sábado, 12 de octubre de 2019

Volverán las oscuras golondrinas... ¡aunque cambien de color!





Por Esperanza Cabello

Cuando buscas una casa en el casco antiguo de un pueblo, tienes mucho cuidado de comprobar que, efectivamente, hayan anidado las golondrinas en los aleros de sus tejados o en los patios o en culquier rincón de la terraza, porque, desde siempre, tener golondrinas en la casa es un augurio de buenísima suerte, sinónimo de hogar feliz, de que la fortuna acompañará a todos los miembros de la familia. Además todos sabemos, a estas alturas, el bien que estas aves hacen a nuestro entorno y lo necesarias que son para que sigamos existiendo.

Si has tenido esa suerte y tienes nidos de golondrinas en tu fachada, ¡enhorabuena!, solo tienes que colocar, al llegar a la primavera, una cajita debajo del nido para  que nada se manche y hacerles la vida agradable.
Cuando éramos pequeños sabíamos que, además, en las casas y patios se colocaban golondrinas de cerámica no solo para adornar, sino para gozar de esa buena suerte infinita que estos animalitos propocionan a las personas. En el patio de abuela Julia había unas preciosas golondrinas negras que aún recordamos perfectamente.
Hoy día seguimos siendo beneficiarios de esos nidos de golondrinas en el patio, lo que hace que nos sintamos afortunados, pero, por si fuera poco, nuestra amiga Marta nos ha traído un regalo original y lleno de buenos deseos: una familia de golondrinas de Manises absolutamente insólita, de un color muy personal y con un cariño que nos ha emocionado.
Nuestras golondrinas de Manises color lila son, sin lugar a dudas, una muestra de originalidad y buen hacer.
Gracias, Marta, por traer un poquito más de felicidad a nuestro hogar.
¡Bienvenidas, golondrinas!


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