Nuestra Señora de los Remedios, años 30
Por Esperanza Cabello
Se acercan días grandes en nuestro pueblo, en pocos días comienzan los cultos en honor a la Patrona, Nuestra Señora de los Remedios, y al ser una tradición de más de cuatro siglos, la relación de los ubriqueños y ubriqueñas con todo lo que conlleva esta celebración sigue siendo muy cercana y muy emotiva para todos.
Siempre nos ha interesado la historia de Ubrique y sus tradiciones y, a pesar de que a veces todo parece repetirse, nos ha encantado encontrar un díptico, publicado con seguridad a principios de los años veinte, en el que se vuelve a contar (sin firma) la historia de la llegada de Nuestra Señora de los Remedios a Ubrique, incluida la leyenda de Leonor, pero también aporta datos sobre la restauración del templo y de la imagen propiamente dicha.
EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS
Hallándose gravemente enfermo D. Rodrigo Ponce de León, Duque
de Arcos y Señor de las Cuatro Villas, mandó llamar a los PP. Bernardino de
Granada y Leandro de Antequera y les expresó su deseo de que fundaran los
Capuchinos un convento en Ubrique. Las vicisitudes de la casa ducal impidieron
que se realizase esta fundación, y noticioso de ello el Licenciado D. Alonso
Borrego, Presbítero, poseedor de una gran fortuna, se ofreció a labrar a su
costa el convento, como muchos años antes, cuando quiso ingresaren la Orden, se
lo predijo el V. P. Juan Francisco de Antequera.
Conseguidas las oportunas licencias, y otorgada escritura de
patronato a favor de D. Alonso, en 16(50, llegó a fundar el Convento de Ubrique
el V. P. Bernardino de Granada, alojándose en la Ermita de San Juan. Y
hallándose indeciso sobre la elección de sitio, quiso la Santísima Virgen designarlo
de una manera maravillosa.
Encontrándose una niña, llamada Leonor Sánchez, de diez
años, en una huerta situada entre el Nacimiento y el Benalfí. vio de repente a
una Señora, ricamente vestida de una túnica blanca, rodeada de resplandores y
con un Niño en los brazos. Entre sus manos tenía una cuerda con nudos, como la
que usan los Capuchinos, y una carta cerrada, y llamaba repetidas veces a la niña;
pero esta, llena de temor, en vez de acercarse, se fue huyendo. La Santísima
Virgen, poniendo la carta y la cuerda sobre una piedra que allí había, dijo a
la niña: Advierte que pongo aquí esto, y desapareció. Cogió la niña la carta y
la cuerda, contó lo sucedido a su padre, y este se dirigió al P. Bernardino, que,
abriendo la carta, cuyo contenido no reveló nunca, conoció ser la voluntad de
la Virgen Santísima que se edificara allí su santuario.
Inmediatamente habló el P. Bernardino con D. Alonso Borrego;
compraron la huerta y empezaron las obras que duraron diez años (1660-1670)
invirtiéndose en ellas 17.000 ducados. Cuando estuvo terminada la Iglesia
anuncióse que traían los Padres de Sevilla una imagen de Ntra. Sra. de los
Remedios. Salió todo el pueblo a recibirla en solemne procesión, y entonces
Leonor, que ya era una joven de 20 años, al verla, empezó a dar gritos,
diciendo que aquella era la misma Señora que se le había aparecido cuando niña.
Conmovióse todo el concurso con este suceso, y desde entonces empezó hacer tal
número de milagros, que el pueblo la nombró por Patrona suya, aumentándose su
devoción de día en día. Consta que la fiesta y procesión se venía haciendo
desde antes de 1681.
Vivieron a los pies de Ntra. Sra. de los Remedios el V. P.
Félix José de Ubrique, celebérrimo predicador de Carlos II y Felipe V, tan
devoto de ella, que, dejando la Corte, quiso ser enterrado a sus plantas, y
está sepultado en el coro bajo.
Le profesó gran devoción el V. P. Buenaventura de Ubrique,
célebre misionero cuyos milagros y fama de santidad llenaron toda la Serranía.
Ante ella inspiró Dios la entrada en la Orden, al Beato Diego
José de Cádiz, el Apóstol del Siglo XVIII y uno de los Santos más renombrados
de España en estos últimos tiempos. En el altar mayor y a sus pies tuvo la
asombrosa aparición de San Ildefonso de Toledo, en la que le dio a comer el
libro misterioso de la sabiduría y le ordenó salvar a España. En el coro tuvo
la aparición de la noche de Navidad, y en la puerta de la iglesia se realizó el
milagro de la multiplicación de los panes, durante los seis años que vivió de
Padre en Ubrique.
La Santísima Virgen de los Remedios estuvo a punto de ser
destruida por los franceses, que la arrojaron a unos zarzales, de donde la
recogieron los hijos de Ubrique y la escondieron en los montes, durante la
dominación francesa, siendo después restituida a su altar.
Durante el cólera de 1855, viendo el pueblo la gran mortandad
que había, sacó en procesión a la Santísima Virgen de os Remedios, hizo votos
de hacerle una función y procesión todos los años en el primer Domingo después
de la Natividad, cesando inmediatamente el contagio.
En 1864 se le hicieron las magníficas andas, costeadas por D.
José Romero Gil.
Restaurado el convento en 1899, volvieron a él los Capuchinos,
y en 1905 se le hizo por suscripción popular el hermoso retablo y camarín, y
se pavimentó de mármol la Iglesia, restaurándose por último la Imagen en 1919,
a devoción de Doña Ana Reguera.
Actualmente se trabaja para poner un zócalo a la Iglesia y
acabar de restaurar este histórico y venerando santuario de Ntra. Sra. de los
Remedios.