieran transcurrido ni 24 horas, nos presentamos en el lugar.
Próximo al río de Ubrique, junto al Colegio Libre Adoptado, en la nueva avenida Herrera Oria y como a unos cincuenta metros de la actual Glorieta de Misión Rescate, la empresa constructora de una entidad bancaria había perforado el suelo con 33 pozos, de un tamaño aproximado de 1,5x1,5 metros, y de profundidades que oscilaban de 2 a 3 metros, dispuestos en 3 hileras de once pozos cada una (véase plano número uno en página 5 del álbum fotográfico) donde se podían apreciar, en sus interiores, vestigios de paredes o muros de muy buena fábrica, algunos enlucidos, y que la sola inspección ocular nos delataba ser romano. En superficie y entremezclado con la tierra sacada del interior observamos abundantes materiales de cerámica que ya iremos describiendo.
Lo que más nos llamó la atención fue la disposición tan rara que tenían estas paredes o muros.
Hemos intentado describir de una manera imaginativa en el plano al que antes hemos aludido, esta disposición. A través de los hoyos de cimentación se veían un sinfín de muros. Estos muros no buscaban entre sí una perpendicularidad, como pudieran hacerlo las paredes de una habitación, más bien se inclinaban buscando unos ángulos agudos, formando entre ellos pozos de forma romboédrica. Qué rara era esta manera de construir. Por mucho que estudiamos, que preguntamos y que investigamos no sacábamos ninguna conclusión. Aquellos muros eran una misterio, no había manera de saber qué era aquella construcción. Pasó algún tiempo, y llegaron unos catedráticos de Cádiz para examinar en el colegio Libre Adoptado, momento que aprovechamos para consultar sobre los muros. Observando los materiales que habían aflorado, la disposición de los muros y la zona de Ubrique en que se encontraban, apuntaron una idea, que hemos hecho efectiva con todas las reservas que en este aspecto hay que tener. Según sus manifestaciones había un elevado porcentaje de probabilidades de que se tratara de las ruinas de una fábrica de curtidos, y los estanques que podían verse eran auténticos noques. Sorpresa mayúscula.
En nuestro álbum fotográfico volveremos a abordar el tema.
La previsión del grupo, no así la de la empresa constructora que continuó con sus edificios, hizo que se conservaran para la posteridad una serie de fotografías de insustituible valor. Las mismas se adjuntan en el álbum.
En ellas, aparte de referenciar los muros, se recogen todos los materiales allí encontrados: cerámicas, tégulas, ladrillos de construcción, monedas, lucerna en concha fosilizada, restos de silos, etc, que igualmente iremos describiendo en el álbum.
Nuestro maestro-jefe tuvo la idea de hacer realidad esta hipótesis de la Gran Fábrica de Curtidos Romana, y escribió un artículo periodístico en un diario madrileño; de este artículo enviamos copia en la página 27 del álbum.
Dejando aparte esta historia, analizaremos las verdaderas circunstancias del porqué de los curtidos en Ubrique.
Circunstancias ambientales y geográficas han posible el curtido de la piel. Ubrique, centro de una región montañosa y agreste enclavada en las últimas estribaciones del Sistema Penibético, con clima templado y húmedo, alcanzando niveles pluviométricos insospechados, propicios para fértiles pastos que alimentaran el ganado.
Tres importantísimos manantiales, uno de ellos con lápida conmemorativa que se remonta al siglo XVI, vierten sus aguas a través de tres arroyos (el Benafeliz, el Seco y el Rodezno) al río de Ubrique en el corto espacio de un kilómetro.
Cerca de Ubrique, a no más de dos leguas, un importante yacimiento de sal común: las Salinas de Hortales. Sus peñas de carbonato cálcico dan cal de la mejor calidad. Sus cercanos montes, bosques de encinas y alcornoques están tapizados de matorral: el lentisco, la breña y el carrasco son los que sobresalen. Además las aguas de los tres inagotables yacimientos arrastran infinidad de sales. Todas estas circunstancias (el agua, la sal, la cal y el tanino) son las que intervienen de una manera directa en los curtidos.
Desde el punto de vista histórico ya hemos explicado que en nuestro Archivo Municipal no constan datos, pero podemos aportar lo que Doña Francisca Larrea, esposa de Nicolás Böl de Fáber, y madre de Cecilia Böl de Fáber, conocida ésta última en el mundo de las letras como Fernán Caballero dice en diario manuscrito en julio de 1824 entre otras cosas: “...El pueblo es sensato, sobrio, tranquilo y religioso, como lo fueron sus antepasados; es independiente, robusto, industrioso y valiente como pueblo de montaña; tiene fábrica de paños, telares y tenerías, en todo lo cual también trabajan las mujeres...”
Doña Francisca Larrea hace referencia en estos párrafos a Ubrique. Más adelante continúa: “...Ubrique es tan amable, que siempre nos están obsequiando, mandándonos finezas, cada cual según sus facultades. Todos aquí tienen qué comer porque todos trabajan. Además de las tareas campestres hay telares de paños, rasas, jerga y lienzo, tenerías o fábricas de curtir cordobanes y banas, tintorerías...”
Posteriormente, Pío Baroja pone en boca del célebre conspirador Rodrigo de Avinareta, en su obra “La ruta de un aventurero”, lo que sigue: “...Pasea Ubrique, pueblo bastante mísero, en donde todo el mundo se dedicaba a hacer contrabando con la mayor impunidad y a coser petacas de cuero...”
Don Francisco Rodríguez Marín, en su obra “Refranes castellanos” publicada en 1924, da la explicación del refrán en Ubrique la mosca te pique: “...La mosca de Ubrique. La explicación es sencilla. Además de la propensión a buscar el consonante, general en los refranes castellanos en la industria de la piel y de los cueros, las pieles secas vienen de toda España y del extranjero para ser curtidas en las 18 o 20 fábricas, instaladas a lo largo del río, sometiéndolas primero a la depilación en noque de cal viva y luego a la curtición gradual en otros con curtidos, a fin de que tomen el tanino. Se dan casos, aunque raros, de venir pieles carbuncosas, y en tal caso la picadura de la mosca, que llaman vulgarmente alobado, inocula el microbio, siendo especialmente peligrosa, y, si no se cauteriza a tiempo, mortal. La frase debe aludir a la mosca alobado o carbuncosa. Hasta aquí cuanto de historia podríamos encontrar. Lo que sí es cierto es que al concurrir en Ubrique estas circunstancias que antes mencionamos: ambientales y geográficas, la historia de la curtición se pierde en lo más remoto de los tiempos.
HISTORIAL MODERNO DE LOS CURTIDOS EN UBRIQUE
Don Miguel Romero González, hombre de unos ochenta años, amable cien por cien y último descendiente de una familia de curtidores, ha sido el que nos ha relatado, a través de incansables conversaciones, el cómo, el cuándo y el porqué del cuero. Sus explicaciones han sido valiosísimas para el montaje de de nuestro Museo Local de Curtidos (único en el mundo). Gracias a él conocemos la técnica empleada para la curtición, y también gracias a él hemos recuperado todas las herramientas y utensilios empleados en el proceso de los curtidos.
Pero conseguir este rescate no ha sido fácil en absoluto. De estas 18 ó 20 fábricas de curtidos que existían a principios de siglo, según manifiesta Rodríguez Marín en sus “Refranes Castellanos”, sólo se conservan dos edificios, que están en estado de abandono y de ruina.
Entremezclados con cascotes vacíos, vigas, entresuelos hundidos, y cubiertos por hiedras y jaramagos, se encontraban todos estos utensilios que hemos llevado a nuestro Museo Local. Y, francamente, hay piezas verdaderamente antológicas.
Una especialmente, que en el argot de la profesión se llama estira, está construida con madera y pizarra, y tan desgastada ya por el uso que el señor Romero dice que tiene una antigüedad de más de doscientos años. Él mismo dice que esta estira era ya vieja cuando su abuelo era tenerario.
Dejamos aparte la descripción de estas piezas para hablar de la manera de hacer los curtidos.
El verdadero proceso de los curtidos podemos clasificarlo en dos grupos. Un trabajo, llamado “de rivera”, y otro “de rematado”. Entre uno y otro podía haber una diferencia de tiempo de hasta 18 meses.
Las pieles, generalmente de vacuno, entraban en la tenería, en primer lugar a unos depósitos llamados noques (plano número 2, página 28 del álbum) de forma ortoédrica. Allí se mantenían durante unas doce a quince semanas bajo los efectos de cal diluida con agua. Transcurrido este tiempo las pieles eran tratadas individualmente con unos cuchillos especiales para quitarles la carnaza, los nervios y los vasos sanguíneos, sobre unos taburetes de madera de forma convexa.
Estos residuos eran tratados más tarde para convertirlos en cola de carpintero. No obstante, en algunos casos eran arrojados a la rivera del río, de ahí el nombre de “trabajos de rivera”.
Desprovista ya la piel de pelos, carnazas y suciedades, venía la verdadera operación del curtido. En seis noques, debidamente preparados, se iban poniendo capas paralelas: una de curtiente (corteza de alcornoque), otra de pieles; una de curtientes, otra de pieles. Así hasta que se llenaba el noque a una altura aproximada de dos metros. Después venía el llenado de agua.
Así dispuesto, se tapaba cada noque con tablones y piedras hasta que transcurrían cuatro meses, pasados los cuales se procedía a trasvasar las pieles a otros noques, hasta seis, en el sentido inverso a como habían sido colocadas las pieles.
Esta operación duraba aproximadamente dieciocho meses. Una vez finalizada, las pieles eran palmeadas y secadas con tejas especiales. Finalmente se remataban sobre planchas de mármol.
Este procedimiento, lento y laborioso, fue el que se hizo en Ubrique de siempre. La revolución industrial de la segunda década del presente siglo hizo que fuera disminuyendo la acción curtidora en Ubrique.
Las tenerías van desapareciendo poco a poco y convirtiéndose en fábricas de petacas. En 1936, y falta la España nacional de suelas, se militarizan las pocas tenerías que quedan, volviéndose de nuevo a las tareas de curtición para el ejército.
Terminada la guerra, terminan definitivamente los curtidos en Ubrique. Con ellos se cerró uno de los capítulos más importantes de la historia de este pueblo, que fue capaz de transformar las ruinosas fábricas de curtidos en impresionantes fábricas de manufacturas de artículos de piel.
Manuel Cabello Janeiro. Febrero 1968
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